martes, 23 de diciembre de 2008

La caja de los truenos

Son las 2.30 de la mañana, y hace más de una hora que no puedo dormir, dado que parece que alguien esté golpeando la pared de mi habitación con una maza. En realidad se trata de la música de La caja de los truenos, el pub que hay en la planta baja de mi edificio, que suena a un volumen insoportablemente atronador.

Hace 5 años que vivo en este piso, y desde entonces llevo sufriendo, casi cada viernes, sábado, y vísperas de festivo, el terrible ruido que provoca este bar musical. Lo he comunicado varias veces al Ayuntamiento. He escrito una instancia para que instalen un limitador. He hablado con el propietario, rogándole que los fines de semana mantenga el nivel acústico de los días de diario, en lugar de intentar reventar los tímpanos de sus clientes y vecinos. He llamado docenas de veces a la Guardia Urbana, que de vez en cuando se digna a aparecer (lo noto porque, de repente, la ensordecedora cacofonía enmudece de repente, coincidiendo supongo con la entrada de los agentes al local). Pero todo ha sido en vano. Lo más que he conseguido, además de moderar el ruido las raras veces que aparece la Urbana, han sido unas semanas de calma, para luego volver al mismo volumen desquiciante. Y la verdad, ya no sé qué más hacer (dentro de la legalidad, se entiende; fuera de la legalidad, me vienen un montón de ideas a la cabeza). Reconozco que, de más joven, siempre había tachado de exagerados a los vecinos que se quejaban de los ruidos de los bares. Pero ahora que los sufro en mis carnes, no puedo hacer más que tragarme mis incautas palabras.

Ya son las 3.00, y el agobiante "bum-bum-bum" en la pared continua. Eso sí, de vez en cuando la música se detiene, para que el propietario del bar, micrófono en mano, anuncie a voz en grito que esto no es más que un aperitivo de lo que será la Nochebuena aquí, en vuestro pub preferido... ¡La caja de los truenos!. Menudas fiestas me esperan.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Fragmentos de Dublín

El centro está salpicado de músicos callejeros, suficientemente espaciados para que sus canciones no se mezclen. Un jazzman sopla en St. Stephen's Green, el saxofón brillando al exiguo sol de invierno. Un acordeonista da unas pinceladas de folclore a la comercial Grafton Street, entre una tienda H&M y una de souvenirs. Una guitarrista canta Like A Rolling Stone a las puertas de St. Thereze Church, la voz asomando sobre las vueltas de su bufanda...

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The Mezz es uno de los pocos bares de Temple que no están decorados como el típico bar irlandés. Es un garito de recovecos oscuros, con las paredes empapeladas con pósters de viejas películas y discos míticos. Justo a la entrada hay un pequeño escenario, donde cada noche tocan bandas de estilos muy variados. La noche que fuímos actuaba un grupo interesante, que hacía un jazz-funk contagioso que recordaba al sonido de Galactic.

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Si The Mezz se aleja del arquetipo de pub irlandés, el Oliver St. John Gogarty es el paradigma de negocio orientado al turista. Situado en la principal calle de Temple, el verde chillón de la fachada y su obvia decoración dejan poco lugar al engaño. Aun así, entramos a tomar una cerveza, y descubrimos un ambiente muy agradable. El lugar estaba lleno a rebosar, y entre el gentío vimos que, en uno de los bancos, una banda tocaba un folk tradicional que inundaba el local. Compartimos el enorme barril que hacía de mesa con dos orondas dublinesas, que como nosotros disfrutaron de la música mientras daban buena cuenta de sendas pintas de Guinness.

(...)

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Sin Palabras (II)

Gracias al fenomenal currazo que se ha pegado Rafa, que ha recopilado y maquetado esta entrada de arriba a abajo, puedo compartir mi lista de las 10 mejores instrumentales que conozco.


Ahí vamos:

10: One Of These Days, Pink Floyd (Meddle, 1971)



9: Summer Song, Joe Satriani (The Extremist, 1992)



8: To Live Is to Die, Metallica (...And Justice for All, 1988)



7: Albatross, Fleetwood Mac (English Rose, 1969)



6: SRV, Eric Johnson (Venus Isle, 1996)



5: Jessica, The Allman Brothers Band (Brothers and Sisters, 1973)









4: Moby Dick, Led Zeppelin (Led Zeppelin II, 1969)









3: Sparks, The Who (Tommy, 1969)





2: Little Wing, Stevie Ray Vaughan (The Sky Is Crying, 1991)









1: Manhattan, Eric Johnson (Venus Isle, 1996)





jueves, 27 de noviembre de 2008

Sin palabras

Y hablando de instrumentales, aquí va la lista de mis 10 canciones "sin palabras" preferidas:

En el número 10: Bow Down, The Housemartins (del disco The People Who Grinned Themselves to Death, 1987)

Ene el 9: Albatross, Fleetwood Mac (English Rose, 1969)

8: Make a Mistake with Me, Brad Paisley (Mud on The Tires, 2003)

7: Hide Away, The Jeff Healey Band (See The Light, 1988)

6: Muslitos de Pollo, Los Secretos (Continuará, 1987)

5: Tocatta in D minor, The Toy Dolls (Absurd-Ditties, 1993)



4: Going Home, Mark Knopfler (OST The Local Hero, 1983)


3: How High The Moon, Pata Negra (El Blues de la Frontera, 1987)


2: Samba Triste, Eliane Elias (Calle 54, 2001)



Y en el número 1: Jessica, The Allman Brothers Band (Brothers and Sisters, 1973)




miércoles, 19 de noviembre de 2008

Play it again, Brad!

El año 2000, durante la promoción de su disco Get Me Some, Jeff Healey hacía notar que, en la década de los 90, ningún tema con solo de guitarra había alcanzado el número uno en las listas. Efectivamente, la irrupción en 1991 del Nevermind de Nirvana echó de la cresta de la ola a los artistas que basaban su sonido en ese instrumento, siendo los grupos de heavy metal (como Poison o Mötley Crüe) y los guitar virtuosos (como Joe Satriani o Steve Vai) los más damnificados por el estallido grunge. 8 años han pasado desde las palabras del malogrado Healey, y 17 desde la aparición de Nevermind, y el panorama no ha cambiado demasiado. Excepto en contadas ocasiones (como el Supernatural de Santana), los discos guitarreros no han llegado a convertirse en los fenómenos de ventas que fueron antaño.

Por esa razón, que el músico country más de moda y más galardonado al otro lado del Atlántico, Brad Paisley, acabe de publicar el excelente Play: The Guitar Album es toda una sorpresa. Paisley ya solía incluir uno o dos instrumentales en cada uno de sus álbumes, además de estupendos solos y riffs en muchos de sus temas. Pero Play es toda una declaración de amor a su juguete preferido: 10 de los 16 temas que lo componen son instrumentales, y los restantes (con parte vocal) también están dedicados a la guitarra.

