domingo, 28 de septiembre de 2008

GIBSO#2 - Thin Lizzy - Jailbreak

El viejo bribón se sirvió un nuevo trago largo de whisky, y no precisamente del malo. Hacía tiempo que malvivía, o vivía como un rey, según se mire, en un vetusto ático del casco viejo. Una dieta de pirámide mediterránea invertida, basada en las calorías vacías del alcohol y en porquerías deliciosas diversas le había redondeado la figura, pero tras sus gafas de hipermétrope se escondía aún una luz que contrastaba con sus manos, ahora temblorosas.

Mientras apuraba su copa y buscaba de nuevo a hurtadillas la botella, se acordó de como la conoció. Rememoró su pelo de seda y sus ojos zafiro, y se deshizo en el recuerdo de una tarde de otoño en que juntos, cantaron, tocaron y se tocaron.

Se acordó de como ella escogió aquel disco, precisamente aquel, de entre los miles que poblaban las cajas de aquella tienda de discos, llena hasta el último rincón de vinilos fantásticos, y se lo enseño con una sonrisa. En la portada, un cómic que en el año 1976 pretendía ser futurista, pudo leer: Thin Lizzy - Jailbreak. En el interior, surcos grabados con la fuerza de dos guitarras fieras, un bajo inimitable y una batería excelente, lo transportaron a momentos mágicos de su vida, y la voz de Phil Lynott, melancólico bribón romántico, lo envolvió mientras Scott Gorham y Brian Robertson acaban de descubrir un estilo de dobles lineas melódicas a la guitarra que muchísimos grupos imitarían después.


Con el tiempo, se daría cuenta de que estaba escuchando un momento clave en la trayectoria de un grupo que había apuntado maneras en anteriores trabajos, y que daría que hablar más tarde, pero que en Jailbreak acababa de parir una obra maestra, sin un solo tema sobrante, desde la maravilla hard rock que lo abre y le da título, hasta la mítica The Boys Are Back In Town, sin olvidar un Cowboy Song que le puso la piel de gallina la primera vez que lo escuchó.

Cuando la aguja del tocadiscos, que había llegado al final, lo devolvió a la realidad, buscó un lápiz, y en un espacio de la portada, sin saber bien porqué, escribió en letras claras: GIBSO.

Nunca se sabe, pensó, quizás algún día tenga un blog.


martes, 23 de septiembre de 2008

Musha Shica

Bando

La Regidoría de Cultura y Espectáculos del Ayuntamiento de Tarragona hace saber que, si durante el mismo año natural organiza dos (y sólo dos) conciertos de flamenco fusión, ambos se programarán el mismo día, a prácticamente la misma hora, y en horarios intempestivos.

Por joder, más que nada
.

La presente directiva municipal motivó que, cuando empezó la actuación de La Shica, el lunes, 15 de septiembre, a la 1.20 de la mañana, en el Parc de Les Granotes no hubieran más que cuatro gatos, dada la coincidencia horaria con el concierto de El Bicho (aburridísimo, por cierto), que había empezado una hora antes en la Plaça de la Font. Si a eso le sumamos la deficiencia inicial del sonido, y el espartano equipo de luces que alumbraba el escenario, hay que reconocer que era árdua la tarea de llevar el espectáculo a buen puerto. Pero lejos de amedrentarse, Elsa Rovayo, La Shica, se dijo: ¡Si estamos en familia! ¡Y casi a oscuras!: ¡Lo bien que lo vamos a pasar!

Dicho y hecho: con su pelo rapado, su sonrisa de oreja a oreja y sus caderas sandungueras, la ceutí empezó a derramar a borbotones esa macedonia de copla, flamenco, hip hop y funk que configura su primer y hasta la fecha único disco, Trabajito de Chinos. Y el respetable, claro, se apuntó raudo a la fiesta. El sonido, gracias a Dios, mejoraba, y fueron cayendo los temazos Lloro, Sol de mi sol, Maricarmen, La Bien Pagá... contagiando de buen rollito a todos los presentes. Hasta los más escépticos disfrutaban con el compadreo de La Shica, que no dejaba de hablar con el público. ¿Cuál queréis ahora:una muy triste de una cosa que me pasó una vez, o una pa' reir? Una pa' reir, ¿no?, preguntaba para dar paso a la divertida El Probador. Mientras, y dado que acababa de terminar El Bicho, incesante degoteo de rezagados, que alucinaban con el pollo que estaba montando la atípica coplera. El contrabajo se dejaba las yemas, el guitarra soleaba como un bendito, y las coristas hacían temblar Tarragona a golpe de tacón. Risas, palmas, flamenqueo, el público coreando los temas... El duende de Elsa y de toda la banda inundaba el parque en el que, para el que suscribe, fue el mejor concierto de las Fiestas de Santa Tecla 2008.

