viernes, 23 de diciembre de 2011

Los 40 (8 de 8)

...y ocho. Último post dedicado a 40 de los discos de rock duro de mis años de instituto y universidad, hace ni más ni menos que la friolera de 20 años (lustro arriba, lustro abajo).

Stryper, Soldiers under Command (1985):  Imposible recordar cuantas veces coreé canciones como Makes Me Wanna Sing o Together Forever, mientras agitaba mi incipiente melena a golpe de cervicales: los reyes del rock cristiano eran mucho más que cuatro beatos alabando a Dios. Melodías insuperables, baladas que ponían la piel de gallina, temazos arrolladores de guitarras afiladas... Eso sí, unas letras que, vistas con perspectiva y a ojos de un ateo, eran hasta graciosas y todo.

The Toy Dolls, Absurd-Ditties (1993): La banda más gamberra de las Islas Británicas, y el que para mí es su mejor disco. Todavía hoy, una sonrisa se dibuja en mis labios al escuchar canciones como Ernie Had a Hernia, Dez The Demon Decorator, o la frenética versión de la Toccatta y fuga en Re menor de Johann Sebastian Bach, a cargo de estos virtuosos de la guitarra a la par que chalados que eran The Toy Dolls.

Thunder, Behind Closed Doors (1995): Es curioso que, normalmente, al descubrir un buen disco de un grupo que no conocía, investigaba en su discografía hasta hacerme con sus mejores trabajos. Pero en otros casos, disfrutaba del álbum y no me preocupaba de ir más allá (ni más acá). Esto último pasó con este Behind Closed Doors de Thunder: me gustaba y todavía me gusta (lo he estado reescuchando hace poco), pero creo que nunca he oído nada más de estos ingleses.

Vixen, Rev It Up (1990): Repasando esta lista que en estos últimos meses me ocupa, lamento constatar, salvo honrosas excepciones, que la presencia femenina brilla por su ausencia. Una de estas excepciones es Vixen. Las Vixen, además de ser unos pibones importantes, tocaban y cantaban de fábula. Este Rev It Up fue uno de sus trabajos que más escuché, gracias a temas como Bad Reputation o aquel sobrecogedor Love Is a Killer.

Whitesnake, 1987 (1987): Y para terminar la lista, un disco de discos, uno de los grandes clásicos de la historia del glam metal. Todos los temas son buenos, la banda está en estado de gracia, Coverdale canta como nunca, y la que entonces era su novia, Tawney Kitaen, está tremenda en el vídeo-clip de Here I Go Again. ¿Qué más se puede pedir?


Y hasta aquí, este particular repasito a 40 álbumes imprescindibles para el menda lerenda. Dada la fecha que es, sólo me queda desearos unas felices fiestas a todos los que os paseáis por esta Calle del Bourbon, y nos seguimos leyendo por la blogosfera. Besos, abrazos y a disfrutar.

viernes, 16 de diciembre de 2011

La solución


Hace unos días os proponía que adivinarais quiénes eran estos santos varones:

Y, efectivamente, Sammy el Sucio dio en el clavo: esos chicos tan modositos no son otros que los componentes del grupo más macarra e irreverente del sleaze actual: Steel Panther. ¿Qué, cómo se os ha quedado la jeta?

 
Lo siento, Sammy, no hay premio esta vez (la crisis, ya sabes...), pero el gozo y el orgullo que te inundaran hasta salirte por las orejas por ganar el concurso, ¡eso no te lo quita nadie!


No voy a comentar el segundo y último álbum de los Steel Panther, Balls Out (2011), porque ya lo hizo la mar de bien el Pupilo Dilatado en este post. Y además, con una portada tan suculenta y con canciones de títulos tan insuperables como It Won't Suck Itself, queda clarísimo que se trata de un trabajo tan gamberro, soez y magnífico como su ópera prima, Feel the Steel (2009), del cual cuelgo aquí uno de sus vídeos más celebrados: Death to All but Metal.






martes, 13 de diciembre de 2011

Adivinanza

Adivina, adivinanza. Cuatro chicos de lo más moderado, cuatro santos varones con cara de no haber roto un plato en su vida (sobre todo los dos de la izquierda)... ¿Quiénes son? ¿Flea y sus amigos del instituto? ¿La banda de acompañamiento de Kenny G? ¿El masajista, el peluquero y los dos guardaespaldas de David Bisbal?

Hagan sus apuestas, señores: si lo sabéis o creéis saberlo, respuestas en el apartado Comentarios.

De aquí un par de días pongo la solución.

martes, 6 de diciembre de 2011

Los 40 (7 de 8)

 Encaramos la recta final: penúltima entrega de 40 discos que me volaron la cabeza hace dos décadas.

 
Ritchie Blackmore's Rainbow, Stranger in Us All (1995): Último disco de rock del ex-Deep Purple, antes de emprender su andadura por terrenos más folkies y de la mano de su Candice Night (que también colaboraba en este álbum, por cierto). ¡Y vaya canto del cisne! Una maravilla que me volvió a traer a la mente un post de Maese Rancio, y que disfruté tanto como cuando lo descubrí hace 15 años.

Sangtraït, Terra de Vents (1990): Segundo disco (por poner uno, ya que me gustaron todos los de su primera época) del grupo más duro de los Cuatro del Palau Sant Jordi (los que vivieron aquella movida etiquetada como Rock Català, ya saben de qué hablo). Ahora que Sopa de Cabra han vuelto a los escenarios, no sé qué esperan los de La Jonquera para hacer una gira revival. No sé cuántas veces los vi en directo, pero si volvieran a tocar en Tarragona, repetiría sin dudarlo. Sólo volver a oír los bramidos de Papa Juls ya pagaría el precio de la entrada.

Skid Row, Skid Row (1989): Sebastian Bach tenía el pelo más Pantene del hard-rock, pero también una voz apabullante. El primer trabajo de su grupo era un disco inspiradísimo, de canciones con una fuerza irresistible (Big Guns, Sweet Little Sister, Youth Gone Wild...) y algunas baladas no menos memorables (¿quién no recuerda 18 & Life?).


Skin, Skin (1994): Los Skin llegaron tarde a la fiesta del heavy metal -cuando el grunge ya hacía años que se había merendado el mercado-, no aportaban nada nuevo, y adolecían de algo de paroxismo. Pero algunas de sus canciones me encantaban, como Tower of Strength o Look But Don't Touch, casi tan buena como la homónima de Poison. Ese par de temas, y la escasez de buenos discos de metal en la primera mitad de los 90, hicieron que escuchara este álbum quizás más de lo que merecía.


Sopa de Cabra, Ben Endins (1991): La banda más mítica del Rock Català en el doble híbrido (3 caras en directo, una en estudio) que los asentó en la cima del panorama musical catalán. Todos los temas se convirtieron en clásicos (algunos ya lo eran, como el Rock'n'Roll de Led Zeppelin o el War de Bob Marley que versionaban), y el disco, en un superventas inaudito incluso a nivel estatal. Imposible calcular cuantas veces pinché este vinilo, cuantas tarareé sus canciones, cuantas vi a Sopa en concierto.