El álbum empieza con la espectacular Huckleberry Jam, un country-rock acelerado con tintes de bluegrass y rockabilly. Pero no sólo de country vive Brad. La surf music (en Turf's Up), el jazz (en Les Is More), el rythm'n'blues (en Kentucky Jelly) o el rock progresivo (en Cliffs of Rock City, que bien podía haber firmado el propio Satriani) también tienen cabida en esta increíble demostración de virtuosismo guitarrero. Y es que Brad Paisley hace cantar a la guitarra como pocos saben hacerlo, y cada tema es una gozada para los amantes de las seis cuerdas. Además, en el tema Cluster Puck se acompaña ni más ni menos que de siete guitarristas (James Burton, Vince Gill, Albert Lee, John Jorgenson, Brent Mason, Redd Volkaert y Steve Wariner). Y para los no tan puristas, algunas colaboraciones de lujo, como la de B.B. King en el tema de Louis Jordan Let The Good Times Roll o la de Keith Urban en Start a Band, acaban de hacer accesible este Play: The Guitar Album.

En definitiva, un disco tan anacrónico como imprescindible, que devuelve a la guitarra al Olimpo de los Dioses. Un aplauso para Brad, pues.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Mi primera vez

El 2008 languidece a toda prisa, y no quería que expirara sin celebrar el 25 aniversario de una efeméride que fue muy importante para mí. Era julio de 1983. Yo contaba con 11 añitos, y disfrutaba como un loco con las dos cintas del Rock&Ríos, el doble disco en directo de Miguel Ríos, que no dejaba de poner en mi reproductor de cassette. Como es lógico, en mi (corta) vida nunca había asistido a un concierto de rock. Y de pronto, Tarragona se vio invadida por carteles anunciando el paso por la ciudad de la gira más espectacular de la historia de España hasta la fecha: El rock de una noche de verano. De teloneros, unos clásicos: Leño, y una joven promesa que recién empezaba: Luz Casal. Lugar: la Plaza de Toros. Precio: 800 pesetas (si no recuerdo mal). ¡Y con iluminación láser!

Con mi escasa edad, se me hacía impensable poder asistir a tan magno evento. Pero cuando mis tíos me dijeron que iban a ir y me propusieron que fuera con ellos, se me abrió el cielo. Tras un cuarto de siglo, aun recuerdo decenas de detalles de lo que fue aquella noche para mí: la camiseta que llevaba puesta (una azul con la "S" de Superman); la zona aproximada donde estábamos sentados (bajar a la arena, con tanto peludo suelto, era impensable); las baratijas que vendían los vendedores entre las gradas (unos collares de plástico rellenos de un líquido fluorescente); la "iluminación láser" (unos finos rayos verdes que surgían en contadísimas ocasiones de la parte superior del escenario); los vasos de refrescos (con el logotipo de la gira y el del patrocinador, KAS Limón); mi impaciencia mientras sonaban los teloneros; y, sobretodo, el subidón al aparecer Miguel Ríos y su increíble banda.

Los temas que más me gustaban del Rock&Ríos se sucedieron (Bienvenidos, Santa Lucía, Los viejos rockeros nunca mueren, Banzai...), intercalados con otros más nuevos, del disco que daba título a la gira (No estás sola, El rock de una noche de verano...). Completamente alucinado, no dejé de saborear ninguna de las canciones del cantante granadino y los suyos. Al principio no despegaba mi culo del asiento, pero al rato, y venciendo mi timidez infantil, no pude evitar levantarme y saltar al ritmo de la música que tronaba por la Plaza de Toros. La experiencia terminó con el Himno a la Alegría, acompanañado de fuegos artificiales que iluminaron la noche tarraconense y mis ojos que se salían de sus órbitas.

Llegué a casa casi en trance, y creo recordar que cuando mis padres me preguntaron qué tal había ido, sólo era capaz de repetir ¡Muy bien, muy bien, muy bien!. Me costó lo mío dormirme, y cuando finalmente lo hice, el Himno a la Alegría aun resonaba en mis oídos. ¡Qué noche la de aquel año!.

martes, 4 de noviembre de 2008

Volando bajo

Hace unos días terminé la primera temporada de The Flight of the Conchords, la serie de la HBO que encarecidamente me recomendó mi primo, y de la que ya habló en un post de su blog Videa Bien. Como el post en cuestión ya es suficientemente elaborado y descriptivo, sólo comentaré algunas cosillas sobre la serie.

Flight of the Conchords es un grupo neozelandés formado por Bret y Jemaine, los 2 músicos más sosos de la Tierra. Tienen el manager más lamentable que uno pueda imaginar (Murray). Su club de fans está formado por una única miembro (Mel). Se mudaron a Nueva York para convertirse en estrellas del rock. Y sus intentos de triunfar en el mundo de la música se cuentan por fracasos. La serie es muy freaky (¿Más que The IT Crowd? ¡Sí!. ¿Más que The Big Bang Theory? ¡Sí!), con un humor muy particular, rozando el absurdo. ¿Un ejemplo? Transcribo aquí un extracto de un diálogo del capítulo 4:

Murray: Bien, amigos, es hora de la gira de edificios interesantes. Esta semana son las pérgolas.

Jemaine: Debería llamarse la "gira de edificios aburridos".

Murray: ¿Por qué?

Jemaine: Por que es aburrido.

Murray: No es aburrido. Se habla mucho de ello. Todos hablan de estas giras.

Jemaine: ¿Quién habla de ello?

Murray: Bret, tú hablabas de ello la semana pasada.

Bret: Decía que era aburrido.

Murray: ¿Ah, sí? Bueno, da igual, hablabas de ello.


Más que volar, los Conchords se arrastran por la Gran Manzana, mostrando una simpleza desesperante y encadenando calamidad tras calamidad. Y he de decir que los actores que interpretan al grupo neozelandés y al manager son tan increíblemente buenos que cada capítulo deja, junto con una buena dosis de carcajadas, un cierto poso de tristeza.

Sea como fuere, la serie es fantástica, con divertidísimos vídeos musicales intercalados a cargo de los Conchords, y con una originalidad que la aleja de cualquier otro producto conocido. 100% recomendable.



viernes, 24 de octubre de 2008

La noche me confunde

La historia es más o menos así: tarde-noche de sábado, hace unos dos meses, fiesta de celebración de la boda de Jordi y Núria. Empiezo con cerveza y continúo con cerveza, cerveza, cerveza, vino tinto, vino blanco, vino tinto, vino tinto, vino tinto, cava, carajillo de Marie Brizard, cubata de Four con Ginger, chupito de color azul, cerveza, cerveza, cubata de Four con Ginger, chupito de color rosa, cerveza, chupito de color de Fairy y que huele a Fairy y que probablemente es Fairy, cerveza, cerveza... Sobre las 5 de la mañana, en La Vaqueria suena un tema que no reconozco pero que me gusta. Es un hip hop flamenqueado (o un flamenco hip hopeado, a esas horas ya no sé), una mezcla entre La Shica y Mala Rodríguez. Me arrastro hasta la cabina del pincha y, farfullando, le pregunto quién canta esa canción. Me responde por encima del cristal, y entiendo algo así como "La Puerca", aunque entre el volumen atronador y el embotamiento de mis sentidos, bien podría ser la Huerta, Tuerta, Muerta o Esternocleidomastoideo.

