L'Alternativa (El Vendrell, Tarragona), sábado, 28 de septiembre de 2024. Había tenido la oportunidad de ver a El Cantante del Greco en un cameo durante un concierto de El Sobrino del Diablo, y también en solitario, en plan hombre orquesta. Así que tenía curiosidad y muchas ganas de verlo en formato power trío. Al enterarme de que tocaba en El Vendrell, en un bar llamado L'Alternativa al que nunca había ido (de hecho, creo que nunca había ido a El Vendrell), decidí que era la ocasión perfecta, y para allí que fuimos. Un garito muy auténtico y con una parroquia interesante, por cierto: habrá que repetir.
El concierto cumplió las expectativas con creces: El Cantante del Greco, acompañado de sus dos músicos, defendió su fantástico último disco, Múevete conmigo (2024), ante unos 25 asistentes. El reusense y su banda interpretaron casi todos los temas del álbum, junto con algunos de las maquetas que se quedaron fuera del disco, y un par de canciones nuevas. Todo transpirando un rock sudoroso y auténtico que evocaba a bandas como Platero y Tú, Tequila y Los Rodríguez. Sin versiones, sin concesiones, sin subterfugios... Buen rock'n'roll añejo y a la vez refrescante.
El momento cumbre de la noche llegó con la interpretación de mi canción favorita, Niña de Triana, que comenzó de forma acústica y a capella, antes de que toda la banda se uniera para atacar la parte más enérgica del temazo, con guiño a la mítico grupo Triana incluído.
El Cantante del Greco
es un tío que hace 30 años habría arrasado, cuando el rock’n’roll era mainstream, la música se hacía con instrumentos, y los cantantes sabían vocalizar. Pero tenemos suerte que algunos insurrectos como Rafa se dediquen todavía a esto, y que podamos disfrutarlo. Por cierto, me comentó que el sábado 15 de febrero tocarán en la Sala Zero de Tarragona. ¡Allí estaremos!
Auditori del Camp de Mart (Tarragona), sábado, 17 de agosto de 2024. Fuimos al Camp de Mart a ver a Big Mama & The Captain Brotherhood, que estuvieron correctos (la ausencia de batería le restó fuerza a la actuación). Y resulta que alucinamos con el concierto siguiente:
Marina BBface & The Beatroots, soul de la vieja escuela made in Barcelona, con unos musicazos excepcionales, y una front-woman que quita el sentío, por voz, carácter y actitud escénica.
Qué maravilla de banda, qué gozada de repertorio (casi todo temas propios, defendiendo su disco de este 2024, Journey), y como colofón final, tres versiones apabullantes: Barracuda de Heart, Stay with Me de The Faces, y Try a Little Tenderness, de Otis Redding.
De los mejores bolos de los que he ido este año. O quizás el mejor.
Mi inefable canción del verano, este año sale del meritorio disco de Slash Orgy of The Damned (2024): una gozada de homenaje al blues y a otros géneros nacidos el siglo pasado como el soul y el funk, con colaboraciones de infarto y una reinterpretación apabullante de clasicazos del nivel de Crossroads (Robert Johnson), Killing Floor (Howlin' Wolf), Oh Well (Fleetwood Mac) o Living for The City (Stevie Wonder). Aunque para acompañar mis tardes veraniegas me he quedado con la versión que se marca el guitarrista de Guns n'Roses con una tal Dorothy (que sinceramente, no sé quién es, pero que canta de escándalo) de Key to The Highway, un estándar del blues que han interpretado Big Bill Broonzy, Little Walter y Eric Clapton, entre muchos otros, aunque pocos con la garra de última revisión:
También me he hecho una lista en Spotify para este verano 2024, que además del mentado tema, incluye cortes de algunos de los fantásticos discos que se están editando este año, con veteranos como Black Crowes, Canned Heat o Little Feat, y otros artistas más recientes, tanto extranjeros (Mike Zito, Maggie Rose, Altered Five Blues Band...) como nacionales (La Perra Blanco, T-Dow, A Contra Blues).
La he puesto pública, por si alguien quiere darle un golpe de oreja:
La Traviesa (Torredembarra, Tarragona), domingo, 7 de julio de
2024. Tarde-noche de Chicago blues a cargo de Hoodoo Doctors: batería, dos
guitarras, y cantante/armónica (sin bajista, pues, al que se echó en falta). Nivel musical muy alto aunque, según mi opinión,
bastante carente de alma. Nada que objetar al virtuosismo de los
músicos, pero todo sonó bastante aséptico, a la par que monótono.