Pero ya eran casi las 3.00, y un único disco no da para tanto, así que a la horita y poco, muy a pesar de todo el mundo, se terminó. Vítores, aplausos, y todos a dormir contentos por haber desafiado a Morfeo y haber asistido a tan magno espectáculo. Grande, muy grande, esta Shica. Ojalá vuelva pronto: por aquí ya se la echa de menos.


PD: Gracias, Tatiane, por las fotos.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Intempestivos directos

Esta semana ha salido el programa de las fiestas patronales de mi ciudad, y fue consultarlo y ponerme a maldecir en hebreo. Me explico. Aquí un servidor se va a dormir con las gallinas (que las mentes perversas no piensen que me refiero a una práctica zoofílica, sino a que me acuesto muy pronto). Como los días de diario he de estar en pie a las 7 de la mañana, sobre las 23.00 ya me meto en el sobre, a veces antes si me apetece leer un rato.

Por otro lado, la oferta conciertil de Tarragona durante el resto del año brilla por su escasez, por no decir ausencia. ¿Y qué pasa la semana de fiestas (nota al margen: que sea la semana de fiestas no significa que no se tenga que ir a trabajar)? Pues que concentran todos los conciertos que no ha habido durante el año, y además a horas intempestivas. El primer ejemplo, y el más lacerante para mí: la actuación de La Shica. Llevo meses escuchando a todas horas Trabajito de chinos, el magnífico primer disco de esta ceutí, que mezcla de manera increíble Hip hop, flamenco e incluso copla. Así que el alegrón fue mayúsculo cuando me enteré que tocaba en el Parc de les Granotes (a escasos metros de chez moi). Pero... ¿para cuando está programado tan magno evento? ¡Para el LUNES, a la UNA de la MAÑANA!

La sinrazón continúa, claro, al menos con los grupos que más me interesan: el martes, sobre las 00.30, Whiskyn's (un buen grupo de pop que sigo desde que mi amigo Jose tocó el bajo con ellos y me pasaba los discos by the sideburn). El miércoles, sobre las 00.00, Obrint Pas, buen ska reivindicativo desde el País Valencià. Y el jueves, a las 22.00 (¡menos mal!), Pepet i Marieta, una fantástica banda de les Terres de l'Ebre que me encanta y que presentan nuevo disco. Eso sí, al menos han puesto a Rosendo el sábado, aunque como ha tocado por aquí docenas de veces, quizás me lo pierdo y me acerco a los conciertos alternativos de la zona de Les Barraques.

O sea, que pueden pasar dos cosas. O muy a mi pesar me pierdo algunos de los conciertos, o si paseáis por Tarragona por estas fechas encontraréis una alma en pena, con mirada vidriosa y ojeras hasta el suelo. Si es así, saludad, que soy yo.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Arde la hoguera

A finales de los 80 dos grandes discos me alegraron las orejas, aunque me dejaron más de un dolor de cervicales: Fireworks (1987) y Point Blank (1989), del grupo de heavy alemán Bonfire (La Hoguera). Solían sonar a todo volumen en el coche de mi amigo Jordi, mientras ibamos de fiesta a cualquier garito, agitando nuestras melenas a ritmo de temazos como Champion, Hard on me o Freedom is my belief. Así que, cuando el susodicho Jordi me llamó para decirme que tocaban en Ripollet la noche del viernes (29 de agosto de 2008) y me informó que en sus últimos conciertos el set list se componía básicamente de temas de esa época, estaba claro que no podíamos dejar pasar la ocasión.



Mientras esperabamos que se apagaran las luces, Jordi y yo intentábamos adivinar con que temazo empezaría el concierto, si con Ready for reaction o Bang down the door, las potentes canciones que abrían los álbumes anteriormente mencionados. Así que cuando salieron los componentes e inauguraron con Bells of freedom, de su último disco The Raüber (2008), recelamos nosotros y buena parte del respetable, pues todos habíamos venido a ver a los Bonfire de antaño. Además, la voz de Claus Lessmann no era la de 20 años atrás ni las guitarras sonaban tan afiladas como en estudio. Pero todo se podía perdonar si se dedicaban a los temas de su época dorada. Aún así, Claus se hizo de rogar: divagó y se lío con comentarios sobre el independentismo catalán, comparándolo con el bávaro (¿a qué venía eso?), hizo algunos chistes terribles (¿quién no conoce el famoso humor alemán?), repitió varias veces Hola Ripollet (impagable pronunciado en acento germano) y continuó interpretando canciones de sus últimos álbumes.

