viernes, 30 de noviembre de 2007

4 europeas

Por razones obvias, el 95% de los álbumes de mi iTunes son en inglés, castellano o catalán. Pero hay 4 joyitas que rompen la norma. Se trata de 4 discos cantados en lenguas de las cuales no entiendo ni papa, y a cargo de mujeres que me alegran los oídos, además de otras partes de mi fisonomía. Dos de ellas han sido modelos, tres han intentado triunfar con discos en inglés (con discreto éxito) y las cuatro son rubias y quitan el hipo. Ésta es la banda sonora de mis sueños más calenturientos.

Bortom Det Blå (1997), de Lisa Ekdahl. Desde el primer momento que escuché a la etérea Lisa quedé prendado de su voz. La verdad, el sueco siempre me ha sonado a disco de vinilo sonando al revés, pero dejarse mecer por las canciones ininteligibles de la Srta. Ekdahl y su Bortom Det Blå es un placer que nadie debería perderse.






Quelqu'un M'a Dit (2001), de Carla Bruni. Ya hablé de la bella Carla en un post anterior: la top model de piernas infinitas que tiene el capricho de publicar un disco... y le sale esta obra maestra. Alguien dijo que el francés es el idioma del amor, pero no nos engañemos, es el del erotismo. Quatre consonnes et trois voyelles c'est le prénom de Raphaël / Je le murmure à mon oreille et chaque lettre m'émerveille, me susurra al oído. Y claro, uno no es de piedra...




Tunteita (2001), de Janita. ¿Qué hace una vikinga como Janita inspirándose en la samba y la bossa nova para su primer disco? Pues no sé, pero el acierto es pleno. La imponente finlandesa logra lo que parece imposible: cantar en finés y a la vez transportarte a las playas de Brasil. Un disco evocador a la vez que bailable. ¿Quién me iba a decir a mí que me iba a excitar con canciones con títulos como Rakas Jumala o Oot Valo Mun Pimeyteen?




Bohème (2004), de Annett Louisan. Yo tenía la concepción que el alemán era un idioma que era imposible que sonara sensual. Así que cojo mi viejo prejuicio, le pongo un poco de mostaza, y me lo trago con resignación. Porqué la joven Annett (que parece sacada de una peli de Tim Burton) hace lo que yo creía mitología (germánica, por supuesto): sonar sexy y sugerente cantando en la lengua de Wagner. Una delicia, temas como su ronroneate Die Katze. Miau.

Y así paso la soledad de mis noches, envuelto en la música de estas 4 divas y enamorándome de ellas un poquito más. Si algún día encuentro una lámpara, la froto, sale un genio y sólo me concede 3 deseos... pues tendré un problema.

lunes, 26 de noviembre de 2007

8 años sin Enrique

El pasado 17 de noviembre se cumplían 8 años de la muerte de uno de los grandes de la música pop española: Enrique Urquijo, fundador y líder del grupo Los Secretos.

Aún recuerdo cuando, a mis dieciocho años, escuché su disco La calle del olvido, un trabajo lleno de canciones de soledad y desamor, como era habitual en sus trabajos. Estuve una semana completamente melancólico, impregnado por el sentimiento de aquellos diez temas, y la gente me preguntaba si estaba triste por algo. Así eran las letras de Enrique Urquijo: hablaban de corazones rotos, de desesperanza, de perdedores. Canciones que llegaban al alma y se quedaban allí, en un rinconcito, volviendo a aparecer cuando la vida te llevaba a callejones parecidos.

El autor de Déjame era una persona extremadamente inestable, que pasaba de la euforia a las depresiones en cuestión de días, acentuadas per una adicción a la heroína que nunca fue capaz de abandonar. Siempre comentaba que cuando estaba alegre no escribía canciones: sus letras eran el espejo de su lado más triste, el más abatido. Temas como Quiero beber hasta perder el control o Agárrate a mí María son de los más emotivos de la música de los últimos treinta años. Pero la mayoría de sus melancólicos discos terminaban con una canción que aportaba una brizna de esperanza a tanta penuria, como Adiós tristeza, Después del huracán o Algo en la vida. Así era Enrique: después de la derrota siempre conseguía levantarse. Con una excepción: el día que su peor demonio, el caballo, le arrancaba la vida y le abandonaba en un portal del madrileño barrio de Malasaña. Triste final para Enrique, triste final para todos los que amábamos su música.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Viejas glorias

Hace casi veinte años, Óscar, Jordi, Pere y yo eramos cuatro adolescentes greñudos que escuchábamos, entre otras muchas cosas, glam-rock: Whitesnake, Mötley Crüe, Poison, Cinderella... y el grupo que dos décadas después nos ha vuelto a reunir: Stryper.