Semanas después, cuando la resaca empieza a remitir, busco Puerca en Google. Me lista diversas entradas sobre mujeres de moral distraída e/o higiene exigua. Así que intento afinar más: Música Puerca. Tras saltarme algunas entradas sobre excreciones sonoras del cuerpo humano, encuentro un grupo llamado La Vela Puerca. Quién sabe, quizás la flamenca rapera que busco es la vocalista de una banda con tan esperpéntico nombre. Cosas más raras se han visto. Así que me hago con su último disco, El Impulso (2007), a ver si es.


No lo es, claro. Aun así, la sorpresa es mayúscula. La Vela Puerca resulta ser una fantástica banda uruguaya, con 4 discos ya en el mercado, que hacen un rock adictivo, un post-punk que me recuerda a The Strokes, pero cantado en español y sin pasar la voz por un teléfono del Todo-a-100 como hacen los neoyorquinos. Creo que sobretodo son conocidos en su país de origen y en Argentina, aunque tocaron en la sala Razzmatazz de Barcelona el pasado abril (maldición). Y El Impulso es un trabajo redondo, con buenas guitarras, cambios de ritmo acertadísimos e interesantes letras. A destacar temazos como Frágil, Clones o El Señor (del cual cuelgo el vídeo más abajo).

En fin, todo un descubrimiento que me está alegrando las orejas durante las últimas semanas. Para que luego digan que el alcohol es perjudicial. Eso sí, nunca supe de quién era la voz flamenca-rapera que buscaba. ¿Alguna idea?



sábado, 18 de octubre de 2008

El swing de los Traveler

Tenía pensado desde hace tiempo escribir un post titulado El blues de los Traveler, explicando el auge y caída del que para mí fue uno de los grupos más importantes de los 90: los Blues Traveler. Pero nunca encontraba el momento ni la inspiración, básicamente por dos razones. La primera: como de un tiempo a esta parte estoy de un positivo y de un buen rollo que me doy hasta rabia a mi mismo, no me apetecía ponerme a dramatizar sobre la trayectoria de una banda que me había regalado tan gratos momentos. Y la segunda: que, a diferencia de algunos críticos que se empeñan en enterrar a los BT, personalmente no creo que estén acabados, sino resurgiendo (poco a poco, eso sí) de una periodo caótico para en el futuro volver a ofrecernos grandes discos.

Los Blues Traveler se dieron a conocer con un álbum (Blues Traveler, 1990) fresco y con un cierto aire neo-hippie, heredero de bandas como Grateful Dead o Jefferson Airplane. Un debut fantástico de esta jamband de músicos increíbles liderados por la potentísima armónica de su alma y frontman, John Popper. Le siguieron un par de discos algo más irregulares (Travelers & Thieves, 1991 y Save His Soul, 1993) aunque con temas que apuntaban maneras. Pero el estrellato llegó en 1995, con el lanzamiento como single de la irresistible Run-Around (cuelgo abajo el vídeo), extraído de su cuarto disco (Four, 1994). La canción convirtió en superventas este magnífico álbum, que hizo que los BT desbancaran a otras jambands del momento, como Phish o Spin Doctors, gracias a unir fabulosamente una psicodelia energizante con melodías pegadizas y temas "pinchables" en las radios (baza en la que las otras bandas flaqueaban).

Tras el obligado disco en directo (Live from the Fall, 1996), donde dejaban claro que lo suyo era improvisar temas interminables con mucha instrumentación, volvieron al estudio con Straight on Till Morning (1997), para mí un disco espectacular, más country-rock que sus predecesores, pero tan maravilloso como Four, aunque algunos críticos los tacharon de demasiado comercial. Aun así, el disco se vendió muy bien, y llevó de gira a la banda por toda la geografía estadounidense e incluso allende sus mares.

Pero en 1999, la muerte del bajista del grupo por sobredosis tiño de negro el buen momento de los Traveler. El duro golpe obligó a la banda a detener su carrera, y no fue hasta 2001 que publicaron un nuevo trabajo, Bridge: un disco correcto, más cercano a Four que a Straight On..., aunque sin la chispa de estos últimos: el álbum destilaba una cierta tristeza (el tema más largo, Pretty Angry, estaba dedicado al componente fallecido), y los temas más brillantes estaban excesivamente inspirados en lo que fueron los éxitos pretéritos de la banda. Algo parecido ocurría con su siguiente disco en estudio, Truth Be Told (2003): los temas más comerciales no aportaban nada nuevo, mientras se hacían más frecuentes las experimentaciones, intentando investigar en terrenos nuevos, no siempre acertadamente, a costa de las melodías y el easy-listening que les reportaron buena parte de su fama. Los críticos más alternativos estaban encantados, pero las ventas dejaban mucho que desear.

El punto álgido y más paradigmático de esta tendencia fue ¡Bastardos! (2005), un extrañísimo disco que AllMusic.com puntúa con 4,5* sobre 5 ("certainly the richest, most diverse album they've ever done, and quite arguably their best"), y que personalmente encuentro insoportable. Tras múltiples intentos, creo que nunca he sido capaz de escucharlo entero, y me sería imposible tararear uno solo de sus temas.

El poco éxito comercial de ¡Bastardos! hizo a la banda replantearse su futuro. ¿Valía la pena continuar con experimentaciones que tuvieran una ventas anecdóticas, o había que volver a la senda de los temas más "audibles", para intentar llegar al gran público y a las emisoras de radio otra vez? Los BT optaron por lo segundo, y lo hicieron saber publicando Cover Yourself (2007), un disco donde reversionaban sus grandes éxitos de antaño.

Y, tal como auguraba el disco de autoversiones, los Traveler han vuelto a los derroteros de sus primeros discos. En 2008 han publicado North Hollywood Shootout, un álbum sin excesos ni experimentaciones (excepto en el último tema, Free Willis). Las canciones vuelven a tener duraciones normales (unos 4 minutos), no hay estridencias musicales, y pueden ser emitidos en cualquier radio comercial.

