jueves, 30 de septiembre de 2010

Paréntesis

Hoy 30 de septiembre de 2010, abro un paréntesis: durante los dos próximos meses estaré fuera de línea, así que no podré escribir en este vuestro blog. La (otra) buena noticia es que durante mi ausencia David, cofundador de Bourbon Street Online pero inactivo desde ya no sé cuando por motivos varios, tomará las riendas y publicará los posts que su apretada agenda le permita. Los que nos seguís desde nuestros inicios ya sabéis que yo soy el sector blando de la Calle del Bourbon, y David el duro, el que consume música de mayor graduación (ahora mismo estoy escuchando a Black Country Communion, que me recomendó ayer mismo, y vaya bombita...). Así que durante mi alejamiento de los teclados, el blog queda en buenas y guitarreras manos, y a la vuelta, a ver si hay suerte y sigue siendo coautor habitual.


En fin, sólo me queda desearos a todos los que os dejáis caer por aquí un feliz otoño, y nos leemos en diciembre.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Se llamaba Earl

Acabo de terminar el último capítulo de la 4ª temporada de Me llamo Earl, y el sabor de boca que me ha dejado no ha podido ser mejor. Aunque las 2 primeras seasons fueron muy buenas, la 3º decayó bastante, y había decidido no empezar la 4ª. Pero un amigo me la recomendó encarecidamente, asegurándome que había vuelto a los niveles de sus comienzos, y... ¡vaya si lo ha hecho! Las surrealistas aventuras de Earl, su lista y su peculiar concepción del karma han vuelto a seducirme y a hacerme soltar unas buenas carcajadas en el sofá de casa, gracias en gran parte a la troupe que le acompaña: el buenazo a la vez que cabronazo Randy, la espectacular Catalina, el misterioso hombre-cangrejo, la destroyer Joy (mi preferida), y en general toda la fauna de Camden.

La mala noticia es que, según he leído por ahí, ésta ha sido la última temporada de la sitcom. La cadena de televisión NBC decidió, a finales del año pasado, cancelarla, y parece poco probable que la vayan a resucitar, pese a los esfuerzos de su productor ejecutivo Greg García por encontrar otra cadena que la quiera continuar. Una lástima, porqué voy a echar de menos al personaje interpretado por Jason Lee y a todos los freakies del parque de caravanas y aledaños. Y además, ¿en qué otra serie suenan como banda sonora Lynyrd Skynyrd, AC/DC, Mötley Crüe o George Thorogood? Lo dicho, una lagrimita por Earl y los suyos...

domingo, 12 de septiembre de 2010

Escribiendo sobre Sheryl Crow

Estoy ante el ordenador, escuchando y escribiendo sobre 100 Miles from Memphis, el disco de soul que acaba de publicar Sheryl Crow, apuntándose al revival del género que lleva ya más de tres años en boga, un trabajo correcto e impecablemente producido, y cuando llego al tercer tema, la versión del Sign Your Name de Terence Trent D'Arby, sin poder evitarlo regreso a 1987, y a ese tremendo álbum que fue Introducing the Hardline According To..., la ópera prima del neoyorquino, con ese inicio de vinilo rasposo que servía de intro a If You All Get to Heaven, con temas tan bailables como If You Let Me Stay o Dance Little Sister, con el inolvidable Wishing Well, con el gospel como inspiración y el funk como espiración, con los guiños a Sam Cooke y a James Brown, con el estremecedor As Yet Untitled cantado a capella, con esa versión tan espectacular que cerraba el LP, la del Who's Lovin' You de Smokey Robinson, y al regresar a 2010 y volver a encontrarme delante del ordenador, descubro que el último y bien elaborado disco de la guapísima Sheryl me deja del todo indiferente, así que me sitúo en la casilla de búsqueda de mi iTunes, tecleo introducing the hardline, le doy al play, y me dispongo a disfrutar, una vez más y por enésima vez en mi vida, del mejor soul de la Historia.


lunes, 6 de septiembre de 2010

Noches de jazz en Cracovia

Bajo los edificios neoclásicos de Rynek Glówny, la plaza principal de Cracovia, se encuentran unas estructuras de varios siglos de antigüedad. Se trata de sótanos que datan de la época medieval, y que por aquel entonces se usaban como almacenes, establos, e incluso mazmorras. Hoy, muchos de ellos alojan restaurantes, discotecas o, como en el caso que nos ocupa, locales de jazz.

En las entrañas del número 28 está el Harris Piano Jazz Bar, un garito con paredes de piedra desnuda que se ha convertido en uno de los lugares de referencia en la escena musical de la antigua capital de Polonia. Nos dejamos caer por allí un par de noches, y en ambas pudimos disfrutar de un concierto espectacular y de una jam session que no le iba a la zaga.

El lunes, 23 de agosto, una banda de veteranos dirigida por el trombón de varas (¿quizás el tal Harris?) tocaba clásicos de diversos palos: dixieland, swing, hard-bop... Impresionantes los solos del pianista, los duelos entre metales, el savoir-faire del batería, y sobre todo el virtuosismo del contrabajo, que además de llevar el peso de todos los acompañamientos, de vez en cuando regalaba unos fraseos que dejaban al respetable sin habla.

Luego del conciertazo, unos jóvenes tomaron el relevo y certificaron que la escena jazzística cracoviana tiene mecha para años. También orquestadas por el mencionado trombón de varas, las nuevas promesas ofrecieron una jam arrolladora, donde saxos (uno masculino y uno femenino), armónica, contrabajista, guitarra y clarinete iban turnándose para descargar tremendos solos a menudo impropios de tan tiernas edades.

