jueves, 4 de septiembre de 2008

Arde la hoguera

A finales de los 80 dos grandes discos me alegraron las orejas, aunque me dejaron más de un dolor de cervicales: Fireworks (1987) y Point Blank (1989), del grupo de heavy alemán Bonfire (La Hoguera). Solían sonar a todo volumen en el coche de mi amigo Jordi, mientras ibamos de fiesta a cualquier garito, agitando nuestras melenas a ritmo de temazos como Champion, Hard on me o Freedom is my belief. Así que, cuando el susodicho Jordi me llamó para decirme que tocaban en Ripollet la noche del viernes (29 de agosto de 2008) y me informó que en sus últimos conciertos el set list se componía básicamente de temas de esa época, estaba claro que no podíamos dejar pasar la ocasión.



Mientras esperabamos que se apagaran las luces, Jordi y yo intentábamos adivinar con que temazo empezaría el concierto, si con Ready for reaction o Bang down the door, las potentes canciones que abrían los álbumes anteriormente mencionados. Así que cuando salieron los componentes e inauguraron con Bells of freedom, de su último disco The Raüber (2008), recelamos nosotros y buena parte del respetable, pues todos habíamos venido a ver a los Bonfire de antaño. Además, la voz de Claus Lessmann no era la de 20 años atrás ni las guitarras sonaban tan afiladas como en estudio. Pero todo se podía perdonar si se dedicaban a los temas de su época dorada. Aún así, Claus se hizo de rogar: divagó y se lío con comentarios sobre el independentismo catalán, comparándolo con el bávaro (¿a qué venía eso?), hizo algunos chistes terribles (¿quién no conoce el famoso humor alemán?), repitió varias veces Hola Ripollet (impagable pronunciado en acento germano) y continuó interpretando canciones de sus últimos álbumes.

Hasta que, tras unos 20 minutos, se apiadó de nuestras almas y empezó el repaso a clásicos como Russian roulette, Don't touch the light, Who's foolin' who, Sweet obsession o (por fin) Ready for reaction y Bang down the door. Incluso se atrevió con una curiosa versión de Rock'n'roll cowboy en español, divertidísma y que aumentó el buen rollito del concierto. La banda hacía su trabajo, aunque sin excesos (excepto un buen solo del batería de dos o tres minutos) y sin quitar un ápice de protagonsimo al cantante, el único superviviente de los Bonfire originales.

Y así fue el concierto, durante algo más de hora y media, combinando temas míticos con novedades más o menos interesantes, en una buena sesión de rock duro que nos entretuvo e incluso nos hizo mover nuestras cabezas arriba y abajo, aunque ahora ya no hubiera melenas que agitar. Hay que reconocer que la Hoguera ya no arde con la fuerza de antaño, pero tras dos décadas aún calienta, y los que disfrutamos de sus viejos discos les agradecemos que nos recuerden que una vez, hace mucho tiempo, nos destrozamos el cuello con sus canciones.



PD: Perdón por la calidad de las fotos, pero la cámara cutre de 1 pixel y medio de mi móvil no da para mucho más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye,

¿y fuiste con la gabardina? por aquello de "vestirse para la ocasión".... ;-)

Jo mateixa dijo...

Et perdonem lo de les fotos perqué el comentari/article és estupendo.