Los de AllMusic se tiran de los pelos: "Is it worth alienating the faithful with a perfectly pleasant, rather forgettable set of AOR like this?". Buena pregunta. Efectivamente, North Hollywood Shootout es un disco discreto, demasiado calculado, demasiado "vamos a ver si gustamos a todo el mundo, en lugar de gustar a cuatro gatos". Abusa de los medios tiempos, los arreglos son de todo menos atrevidos, y se echan en falta los otrora devastadores interludios instrumentales de Popper y los suyos. Pero mira, a diferencia de ¡Bastardos!, al menos no te hace querer saltar por la ventana al segundo tema.

En fin, la apuesta está hecha. Ahora, el tiempo dirá si los Traveler han escogido la opción correcta. Si serán capaces de soltarse un poco y volver a hacer grandes discos, reconocidos por crítica y público. Personalmente, pienso que difícilmente nos volverán a ofrecer un Four o un Straight On Till Morning, pero si consiguen sacar partido de lo aprendido en 20 años de carrera, aun pueden dar alguna sorpresa. No será con este North Hollywood Shootout, pero crucemos los dedos para que no tarden demasiado.

domingo, 5 de octubre de 2008

Volver a ser un niño

Estos días ando revisando Caçadors de paraules, el fantástico programa de TV3 sobre la lengua catalana, donde rescatan viejas palabras y refranes, buscan su origen, investigan variantes dialectales por los diferentes lugares donde se habla el idioma..., todo de una manera sorprendentemente amena. Cada capítulo gira entorno a un tema central, y el cuarto de la primera temporada se centra en "el amor". En una de las secciones preguntan a la gente de la calle cuál es la canción de amor de su vida. Entre las respuestas se encuentran La del Titanic (sic), Delilah de Tom Jones, My Way de Frank Sinatra o Bésame Mucho, aunque las favoritas son, quizás por ser encuestas realizadas en Cataluña, Paraules d'amor de Joan Manuel Serrat y, sobretodo, Boig per tu de Sau.

A mí no me preguntaron, aunque si lo hubieran hecho, sin dudarlo un segundo hubiera dicho la que cuelgo aquí abajo.

Y si os hubieran preguntado a vosotros, ¿cuál es vuestra canción de amor?





Volver a ser un niño, Los Secretos

Con la inocencia más graciosa,
que apaga el tono de la rosa,
con ese brillo que te vuelve un niño,
llegaste como si tal cosa.

Después de andar a la deriva,
por mares turbios de bebida,
como un chiquillo falto de cariño,
de pronto es todo tan sencillo, sencillo.

Volver a ser un niño, volver a ser un niño,
volver a ser un niño, volver a ser un niño.

Después del tiempo que he perdido,
en aventuras sin sentido,
me siento solo y a la vez perdido,
solo porque me has sonreído
y pido....

volver a ser un niño, volver a ser un niño,
volver a ser un niño, volver a ser un niño.

Con la inocencia tan graciosa,
que cambia el nombre de las cosas,
con ese brillo que te quita el frío,
cuando las noches son lluviosas

Volver a ser un niño volver a ser un niño,
volver a ser un niño, volver a ser un niño

domingo, 28 de septiembre de 2008

GIBSO#2 - Thin Lizzy - Jailbreak

El viejo bribón se sirvió un nuevo trago largo de whisky, y no precisamente del malo. Hacía tiempo que malvivía, o vivía como un rey, según se mire, en un vetusto ático del casco viejo. Una dieta de pirámide mediterránea invertida, basada en las calorías vacías del alcohol y en porquerías deliciosas diversas le había redondeado la figura, pero tras sus gafas de hipermétrope se escondía aún una luz que contrastaba con sus manos, ahora temblorosas.

Mientras apuraba su copa y buscaba de nuevo a hurtadillas la botella, se acordó de como la conoció. Rememoró su pelo de seda y sus ojos zafiro, y se deshizo en el recuerdo de una tarde de otoño en que juntos, cantaron, tocaron y se tocaron.

Se acordó de como ella escogió aquel disco, precisamente aquel, de entre los miles que poblaban las cajas de aquella tienda de discos, llena hasta el último rincón de vinilos fantásticos, y se lo enseño con una sonrisa. En la portada, un cómic que en el año 1976 pretendía ser futurista, pudo leer: Thin Lizzy - Jailbreak. En el interior, surcos grabados con la fuerza de dos guitarras fieras, un bajo inimitable y una batería excelente, lo transportaron a momentos mágicos de su vida, y la voz de Phil Lynott, melancólico bribón romántico, lo envolvió mientras Scott Gorham y Brian Robertson acaban de descubrir un estilo de dobles lineas melódicas a la guitarra que muchísimos grupos imitarían después.


Con el tiempo, se daría cuenta de que estaba escuchando un momento clave en la trayectoria de un grupo que había apuntado maneras en anteriores trabajos, y que daría que hablar más tarde, pero que en Jailbreak acababa de parir una obra maestra, sin un solo tema sobrante, desde la maravilla hard rock que lo abre y le da título, hasta la mítica The Boys Are Back In Town, sin olvidar un Cowboy Song que le puso la piel de gallina la primera vez que lo escuchó.

Cuando la aguja del tocadiscos, que había llegado al final, lo devolvió a la realidad, buscó un lápiz, y en un espacio de la portada, sin saber bien porqué, escribió en letras claras: GIBSO.

Nunca se sabe, pensó, quizás algún día tenga un blog.


martes, 23 de septiembre de 2008

Musha Shica

Bando

La Regidoría de Cultura y Espectáculos del Ayuntamiento de Tarragona hace saber que, si durante el mismo año natural organiza dos (y sólo dos) conciertos de flamenco fusión, ambos se programarán el mismo día, a prácticamente la misma hora, y en horarios intempestivos.

Por joder, más que nada
.

La presente directiva municipal motivó que, cuando empezó la actuación de La Shica, el lunes, 15 de septiembre, a la 1.20 de la mañana, en el Parc de Les Granotes no hubieran más que cuatro gatos, dada la coincidencia horaria con el concierto de El Bicho (aburridísimo, por cierto), que había empezado una hora antes en la Plaça de la Font. Si a eso le sumamos la deficiencia inicial del sonido, y el espartano equipo de luces que alumbraba el escenario, hay que reconocer que era árdua la tarea de llevar el espectáculo a buen puerto. Pero lejos de amedrentarse, Elsa Rovayo, La Shica, se dijo: ¡Si estamos en familia! ¡Y casi a oscuras!: ¡Lo bien que lo vamos a pasar!

