jueves, 22 de julio de 2010

Mi canción del verano 2010

Otra vez finales de julio, y otra vez sin enterarme (ni falta que me hace) de cuál es "oficialmente" la maldita canción del verano. Y como cada año, elijo (o él me elije a mí) mi propio tema veraniego, que pongo cuando tengo ganas de oir música refrescante y de fácil escucha, aunque sea algo frívola.

Desde hace semanas suena en mi reproductor de MP3 el disco Sunny Side Up (2009) de Paolo Nutini. Supongo que el tal Paolo, que tiene pinta de rompecorazones italiano (aunque es escocés), debe estar haciendo estragos en las listas de éxitos de algún país, y sus pósters deben cubrir las paredes de más de una quinceañera. Pero que sea o no comercial, la verdad es que me da bastante igual. Estoy disfrutando todos y cada uno de los cortes del álbum de este tío, que a veces me recuerda a Dylan, a veces a Sam Cooke, y a veces al Paul Simon de Graceland.

Por elegir un tema (aunque en el disco hay muchísimos que valen la pena), cuelgo aquí el vídeo de Candy. Me gusta como va creciendo la canción, empezando como una balada folk y acelerándose hasta llegar al lamento final, con toques gospel. Ideal para escucharla en bermudas en un chiringuito de playa, con una caña en la mano y la mirada perdida en el horizonte.





Mis anteriores canciones del verano:

jueves, 15 de julio de 2010

En estado de gracia

Madre del Amor Hermoso, vaya pedazo de disco se acaban de sacar de la manga Grace Potter and The Nocturnals. He de reconocer que su anterior trabajo, This Is Somewhere (2007) no me acabó de convencer, pero este último me ha dejado patas arriba. Grace Potter and The Nocturnals (2010) se abre con Paris (Oh La La), increíble tema de tintes ledzeppelinianos y con brutales cambios de ritmos. Pero quien a partir de este inicio espere un disco de rock al uso, anda muy equivocado. La banda de Vermont ofrece un álbum ecléctico que repasa muchísimos estilos del siglo pasado, todo un homenaje a la música popular. Hay espacio para el reggae (Goodbye Kiss), el sonido Motown (Only Love), el funk (Hot Summer Night), el soul (Low Road) e incluso el pop de los 80 (One Short Night). Pero, por supuesto, también hay temazos más contundentes, como Tiny Light o Medicine, que beben del blues, del rock duro y hasta del punk. Y todo, claro, aderezado con la increíble voz de la señorita Potter, que sale victoriosa en todos los palos, y producido de manera impecable por el megaproductor Mark Batson.

Quizás los más rockers echarán de menos un sonido más guitarrero en la segunda mitad del disco, y para los amantes de la música negra las primeras canciones serán demasiado potentes. Pero hay que reconocer que Grace Potter and the Nocturnals están en estado de gracia (valga la redundancia), y su último trabajo es toda una explosión de rock'n'soul, una gozada donde es prácticamente imposible encontrar un tema mediocre.



sábado, 10 de julio de 2010

El muro de Berlín

Es curioso que, en Berlín, la atracción turística más buscada por los visitantes es una que ya no existe. Hace 20 años que cayó el muro, y sólo en escasos puntos de la capital alemana continúan en pie pedazos de él. Algunos trozos están repletos de graffiti, mientras otros conservan su gris hormigón. En otros lugares (cerca del Reichtag, por ejemplo), dos filas de adoquines en el suelo recuerdan por donde se extendía la pared que partía la ciudad en dos. Pero en la mayor parte de Berlín es imposible adivinar donde estaba la línea divisoria, qué parte era RFA y qué parte RDA.

Sin duda la caída del muro representó un gran triunfo de las libertades, el fin de una época de represión y dictaduras en la Europa comunista. Pero también hay que recordar qué pretendió encerrar desde 1961 hasta 1989: las ruinas de unos ideales muy nobles, la quimera de una sociedad sin ricos ni pobres, donde todo el mundo tuviera los mismos derechos, donde los poderosos no pudieran pisotear a los parias. Un sueño que fue aniquilado por la corrupción, la avaricia y la intolerancia, y que se intentó aprisionar para que la gente no huyera de las cenizas ardientes del comunismo, y para que el resto del planeta no viera que los humanos nos habíamos cargado, otra vez, la posibilidad de construir un Mundo más justo.




Ese tipo que va al club de golf si lo hubieras visto ayer
dando gritos de “Yankie go home”, coreando slogans de Fidel.
Hoy tiene un adoquín, en su despacho, del muro de Berlín.
Ese mismo que tanto admiró la moral estilo soviet
por un catorce por ciento cambió, la imaginación al poder.
Desde que a Hollywood, llega una línea, del metro de Moscú.

Ha muerto Rasputín, se acabó la guerra fría
que viva la gastronomía.
Y uno no sabe si reír o si llorar
viendo a Rambo en Bucarest fumar la pipa de la paz.

Ese que “al capitán Goma Dos” con spray pintaba en la pared,
sufre de exceso de colesterol si fluctúan los tipos de interés.
Y tiene un adoquín, en su despacho, del muro de Berlín.

No habrá revolución, es el fin de la utopía
que viva la bisutería.
Y uno no sabe si reír o si llorar
viendo a Trotsky en Wall Street fumar la pipa de la paz.

Ha muerto Rasputín, se acabó la guerra fría
que viva la peluquería.
Y uno no sabe si reír o si llorar
por lo menos que le pongan hash a la pipa de la paz.

Siempre que lucha la KGB contra la CIA
gana la final la policía
sobre el rencor de clase floreció el amor,
ayer Lenin y Sza Sza Gabor se casaban en New York.
No habrá revolución se acabó la guerra fría
se suicidó la ideología.
Y uno no sabe si reír o si llorar…

Joaquín Sabina - El muro de Berlín (1990)

lunes, 5 de julio de 2010

Algo de red dirt

Hace unos meses, David me descubrió un nuevo género musical: el Red Dirt. Según la siempre socorrida Wikipedia, el red dirt toma su nombre del color rojizo de la tierra de Oklahoma, y se encuentra a caballo entre el rock sureño y el country. Hete aquí cuatro discazos representativos de este estilo que llevan mucho tiempo alegrándome las orejas.

Bulletproof (2008), de Reckless Kelly. Mi primera incursión en el género, cuando aun no sabía que era un género (o subgénero) en sí mismo. A destacar temas tan contundentes como Love in Her Eyes o el que abre el disco, Ragged as the Road. Un disco relativamente reciente y que ya se ha convertido en un clásico.


Roller Coaster (2004), de Randy Rogers Band. Segundo álbum en estudio de estos tejanos, y mi segunda y todavía mejor experiencia con el género. Con canciones tan potentes como irresistibles, Roller Coaster me convirtió en un incondicional de la Randy Rogers Band en particular y del red dirt en general.


Mission California (2007), de Cross Canadian Ragweed. La intro de Record Exec, el tema que abre el disco, te atrapa al instante y vaticina lo que es Mission California: un trabajo muy bien parido, paradigma del red dirt. Y es que la Cross Canadian Ragweed, formada en 1994, es la más veterana de las bandas que hoy nos ocupan, y más sabe el diablo por viejo...


Naive (2008), de Micky & The Motorcars. La más joven de las cuatro bandas ofrece con Naive un disco con melodías muy pegadizas, algo cercanas al pop, pero tan bien vestidas instrumentalmente que se ha convertido para mí en un disco imprescindible. Entra a la primera, pero las sucesivas escuchas sacan a relucir el savoir faire de esta gente de Idaho.