A su favor, decir que a pesar versionar a grandes del blues como Little Walter, Billy Boy Arnold,
Muddy Waters o The Fabulous Thunderbirds, no cayeron en los temas más
tópicos y manidos de cada uno. Pero no sólo con buenas canciones se
resuelve un concierto: faltó suciedad, explosividad, compadreo con el
público... Feeling, en definitiva.
Dos horas que, pese a ser el Chicago blues un estilo que me gusta, y que todos tocaban realmente bien, se me hicieron largas. La experiencia es un grado, a ver si en la próxima visita logran convencer.
Que,
en Tarragona, que es el Death Valley de la buena música, aparezca un
grupo dedicado a la música tradicional norteamericana, es todo un
acontecimiento. Que el mentado grupo toque el blues surgido en el norte
del río Mississippi hace un siglo, ya es prácticamente increíble. Pero que además
sea capaz de publicar un disco, y de la calidad del que hoy nos ocupa, roza el
milagro.
Tano
Mozzafiato (armónica, guitarra y voz) y Adri Slim Dow (guitarra) son T-Dow,
y solo un año después de su primer trabajo, Vol. 1 (2023), han publicado
hace escasas semanas este flamante Vol. 2 (2024), donde vuelven a
abordar géneros tan poco mainstream como el blues rural, el boogie
y el hill country blues. Pero en este caso, a diferencia de su predecesor, que abordaba el blues de forma bastante purista, Vol. 2 da una vuelta de tuerca a los estilos
tradicionales y los actualiza (siempre desde el respeto), como ya han hecho y
todavía hacen grandes como Cedric Burnside, Robert Finley o North Mississippi
All Stars.
El álbum se
abre con el trepidante I’m Gonna Stay, que resulta ser toda una
declaración de intenciones: un boogie intenso, enérgico, con la armónica
golpeando frenética mientras la guitarra cabalga al galope por un tema casi rockabilly.
Until
The Sun Goes Down disminuye las revoluciones con un blues rural más pausado
aunque alegre, que rememora al Piedmont Blues de Cephas & Wiggins.
La armónica vuelve a ser protagonista, evocando paisajes de la América de la
Gran Depresión, con trenes de vapor resoplando en el horizonte.
Seguimos por
senderos rítmicos muy “blueseros” con Trouble in My Way, un
clásico blues del Delta donde la armónica de Tano y los punteos de Adri
dibujan un tema luminoso, que genera buen rollo.
Running
Man
es la primera canción del disco sin armónica, una pequeña maravilla que se ha
convertido en unas de mis preferidas de la discografía del dúo. Un temazo que recuerda
al añorado J.J. Cale, gracias a la maestría de Adri a las cuerdas y al slide.
Tried
in Vain
es toda una sorpresa, puro rock’n’roll de los años 50, muy al estilo Eddie
Cochran, pero llevado al terreno de T-Dow. La armónica se encarga de los solos,
y la guitarra surfea por el tema dándole una pátina oldie de proto-rock
muy divertida. La producción está a la altura, y le acaba de dar el sabor añejo
que la ocasión requiere.
Help
to Jump
regresa al blues rural de corte clásico y minimalista de doce compases, pero evita sonar anticuada, ya que las voces procesadas le dan esos puntos de
modernidad y frescura presentes en todo el disco.
Dive
to The Bottom, que fue el primer adelanto del álbum, acelera las pulsaciones
con otro boogie eléctrico, una de esas canciones que cuanto más
escuchas, más te gusta. Otra vez las
voces procesadas le dan el toque distintivo, y la armónica vuelve a lucirse
sondando como un aserradero a orillas del Mississippi, mientras la guitarra
se desliza con brío y soltura.
El disco
cierra con Gonna Be A Rollin’ Stone, puro hill country blues,
un tema hipnótico de más de 6 minutos a dos guitarras (en esta ocasión tampoco
hay armónica), broche de oro a la experiencia sonora que es este muy
recomendable y original trabajo Made in Spain¸ y lo que es más difícil
de creer, Made in Tarragona.
En definitiva,
un gran homenaje a la música con raíces que vale la pena descubrir, paladear
poco a poco, recrearse en sus matices, y viajar con él en el tiempo y el
espacio, directos al norte del Mississippi de mediados del Siglo XX.