Dicho y hecho: con su pelo rapado, su sonrisa de oreja a oreja y sus caderas sandungueras, la ceutí empezó a derramar a borbotones esa macedonia de copla, flamenco, hip hop y funk que configura su primer y hasta la fecha único disco, Trabajito de Chinos. Y el respetable, claro, se apuntó raudo a la fiesta. El sonido, gracias a Dios, mejoraba, y fueron cayendo los temazos Lloro, Sol de mi sol, Maricarmen, La Bien Pagá... contagiando de buen rollito a todos los presentes. Hasta los más escépticos disfrutaban con el compadreo de La Shica, que no dejaba de hablar con el público. ¿Cuál queréis ahora:una muy triste de una cosa que me pasó una vez, o una pa' reir? Una pa' reir, ¿no?, preguntaba para dar paso a la divertida El Probador. Mientras, y dado que acababa de terminar El Bicho, incesante degoteo de rezagados, que alucinaban con el pollo que estaba montando la atípica coplera. El contrabajo se dejaba las yemas, el guitarra soleaba como un bendito, y las coristas hacían temblar Tarragona a golpe de tacón. Risas, palmas, flamenqueo, el público coreando los temas... El duende de Elsa y de toda la banda inundaba el parque en el que, para el que suscribe, fue el mejor concierto de las Fiestas de Santa Tecla 2008.

Pero ya eran casi las 3.00, y un único disco no da para tanto, así que a la horita y poco, muy a pesar de todo el mundo, se terminó. Vítores, aplausos, y todos a dormir contentos por haber desafiado a Morfeo y haber asistido a tan magno espectáculo. Grande, muy grande, esta Shica. Ojalá vuelva pronto: por aquí ya se la echa de menos.


PD: Gracias, Tatiane, por las fotos.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Intempestivos directos

Esta semana ha salido el programa de las fiestas patronales de mi ciudad, y fue consultarlo y ponerme a maldecir en hebreo. Me explico. Aquí un servidor se va a dormir con las gallinas (que las mentes perversas no piensen que me refiero a una práctica zoofílica, sino a que me acuesto muy pronto). Como los días de diario he de estar en pie a las 7 de la mañana, sobre las 23.00 ya me meto en el sobre, a veces antes si me apetece leer un rato.

Por otro lado, la oferta conciertil de Tarragona durante el resto del año brilla por su escasez, por no decir ausencia. ¿Y qué pasa la semana de fiestas (nota al margen: que sea la semana de fiestas no significa que no se tenga que ir a trabajar)? Pues que concentran todos los conciertos que no ha habido durante el año, y además a horas intempestivas. El primer ejemplo, y el más lacerante para mí: la actuación de La Shica. Llevo meses escuchando a todas horas Trabajito de chinos, el magnífico primer disco de esta ceutí, que mezcla de manera increíble Hip hop, flamenco e incluso copla. Así que el alegrón fue mayúsculo cuando me enteré que tocaba en el Parc de les Granotes (a escasos metros de chez moi). Pero... ¿para cuando está programado tan magno evento? ¡Para el LUNES, a la UNA de la MAÑANA!

La sinrazón continúa, claro, al menos con los grupos que más me interesan: el martes, sobre las 00.30, Whiskyn's (un buen grupo de pop que sigo desde que mi amigo Jose tocó el bajo con ellos y me pasaba los discos by the sideburn). El miércoles, sobre las 00.00, Obrint Pas, buen ska reivindicativo desde el País Valencià. Y el jueves, a las 22.00 (¡menos mal!), Pepet i Marieta, una fantástica banda de les Terres de l'Ebre que me encanta y que presentan nuevo disco. Eso sí, al menos han puesto a Rosendo el sábado, aunque como ha tocado por aquí docenas de veces, quizás me lo pierdo y me acerco a los conciertos alternativos de la zona de Les Barraques.

O sea, que pueden pasar dos cosas. O muy a mi pesar me pierdo algunos de los conciertos, o si paseáis por Tarragona por estas fechas encontraréis una alma en pena, con mirada vidriosa y ojeras hasta el suelo. Si es así, saludad, que soy yo.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Arde la hoguera

A finales de los 80 dos grandes discos me alegraron las orejas, aunque me dejaron más de un dolor de cervicales: Fireworks (1987) y Point Blank (1989), del grupo de heavy alemán Bonfire (La Hoguera). Solían sonar a todo volumen en el coche de mi amigo Jordi, mientras ibamos de fiesta a cualquier garito, agitando nuestras melenas a ritmo de temazos como Champion, Hard on me o Freedom is my belief. Así que, cuando el susodicho Jordi me llamó para decirme que tocaban en Ripollet la noche del viernes (29 de agosto de 2008) y me informó que en sus últimos conciertos el set list se componía básicamente de temas de esa época, estaba claro que no podíamos dejar pasar la ocasión.



Mientras esperabamos que se apagaran las luces, Jordi y yo intentábamos adivinar con que temazo empezaría el concierto, si con Ready for reaction o Bang down the door, las potentes canciones que abrían los álbumes anteriormente mencionados. Así que cuando salieron los componentes e inauguraron con Bells of freedom, de su último disco The Raüber (2008), recelamos nosotros y buena parte del respetable, pues todos habíamos venido a ver a los Bonfire de antaño. Además, la voz de Claus Lessmann no era la de 20 años atrás ni las guitarras sonaban tan afiladas como en estudio. Pero todo se podía perdonar si se dedicaban a los temas de su época dorada. Aún así, Claus se hizo de rogar: divagó y se lío con comentarios sobre el independentismo catalán, comparándolo con el bávaro (¿a qué venía eso?), hizo algunos chistes terribles (¿quién no conoce el famoso humor alemán?), repitió varias veces Hola Ripollet (impagable pronunciado en acento germano) y continuó interpretando canciones de sus últimos álbumes.

Hasta que, tras unos 20 minutos, se apiadó de nuestras almas y empezó el repaso a clásicos como Russian roulette, Don't touch the light, Who's foolin' who, Sweet obsession o (por fin) Ready for reaction y Bang down the door. Incluso se atrevió con una curiosa versión de Rock'n'roll cowboy en español, divertidísma y que aumentó el buen rollito del concierto. La banda hacía su trabajo, aunque sin excesos (excepto un buen solo del batería de dos o tres minutos) y sin quitar un ápice de protagonsimo al cantante, el único superviviente de los Bonfire originales.

Y así fue el concierto, durante algo más de hora y media, combinando temas míticos con novedades más o menos interesantes, en una buena sesión de rock duro que nos entretuvo e incluso nos hizo mover nuestras cabezas arriba y abajo, aunque ahora ya no hubiera melenas que agitar. Hay que reconocer que la Hoguera ya no arde con la fuerza de antaño, pero tras dos décadas aún calienta, y los que disfrutamos de sus viejos discos les agradecemos que nos recuerden que una vez, hace mucho tiempo, nos destrozamos el cuello con sus canciones.



PD: Perdón por la calidad de las fotos, pero la cámara cutre de 1 pixel y medio de mi móvil no da para mucho más.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Suave fue la noche

"Dicen que somos ruidosos, los oídos sufren mucho,
que cuando estamos tocando armamos mucho follón.
Que critiquen lo que quieran, seguimos con nuestro asunto,
no saben que el rock, amigos, se escucha con el corazón."