El miércoles volvimos al Harris, pero lamentablemente lo hicimos tarde, y sólo pudimos disfrutar de los últimos temas de una banda de jazz latino. Cuando llegamos, una voluptuosa negra atrapada en un escueto vestido rojo interpretaba Chan Chan, el clásico del son cubano, mientras su compañero empequeñecía el escenario danzando a un ritmo endiablado. Luego, otra tanda de músicos ocuparon la tarima para volver a ofrecer otra jam, esta vez más experimental que la de dos noches atrás.

Por último, hacer notar que, ambas noches, la entrada era gratuita. Y que una cerveza de medio litro (en Polonia, por menos de eso ya no ensucian un vaso) costaba 6 zlóti, que al cambio vienen a ser un euro y medio. ¿Alguien da más?

miércoles, 1 de septiembre de 2010

De vuelta al Camino


En fin, se acabaron las vacaciones y empezó septiembre, qué le vamos a hacer... Los primeros días de agosto los dediqué a hacer parte del Camino de Santiago, empezando donde lo dejé hace dos años y terminando 180 kms. más allá, es decir, el trayecto de Burgos a León. Como siempre, buenísima experiencia, con un incidente aislado: tras la etapa 4 y más de 100 kilómetros recorridos, mis pies dijeron que "si te has creído que tienes 18 años", y empezaron a aconsejarme etapas más cortas si no quería volver a casa en camilla. Así que terminé lo que me quedaba hasta León mucho más lento, con caminatas más acordes con mi provecta edad.

Como este año iba solo, me llevé el iPod bien cargadito de música, con varios discos de rock sureño y country que tenía pendiente escuchar. Comento aquí algunos de los que me han acompañado mientras cruzaba la meseta castellana, uno por cada etapa recorrida.

  • Etapa 1, miércoles, 4 de agosto de 2010: De Burgos a Hontanas (31 kms).
Pronounced Leh-nerd Skin-nerd (1973), de Lynyrd Skynyrd: Discazo mítico, una de las mejores óperas primas de la Historia. Además de temas como Freebird, que se han convertido en clásicos, el álbum tiene otros igual de buenos y menos conocidos (mi preferido: Things Goin' On). Indispensable.


  • Etapa 2, jueves, 5: De Hontanas a Boadilla del Camino (28 kms).
Bad Luck Ain't No Crime (2003), de Blackberry Smoke: Southern con aires sleazy en el primer disco de esta banda de Atlanta. Temas potentes que beben de ZZ Top, Allman Brothers y Lynyrd Skynyrd. Divertidos.



  • Etapa 3, viernes, 6: De Boadilla del Camino a Carrión de los Condes (24 kms).

Randy Rogers Band (2008), de Randy Rogers Band: Cuarto disco de estos adalides del red dirt, donde suenan menos convincentes que en anteriores trabajos. El disco no deja de tener momentos memorables, pero se les nota algo faltos de ideas. Acaban de publicar un nuevo trabajo, Burning the Day (2010), esperemos que recuperen el espíritu perdido.

  • Etapa 4, sábado, 7: De Carrión de los Condes a Terradillos de los Templarios (26 kms).

God & Guns (2009), de Lynyrd Skynyrd: Último disco en estudio de los Lynyrd (o de lo que quedaba de ellos en 2009), y donde suenan más heavies que nunca. Canciones potentes y nada despreciables, muy buen disco siempre que obviemos las letras más ultrapatrióticas, claro...


  • Etapa 5, domingo, 8: De Terradillos de los Templarios a Sahagún (11 kms).

Truth & Salvage Co. (2009), de Truth & Salvage Co.: Descubierto gracias a Rockland y encontrado gracias a Necesito un rock and roll, este grupo hace un southern ligero y refrescante. Producido por Chris Robinson, el disco podría servir perfectamente de banda sonora de una peli de aquellas protagonizadas por Clint Eastwood y el orangután. Interesante.

  • Etapa 6, lunes, 9: De Sahagún a El Burgo Ranero (19 kms).

Court Yard Hounds (2010), de Court Yard Hounds: Cansadas de esperar a que la tercera de las Dixie Chicks se decidiera a grabar un nuevo disco, las dos restantes decidieron emprender un proyecto por su cuenta. El resultado es este disco/grupo Court Yard Hounds, que suena a las Chicks, pero al que le falta chispa. Se puede escuchar, pero no deja de ser un disco predecible/prescindible.

  • Etapa 7, martes, 10: De El Burgo Ranero a Mansilla de las Mulas (19 kms).

Somewhere in Time (2010), de Reckless Kelly: Buen aunque algo irregular último trabajo de otros adalides del red dirt, los Reckless Kelly. El disco está íntegramente compuesto por temas de Pinto Bennett, al parecer un mítico cantautor americano, y en verdad algunos son sobresalientes. Pero otros deslucen un poco el que podía ser un álbum redondo, quizás por el afán de los RK de buscar un sonido más tradicional que guitarrero. Pese a todo, un buen disco.

  • Etapa 8, miércoles, 11: De Mansilla de las Mulas a León (18 kms).
Sweet and Wild (2010), de Jewel: Jewel continúa mucho más sweet que wild, pero los tres primeros temas del disco están bastante bien, especialmente el que lo abre, No Good in Goodbye. Luego, la chica vuelve a caer en el country-pop más azucarado, y el álbum se vuelve bastante empalagoso.