Hasta que, tras unos 20 minutos, se apiadó de nuestras almas y empezó el repaso a clásicos como Russian roulette, Don't touch the light, Who's foolin' who, Sweet obsession o (por fin) Ready for reaction y Bang down the door. Incluso se atrevió con una curiosa versión de Rock'n'roll cowboy en español, divertidísma y que aumentó el buen rollito del concierto. La banda hacía su trabajo, aunque sin excesos (excepto un buen solo del batería de dos o tres minutos) y sin quitar un ápice de protagonsimo al cantante, el único superviviente de los Bonfire originales.

Y así fue el concierto, durante algo más de hora y media, combinando temas míticos con novedades más o menos interesantes, en una buena sesión de rock duro que nos entretuvo e incluso nos hizo mover nuestras cabezas arriba y abajo, aunque ahora ya no hubiera melenas que agitar. Hay que reconocer que la Hoguera ya no arde con la fuerza de antaño, pero tras dos décadas aún calienta, y los que disfrutamos de sus viejos discos les agradecemos que nos recuerden que una vez, hace mucho tiempo, nos destrozamos el cuello con sus canciones.



PD: Perdón por la calidad de las fotos, pero la cámara cutre de 1 pixel y medio de mi móvil no da para mucho más.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Suave fue la noche

"Dicen que somos ruidosos, los oídos sufren mucho,
que cuando estamos tocando armamos mucho follón.
Que critiquen lo que quieran, seguimos con nuestro asunto,
no saben que el rock, amigos, se escucha con el corazón."

Los Suaves - Esta vida me va a matar (1982)

Muchos como yo, para los que estas líneas significan mucho, nos dimos cita en Alcarràs (Lleida) el sábado por la noche para ver a los más que veteranos Suaves, una banda histórica del rock en castellano que suscita pasiones encontradas: es muy normal encontrar seguidores auténticos del mundo del rock que no resisten la voz y las letras gastadas del gran Yosi, y a la vez, son legión sus seguidores (bueno, ¿no pasa esto con todos los grupos?).

En mi caso, yo fui parte de la legión durante mucho tiempo, y los Suaves pusieron música a mi vida en un montón de situaciones, ligándose a mis recuerdos de momentos fantásticos y de gigantescos desengaños sentimentales, con discos imprescindibles como Esta vida me va matar, Ese día piensa en mí, Maldita sea mi suerte y especialmente, Malas Notícias, una joya que se abre con la épica apocalíptica de la canción que da nombre al álbum. Blues puro, y no precisamente en la música.

Pero esto fue hace 15 años. Desde entonces, les había perdido la pista después de no disfrutar demasiado con sus últimos discos, y con la decadencia de Yosi sobre el escenario en los últimos conciertos que había visto.


Y de pronto, la posibilidad de verlos de nuevo me hacía ilusión, y la verdad es que salí con la sensación de que nada había cambiado, excepto el batería y un puñado de temas nuevos que no me sonaban demasiado. Yosi estuvo salido en su línea habitual, pero no hizo sufrir al público y cantó la mayoría de los temas como Dios manda, a pesar de que cuesta entender muchísimo lo que dice. Y la banda es excepcional, especialmente Alberto Cereijo y Fernando Calvo en unas guitarras que me gustaría oír no tan procesadas en el primer caso, y con un sonido más clásico (¿tendrá que ver el cambio de Marshall por Mesa Boogie en los amplis?). Pero vaya pedazo de guitarristas.

Al final, más de 2 horas de concierto más que sólido, y un montón de temas que me encantaron, especialmente el homenaje al frontman de los Thin Lizzy (¿Sabes?, Phil Lynnot murió), de quién tocaron una potentísima versión de su Massacre.

A pesar de los años, de los desmadres de Yosi, de la sensación de que Alberto no disfruta, de los últimos discos que para mi no están a la altura de los clásicos, los Suaves siguen contando y me encantará volverles a ver en cuanto tenga ocasión.