Los Suaves - Esta vida me va a matar (1982)

Muchos como yo, para los que estas líneas significan mucho, nos dimos cita en Alcarràs (Lleida) el sábado por la noche para ver a los más que veteranos Suaves, una banda histórica del rock en castellano que suscita pasiones encontradas: es muy normal encontrar seguidores auténticos del mundo del rock que no resisten la voz y las letras gastadas del gran Yosi, y a la vez, son legión sus seguidores (bueno, ¿no pasa esto con todos los grupos?).

En mi caso, yo fui parte de la legión durante mucho tiempo, y los Suaves pusieron música a mi vida en un montón de situaciones, ligándose a mis recuerdos de momentos fantásticos y de gigantescos desengaños sentimentales, con discos imprescindibles como Esta vida me va matar, Ese día piensa en mí, Maldita sea mi suerte y especialmente, Malas Notícias, una joya que se abre con la épica apocalíptica de la canción que da nombre al álbum. Blues puro, y no precisamente en la música.

Pero esto fue hace 15 años. Desde entonces, les había perdido la pista después de no disfrutar demasiado con sus últimos discos, y con la decadencia de Yosi sobre el escenario en los últimos conciertos que había visto.


Y de pronto, la posibilidad de verlos de nuevo me hacía ilusión, y la verdad es que salí con la sensación de que nada había cambiado, excepto el batería y un puñado de temas nuevos que no me sonaban demasiado. Yosi estuvo salido en su línea habitual, pero no hizo sufrir al público y cantó la mayoría de los temas como Dios manda, a pesar de que cuesta entender muchísimo lo que dice. Y la banda es excepcional, especialmente Alberto Cereijo y Fernando Calvo en unas guitarras que me gustaría oír no tan procesadas en el primer caso, y con un sonido más clásico (¿tendrá que ver el cambio de Marshall por Mesa Boogie en los amplis?). Pero vaya pedazo de guitarristas.

Al final, más de 2 horas de concierto más que sólido, y un montón de temas que me encantaron, especialmente el homenaje al frontman de los Thin Lizzy (¿Sabes?, Phil Lynnot murió), de quién tocaron una potentísima versión de su Massacre.

A pesar de los años, de los desmadres de Yosi, de la sensación de que Alberto no disfruta, de los últimos discos que para mi no están a la altura de los clásicos, los Suaves siguen contando y me encantará volverles a ver en cuanto tenga ocasión.

lunes, 25 de agosto de 2008

Eli Stone

Una buena noticia y una mala para los aficionados a las series y/o a la música.

La buena noticia es que este miércoles, 27 de agosto, Antena 3 estrena Eli Stone. David me recomendó esta serie hace unos meses, y me enganchó tanto que vi la primera temporada (en VOSE) de un tirón. Eli Stone es un abogado de un importante bufete especializado en defender grandes compañías, y que por una razón que no desvelaré, empieza a tener alucinaciones. La primera: mientras hace el amor con su novia escucha una canción de George Michael. Se dirige al comedor, y encuentra al excomponente de Wham! cantando sobre la mesa de centro. A partir de ahí, Eli tiene que ponerse del lado de los desfavorecidos (y por tanto en contra de las grandes empresas que pagan sus trajes de Armani) para que las visiones desaparezcan.

Cada capítulo lleva por título el de un tema de George Michael, en muchos de ellos hay pequeñas pero fantásticas actuaciones musicales (a menudo en forma de coro de gospel) y cada caso plantea un interesante conflicto ético y legal que la justicia trata de resolver. Todo aderezado con diálogos bien elaborados, buenas interpretaciones de los protagonistas y secundarios, e incluso efectos especiales muy dignos.

Así que aquí va esta recomendación, un estreno que no deberíais perderos. Y hasta aquí, la buena noticia.

La mala noticia es que emitirán Eli Stone pasadas las 12 de la noche. En fin...

martes, 19 de agosto de 2008

Cansado pero contento

Hace una semana que volví del Camino de Santiago, aunque la desidia estival no me ha permitido publicar en el blog hasta hoy. He de decir que la experiencia ha sido fantástica: un tute de kilómetros, pero los paisajes, la manera como te acogen en los albergues y sobretodo la gente que vas conociendo hacen que valga muchísimo la pena. También he de decir que no he hecho los deberes, y he escuchado poca de la poca (valga la rebuznancia) música que llevé conmigo. La verdad es que dejé los auriculares enterrados en la mochila y preferí charlar con mis compañeros de viaje: fue increíble escuchar las místicas teorías de Giralomo, las truculentas historias de Ramin, las bromas de Los Pelonchis o las canciones de Iris, voz del grupo holandés Dig E Dig, a la cual intenté enseñar rancheras como La Cucaracha y Cielito Lindo, y que me cantaba temas de André Hazes mientras caminábamos.

Al final, y sorprendentemente (al menos para mí, que no esperaba que llegaría más allá de Pamplona) hemos hecho unos 250 kms., desde Roncesvalles hasta Burgos, en 11 jornadas. Queda para futuras ocasiones terminarlo y llegar hasta Santiago, aunque si puedo elegir será en primavera o otoño, para evitar el calor que nos obligaba a levantarnos a las 6 de la mañana e incluso antes para finalizar la etapa antes del abrasante mediodía. Porqué... ¿qué demonios hace una persona humana levantándose a las 6 en agosto y de vacaciones?

En fin, lo dicho, maravillosa la experiencia, aunque me ha dejado cansado y con una perritis que todavía arrastro (acrecentada por el bochorno tarraconense y el estar aun de vacaciones). A ver si me pongo las pilas, escucho los discos que tenía pendientes, y comento alguno en esta Calle del Bourbon. Mientras tanto, feliz fin de agosto a todos... y ¡Buen Camino!.

jueves, 7 de agosto de 2008

Una recopilación para el verano

Buenos son estos días de descanso para recuperar una vieja tradición que me encantaba, la de preparar recopilaciones de grandes canciones para compartirlas con los amigos. Hace mucho tiempo que no lo hacía, y querría compartir con vosotros mi selección de este año, que un amigo ha colgado en rapidshare, y podéis bajar aquí.

A continuación, os comento un poco los temas más destacados:

The Bellrays - One Big Party y This is not the way it should be
Dos excelentes temas de su gran último disco (Hard, Sweet and Sticky), donde en mi opinión han encontrado el punto justo entre el rock y el soul.

Bruce Dickinson - Road to Hell
Ya sea en las filas de Iron Maiden o en solitario, la voz inconfundible de Bruce Dickinson ha creado un estilo. Para los más heavies.

Aerosmith - Mama Kin
Ya sabéis que este tema me tiene un pelín pillado últimamente. Sigo enganchado al solo inicial, con esa sensación de atropellamiento, y ese bajo a golpe de púa. Y ya van 35 años desde su publicación...