Stryper era una banda atípica. Como sus compañeros de género, llevaban mallas, maquillaje y crepados imposibles. Pero en lugar de cantar a las tías buenas, al alcohol, a las drogas o a Satán, hacían todo lo contrario: cantaban a Dios. Discos con títulos tan explícitos como To Hell with the Devil (1986) o In God We Trust (1988) estaban repletos de melodías fantásticas y una caña impresionante, y evidentemente de letras que hacían babear al católico más recalcitrante.

El pasado martes, 13 de noviembre, Óscar, Jordi, Pere y yo volvimos a reunirnos (hacía lustros que no quedábamos todos juntos), pillamos un furgoneta, y fuimos al concierto de Stryper en la Sala Apolo de Barcelona. Pese a que nuestras greñas han pasado a mejor vida (y los movimientos de cabeza al son de las guitarras no son lo mismo sin una buena melena), sobra decir que lo pasamos en grande.

Puntual apagado de luces, y por los altavoces empezó a sonar Battle Hymn of the Republic, con su atronador Glory, Glory, Allellujah!, que arrancó los primeros aplausos de la noche. Y la banda de los hermanos Sweet apareció en escena. Por fortuna, ya no llevaban mallas ajustadas de color amarillo y negro (sus colores distintivos), sino camisas holgadas, más sufridas para ocultar las respectivas curvas de la felicidad. Pero la actitud era la misma: rock a todo volumen muy inspirado en el gospel, la guitarra afilada de Oz Fox, la batería potente de Robert Sweet y la característica voz de falsete de su hermano Michael. Aquello era una reunión de viejas glorias (ellos, nosotros, y el resto del público, todos más cercanos a la cuarentena que a los treinta). Así que, sabiamente, el repertorio se centró en temas de sus primeros álbumes. The Way, Reach Out, Calling on You o To Hell with the Devil, tocados exactamente como sonaban en los discos, hacían las delicias del respetable, así que ¿para qué arriesgar?. Sólo Open Your Eyes, de su último disco, Winter Wonderland (un villancico yankie que, en Barcelona y en noviembre, no se entendió) y un avance del que será su nuevo trabajo se apartaron de la tónica dominante. Lo demás todo clásicos que, sí, eran de lo más predecible, pero como eso era lo que habíamos ido a escuchar (incluso sonó Honestly, la dulzona balada ochentera que antaño nos ponía la gallina de piel), pues todos contentos.

La única pega fue que, tan puntuales como empezaron, terminaron: el concierto duró una hora y media justa, bises incluidos, ni un minuto más. Pero era martes, y al día siguiente los asistentes no teníamos una clase que nos podíamos saltar, sino un currele al que había que llegar a la hora. Así que, otra vez hacia la furgoneta, y de vuelta a casa. Eso sí, al día siguiente, en el trabajo, todos teníamos dolor de cervicales.




Antes






Ahora

domingo, 11 de noviembre de 2007

Lagartos en Tarragona

Finalmente, y por motivos menores (el menor tiene anginas) nos perdimos a Marc Ford ayer por la noche. Estaría francamente triste si no hubiera disfrutado como un condenado con la descarga que se marcaron los Sol Lagarto en la Vaquería el viernes. Esperaba justo esto de ellos, y no me decepcionaron en absoluto.

Muy probablemente a ellos les hubiera gustado más tocar en un escenario mucho más grande, quizás más alto, y seguro que con mucha más gente, pero para mí, que flipo cuando puedo ver a los músicos a dos metros, a mi misma altura, cuando te pueden oír y cuando les ves sudar de verdad, lo del viernes fué la bomba. A las fotos os remito.