The Hellacopters - Make it tonight
Pese al título del disco, Rock & roll is dead, los Hellacopters demuestran en él que nada más lejos de la realidad. Rock clásico, muchos dirán stoner (algún día entenderé que significa esto), de una banda imprescindible que se despide de nosotros este septiembre en Barcelona (18/9, Razzmatazz 2).

Black Stone Cherry - Tired of the Rain
Uno de los descubrimientos de este año. Acaban de publicar su segundo disco, que aún no he tenido ocasión de echarme a los oídos. Este Tired of the Rain está incluido en su primer trabajo homónimo.

Blind Melon - Wishing Well
Retorno este año de una banda importante en el movimiento grunge, y que a mi siempre me ha sonado muy distinta a los grandes del género. Sus dos primeros discos son de escucha obligada, y tras la muerte de Shannon Hoon han vuelto 13 años después con un nuevo cantante y un disco moderno, pero continuista. No me atrevo a valorarlo aún, pero el tema que lo abre es un puntazo.

Screamin' Cheetah Wheelies - Shakin' the blues
El tema que abre el primer disco de los Screamin' me voló la cabeza la primera vez que lo oí, y lo hace cada vez que vuelvo a ponerlo. Muy alejado del relajado último trabajo gospel de Mike Farris, con esta canción podrás entender porqué los considero una de las bandas claves de los 90.

Down - Stone the Crow
Hubo vida para Phil Anselmo después de Pantera. Trallazo de metal sureño. Atención al especialísimo ritmo de batería del estribillo del tema, nada evidente.

Old Union - Rusted
Genial y desconocida banda de raíces sureñas, que está girando en estos momentos por los USA, presentando su Motels & Highways, de donde sale este Rusted con ese órgano maravilloso y ese sonido de guitarra que me tiene loco.

Ritchie Kotzen - Fooled Again
El que fuera guitarrista de Poison y Mister Big en solitario, con una de aquellas canciones redondas, con una guitarra solista que te atrapa, que consigue que no quieras que esto no acabe nunca, a pesar de los 8 minutos largos de tema.

Disfrutadlo, nos vemos las calvas.

miércoles, 30 de julio de 2008

Se hace Camino al andar

Llegaron las vacaciones, y otra vez mi mochila espera en una esquina, lista para levantar el vuelo. Este año me quedo cerquita: en dos horas sale mi autocar a Pamplona, y de ahí otro a Roncesvalles, desde donde haré con un amigo un tramo del Camino de Santiago. El plan es ir siguiendo el Camino Francés unos 10 ó 12 días, hasta que nos cansemos. Aunque, visto lo que hemos entrenado, ya podría ser que la ruta final fuera Roncesvalles - Pamplona - Marina d'Or Ciudad de Vacaciones.

Como me han recomendado encarecidamente que lleve el menos lastre posible, he decidido dejar en casa mi reproductor de MP3, y cargar algo de música en los 512 Mb de la tarjeta del móvil. Pensé en hacer una selección de 5 o 6 álbumes imprescindibles, pero finalmente he elegido unos discos que todavía no he escuchado, a ver qué tal. ¿Arriesgado? Soy un hombre al que le gustan las emociones fuertes ;-)

Hete aquí la lista:

Alice Cooper, Dirty Diamonds: Disfruté del Sr. Cooper en los 80 y 90, y tenía ganas de escuchar qué está haciendo últimamente.
Augustana, Can't Love, Can't Hurt: Recomendación expresa en un comentario de Manolo, así que no la podía dejar pasar.
Beth Hart, 37 Days: Hace unos días me enteré que Beth Hart lanzó un nuevo trabajo en 2007. Su anterior disco es uno de mis favoritos, así que a ver qué tal éste.
Sister Hazel, Absolutely: Tras unos discos iniciales notables y los siguientes bastante mediocres, AllMusic.com puntúa con 4 estrellas este álbum de Sister Hazel. Veremos.
Soul Atac, Soul Atac: Hace un par de semanas vi en directo a esta banda de funky valenciana y me encantaron. ¿Sonarán igual de bien en estudio?
Varios Artistas, BSO My Blueberry Nights: Acabo de ver la película, y espero que la banda sonora me la recuerde. O al menos, que me sirva para conciliar el sueño entre los ronquidos que al parecer inundan las habitaciones de los albergues.

Como siempre, el blog queda en las manos expertas de David, así que sólo me queda despedirme y agradeceros vuestro paso por esta Calle del Bourbon. Feliz agosto a todos, y nos vemos en unos 15 días... ¡si sobrevivo!


lunes, 28 de julio de 2008

My blueberry nights

El año pasado oí que Wong Kar Wai estaba rodando una nueva película. El panorama no podía ser mejor: la preciosista dirección del artífice de Deseando amar, la fotografía a cargo de Darius Khondji (Delicatessen, Seven...), independiente, tintes de road movie, banda sonora de Ry Cooder, fantásticos actores (Jude Law, Rachel Weisz, David Strathairn, Natalie Portman...) y, sobretodo, mi Norah Norah Norah como protagonista.

Pero mis ilusiones chocaron con el nulo eco mediático de su estreno: no oí nada en televisión, apenas comentarios en los blogs que frecuento (sólo este post del ascensorista, que no leí para no influenciarme), y no la programaron en los cines de mi ciudad (donde el cine independiente brilla por su ausencia, todo sea dicho). Así que, cuando la conseguí, hace unas semanas, estaba bastante receloso. Mucho me temía que la película me iba a defraudar, que la falta de promoción era motivada por la escasez de calidad del producto final, y que mis expectativas iban a quedar esparcidas por los suelos y en trocitos muy pequeños. Así que no ha sido hasta esta tarde que me he decidido a ver My Blueberry Nights.

Y... ¡¡¡WOW!!!

jueves, 24 de julio de 2008

Regalos para mis oídos

Os dejo tres pequeñas joyas que me han alegrado los oídos esta semana.

1) La maravilla de Jeff Healey en directo (we will miss you, man), tocando blues lento, como muy pocos saben hacer:

(tendréis que clickar el enlace, en este vídeo se ha desactivado la inserción)


2) El Fooled Again de Ritchie Kotzen, genial guitarrista de Poison y Mr Big, rock clásico con un sonido moderno. ¡Qué tema imprescindible!





3) La genial Mama Kin de unos crudos Aerosmith. Genial voz de directo en la mejor época de la banda





Nos vemos las calvas.

lunes, 21 de julio de 2008

Hijos de la gran chingada

Pues ya les conté que cuando yo era chamaquito escuchaba unas cintas de música que me dejó la mamasita de mi papá. Y de esas cintas, la que más me latía, tenía la bola de rancheras de artistas mexicanos bien chidos, como José Alfredo Jiménez o Armando Manzanero.

Ya de chamacón me gustó buscar sonidos que mezclaran el rock con el folklore de acá nuestro México, y descubrí a algunos grupos bien padres como The Mavericks, deSol o Los Lonely Boys, aunque cantaban en inglés y hacían una música más para gringos que para nosotros los hispanos. Pero gracias a un post de mi cuate Maese Rancio, recién encontré a unos cabrones que no paro de escuchar: Chingón, la banda del director de cine Robert Rodríguez.

¡Yahuaaa, qué gran grupo! En su segundo y último disco, Mexican Spaghetti Western, estos hijos de la gran chingada interpretan temazos mexicanos como Malagueña Salerosa (incluída en la BSO de Kill Bill, vol. 2), Cuka Rocka (una versión bien pendeja de La Cucaracha) o Cielito lindo, pero así con guitarras bien mamadas y tocados a toda madre. ¡Ándelen y no dejen de abrir sus orejitas para oír tan tremenda canción!





Así que desde aquí esta Calle del Bourbon, que ahorita mismo voy a bautizar como del Tequila, gracias güey por el descubrimiento... ¡y que viva Jalisco, huevones!


PD: Perdón a todos los mexicanos por el atropello a su lengua, y un abrazo desde el Este del Atlántico.

miércoles, 16 de julio de 2008

Jeff Healey connection

Más veces de las que me gustaría vienen a mi mente pensamientos de nostalgia, de un tiempo en que ese cóctel explosivo llamado adolescente empieza a darse cuenta de que la vida es hermosa a pesar de todo, y de que la música que empieza a acompañarlo a todas horas va a formar parte de su vida para siempre, ligada a situaciones y momentos especiales, cual banda sonora de pasiones y desengaños.

Un tiempo en que descubres discos que te vuelan la cabeza, canciones maravillosas que sabes con certeza que se han escrito solo para ti, momentos de soledad buscada donde descubres que significa estar en calma contigo mismo y, por encima de todo, la noche y el rock como un estilo de vida (y no precisamente 0,0%).

Probablemente estéis pensando ya que lo que me pasa se llama vejez, y recién cumplidos los 35 podría empezar a estar de acuerdo, pero más bien creo que es el efecto que me produce escuchar discos que me conectan con esa época. En particular, el esencial Mess of Blues de Jeff Healey, un trabajo comercializado tan solo pocos días después de su temprana muerte a los 41 años, este mes de marzo. Jeff es uno de los grandes que me ha alegrado siempre la vida, y mucho.


Intentando ser lo más objetivo posible, solo puedo calificar a Mess of Blues de excepcional. Aunque algunos de sus temas han sido grabados en vivo, no se trata de un trabajo de directo, pero suena como si lo fuera, fresco e inmediato. Se nota que Jeff hace lo que le gusta y disfruta haciéndolo, y eso es destacable porque este es su primer disco de blues en 8 años, en un hiato dedicado por entero a su proyecto alternativo de swing jazz, con el que grabó 2 discos a la trompeta. Como dice el mismo Jeff, "Me gustaría demostrar a la gente que mi respeto por el blues permanece tan fuerte como siempre, igual que el compromiso que tenemos con la gente que viene a oírnos cuando tocamos" (link)

Este un disco de aquellos que apetece comprar, por los que vale la pena pagar, un homenaje póstumo a un artista con el que siento una conexión. Uno de los grandes, de aquellos en que cada nota es personal, sincera, arriesgada y llena de feeling.

Pegádle una escucha, compradlo si podéis. Estoy seguro que os conectará con lo mejor de vosotros mismos.

lunes, 14 de julio de 2008

Diáspora londinense

Este fin de semana he estado en Londres, y como últimamente este blog me sirve más de baúl de los recuerdos (uh-uh) que para comentar discos y grupos, voy a colgar aquí unas fotos. Las hice el sábado en Hyde Park, donde se celebraba el Diaspora London Music Village, un festival de músicas de around the world organizado por la ONG Cultural Co-operation. Como todo tutti-frutti que se precie, hubieron actuaciones más y menos interesantes, pero en general la experiencia fue muy positiva: buena música, buen rollito, mucha multiculturalidad, y el tiempo acompañando, lo cual es todo un lujo en la capital de UK.

Llegamos cuando terminaban Guillermo Rozenthuler and Rioplatenses (Argentina), y fue una lástima porque lo poco que pudimos oir prometía. Sólo intuimos el final de una canción, un tango fusionado con jazz que sonaba fantásticamente bien. Por cierto, no me dio tiempo ni a acercarme al escenario, así que el único testimonio gráfico que tengo es la siguiente foto:


A continuación, London Jing Kun Opera (China), una par de tenores orientales ataviados con unos imposibles trajes tradicionales y cantando opera. Supongo que a los chinos les debía parecer lo más, pero la verdad, las interminables explicaciones de la presentadora comentando cada detalle de los trajes, la taladrante música folclórica china (secuenciada) y las voces histriónicas de los intérpretes hicieron la actuación bastante "abulida".


La cosa se animó con Cheb Nacim (Algeria) y su banda, que fusionaban raï ("género musical iniciado a principios del s. XX en los alrededores de Orán", según la Wikipedia) con sonidos latinos. Pese a ser las 4 tarde de la tarde, las espectadoras más animosas se levantaron para contornear el vientre a ritmo de música árabe.


Tras Cheb Nacim salió a escena Chen Wang (China), una lánguida cantante oriental, sin acompañamiento musical. Nos temíamos otro peñazo como el de la ópera china, pero no. En una brevísima actuación de sólo 15 minutos la chica ofreció dos maravillosas interpretaciones a capella que nos pusieron la carne de gallina.


Luego el concierto decayó con el folclore hindú a cargo de la violinista Jyotsna Srikanth (India), bastante muermo. Supongo que mis contaminados oídos occidentales no están acostumbrados a este tipo de música, y como ya se nos estaba borrando la raya del culo de tanto estar sentados en el césped, fuimos a dar una vuelta por Hyde Park.


A la vuelta ya estaba tocando Klezmer Klub, una banda de música judía procedente de Europa oriental. Polka y sonidos gitanos que volvieron a hacer danzar al público, esta vez cogidos de las manos hasta formar una serpiente humana a la que se unió la vocalista del grupo.


Y por último, Osvaldo Chacón y su Timba (Cuba), que a mi parecer, fueron lo mejor de la tarde. Salsa afrocubana a cargo de una multiétnica banda, maravillosa instrumentalmente y liderada por un magnífico cantante que con su duende cubano y su torpe inglés hizo levantar a todo el mundo, acompañar a las palmas, corear las cumbias y pedir "Otra, otra" (que no "Another, another").

Aun quedaban por actuar Africa Jambo (Congo), pero se hacía tarde y el hasta entonces clemente tiempo londinense estaba volviendo a sus (malos) hábitos, así que retiramos con buen sabor de boca por la muestra de world music a la que habíamos asistido. La tarde del domingo continuaba el festival pero, desgraciadamente, mi avión salía a mediodía.