Lo que estos tíos transmiten es autenticidad, más allá de tendencias o posibles comparaciones con grupos o sonidos parecidos. Con sólidas raíces en el rock americano, el acento sureño sirve de base para una mezcla potente, donde el blues está presente pero se esconde, y los toques de funk y soul nos indican continuamente que no estamos ante un grupo cualquiera, que estos músicos saben lo que se hacen. La base rítmica es impresionante (mención especial a Norman, el batería, qué clase). El grupo gravita en torno al bajo de Ramón, sólido, cálido y siempre en su sitio. A los lados, joder, qué guitarras, muchachos, Uri y Frank (George vs ENGL, me costará decidir cuál va a ser mi próximo cabezal). Y Ernest es, simplemente, un cantante excepcional y un frontman potentísimo, y cuanto cuesta encontrar las dos cosas juntas hoy en día.

Me cuesta encontrar un pero. Mientras veía el concierto pensaba como meterles caña en este blog, para que no se me viera tanto el plumero, pero entonces tocaron Lie to Me, de Jonny Lang, y mandé los peros a la mierda.

En la página de Norman podeis escuchar un par de temas de su último disco (Mundo Circo, re-editado de forma ampliada como Prorrogrado). Si os va el rollo, no os los perdáis en directo, ahora que tienen por delante un par de citas especiales: el próximo sábado 17 con Fito en el Palau Sant Jordi, y el sábado 24 solos en el Apolo, ambos en Barcelona. La cosa promete.

Os dejo algunas fotos:






Keep on rockin', my friends. Nos vemos las calvas.

martes, 6 de noviembre de 2007

Dani Flaco en La Vaqueria

Viernes, 26 de octubre. 23 horas. La Vaqueria (Tarragona). Noche de viernes y viendo a un cantautor: que plan más chungo, ironiza Dani Flaco al subir al escenario, armado únicamente con su guitarra desnuda. El ambiente es frío: unas 30 personas, casi todas sentadas, aplauden levemente al recién llegado, que toma asiento en el taburete solitario. Pero el chaval no se amedrenta. Al contrario: parece que se crece ante la adversidad, y empieza a interpretar las canciones del que es su primer disco, Salida de emergencia, con una fuerza arrolladora. Con su voz de barro, sus letras cotidianas (que recuerdan al Sabina de antaño), y sobretodo con sus bromas y su sempiterna sonrisa, se mete enseguida al respetable en el bolsillo, y la frialdad se disipa. Dani rumbea, rocanrolea, guitarrea flamenco e incluso interpreta un tango. Se nota que está a gusto, y los asistentes lo pasamos en grande. Nos emocionamos con Desapareció, palmeamos con Apaga y vámonos, coreamos Piripó, gozamos con la sobrecogedora versión de Que tinguem sort (de Llach) y nos desternillamos con El palito y otras de sus canciones más frívolas. Los despistados que entran a La Vaque sin saber que había concierto se apuntan a la fiesta, y es que el Flaco, con su acústica y su desparpajo, está armando la gorda. He de reconocer que, a mis años, aún me impresiona el pollo que puede montar un tío sólo con una guitarra.

La mala noticia, claro, es que el concierto se termina, porque podíamos haber estado horas escuchando a Dani. Y la buena es que anuncia nuevo disco para pronto, lo cual me dibuja una enorme sonrisa en la cara. Si cuando el álbum se publique repite actuación en Tarragona, el alegrón será mayúsculo, y la cita ineludible. ¡Larga vida al Flaco!



domingo, 4 de noviembre de 2007

Fin de semana de rock'n'roll

Este viernes, 9 de Noviembre, van a tocar Sol Lagarto en Tarragona (La Vaquería). Genial oportunidad para ver en directo a esta banda de perfil claramente bourboniano, que llegará lejos. A pesar del sopor musical en que parece que vive este país de forma generalizada, a tenor de lo que se escucha en las teles, radios y cassettes-chumba-chumba de coches con las ventanillas abiertas y pegatinas descriptivas en las lunas traseras, hay alguién más ahí. Pero esto ya lo sabéis los que os pasáis por aquí a menudo. Están trabajando fuerte: el próximo día 17 tendrán oportunidad de demostrar de nuevo lo que valen, teloneando a Fito en el Palau Sant Jordi de Barcelona, ahí es nada.

Para acabar de rematar un fin de semana redondo, el sábado, 10 de Noviembre, toca The Marc Ford Band en Lleida (Cotton Club). Atención a el guitarrista solista de los Black Crowes, en su proyecto paralelo, después de demostrar sobradamente su buen hacer con los cuervos y con los Innocent Criminals de Ben Harper.

Ya siento aquella sensación en el estómago. Grandes bandas en salas pequeñas, rock'n'roll y actitud, bourbon street.