domingo, 26 de diciembre de 2021

Los mejores discos nacionales 2021

 Se acerca fin de año, así que vamos con mi lista, ordenada de la 10ª posición a la 1ª, de los LPs que han sido para mí los mejores del panorama nacional este 2021:


10. Darken my door, de Uncle Sal
 
 9. Shaken & Stirred, de Koko-Jean & The Tonics 

8. Mil noches, de Jodie Cash

7. Un largo tiempo, de Miguel Ríos

6. Mayéutica, de Robe
 
5. Inféctame, Baby!, de The Bo Derek's

4. Perros Negros, de Óscar Avendaño y Reposado
 
 
3. Maleza, de The Kleejoss Band 

2. Ni tú, ni vos, de Zambayonny y Rafa Pons

1. Victoriosa, de Los Fusiles
 
De aquí unos días, mi lista de los mejores discos internacionales.
 

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Los Secretos en La Pobla de Mafumet

 Pavelló de la Pobla de Mafumet (Tarragona), 18 de diciembre de 2021. Los Secretos fueron uno de los grupos de mi adolescencia y juventud, y durante la década de los 90 los vi en directo en varias ocasiones, siempre que visitaban Barcelona, e incluso en la Expo de Sevilla. Compré y devoré todos sus discos, los primeros en vinilo, los últimos ya en CD, y me sabía las canciones de memoria.


Pero en 1999 murió Enrique Urquijo, para mí el alma absoluta del grupo, y perdí interés en lo que su hermano Álvaro y el resto de la banda hicieron después. Los vi un par de veces más (la última en 2004, en el Palau de la Música), pero dejé de escuchar los álbumes que fueron publicando, entre otras cosas porque la mayoría eran refritos (grandes éxitos, acústicos, conciertos sinfónicos...) con los temas de su época dorada. Aunque sí sigo manteniendo un vínculo emocional con Los Secretos del siglo XX: leí la biografía de Enrique cuando apareció, de vez en cuando recupero sus viejos discos, y hace unos días vi el magnífico documental sobre su vida y obra en el programa Imprescindibles de La 2.

Con motivo de la mítica Marató de TV3, Los Secretos actuaron en un concierto benéfico a 10 kms. escasos de casa el pasado sábado, y en otro ejercicio de revival (como el de Miguel Ríos hace unas semanas), allí que me dejé caer en inmejorable compañía.
 

 
Con Álvaro ejerciendo de maestro de ceremonias, la banda ofreció lo que, me parece, llevan ofreciendo las dos últimas décadas. Fiel al legado musical de sus años de gloria, el repertorio se compuso en un 90% de lo que ya son clásicos del pop español: Quiero beber hasta perder el control, La Calle del olvido, Ojos de gata, A tu lado... También sonaron algunas menos conocidas (No me falles, Buscando, Margarita...). Y, en contadas ocasiones, y casi disculpándose por ello, Álvaro y los suyos reivindicaron su producción del siglo XXI (Mi paraíso, Ponte a la fila, Lejos).  Pero saben que la gran baza, lo que lleva a la gente a sus conciertos, son los viejos temas, y a ellos se entregan. Así que el cancionero de Enrique Urquijo sobrevive y sigue emocionando a sus fans, que son legión. Pero a mi juicio faltó algo más: alguna sorpresa, alguna versión de una canción ajena, alguna reinterpretación inesperada de un viejo tema...  También a los músicos se les ve algo resignados, (y es que ¿cuántos miles de veces puedes tocar Déjame sin acabar aburriéndola?). Recuerdo a Ramón Arroyo haciendo slide con el cuello de una botella de cerveza en los conciertos de principios de los 90, dejándose la piel en los solos mientras Enrique le miraba con complacencia. Poco queda de eso. Así que, pese a la incorporación de Txetxu Altube a sus filas, encargándose de mandolinas y acústicas, el virtuosismo y la entrega brillaron por su ausencia.

De todos modos, la retahíla de temas que interpretaron, unos 25 en las casi dos horas de concierto, hicieron que los asistentes quedásemos satisfechos, ya que con tan larga lista era imposible que no cayeran varios de los favoritos de cada uno (aunque a mí me faltó el blues Siempre hay un precio). Y además, es indudable que, por muchos años que pasen, las canciones de Enrique Urquijo siguen poniendo la piel de gallina, y más en estos tiempos de lírica insípida que corren. Así que, en definitiva, disfrutamos del evento, cantamos a voz en grito, y ya muy al final, conseguimos olvidarnos de las dichosas medidas anticovid y nos acercamos al escenario para rememorar aquellos bolos de los 90, de pie, sin mascarillas, sin distancias de seguridad, y con 30 años menos.
 

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Mi canción del verano 2021

 

Mediados de diciembre, y todavía no había publicado mi obligado post anual con la que fue mi canción más escuchada en el ya lejano verano. Manos a la obra, pues.


En esta ocasión el honor ha recaído sobre esa locura instrumental que es Whammer Jammer, el mítico tema de 1971 de la también mítica banda The J.  Geils Band

¿El motivo? En julio, aprovechando que tenía algo de tiempo, me propuse sacarla con la armónica, y pasé varias horas escuchándolo,  transcribiéndolo, e imitándolo. Me ayudó mucho el programa Sonic Visualizer, que permite ralentizar un archivo de audio sin modificar la tonalidad. Al final conseguí transcribir toda la canción. Pero, ¡Ay!, otra cosa es interpretarla, ya que este instrumental es un prodigio de la técnica, y mis aptitudes todavía están lejos de conseguir los efectos y velocidad en los fraseos del armonicista de la banda, Magic Dick (curioso apodo, por cierto, algo así como "Picha mágica")

Pero en eso estoy, en ir practicándola de vez en cuando e intentando hacerlo cada vez mejor. Y aunque sé que nunca llegaré al nivel de maestría de Dick, sí he podido aprovechar algunos fraseos, de los que me he apropiado vilmente para cuando improviso sobre una base rapidita. 

Supongo que todo el mundo al que le gusta la armónica conoce este explosivo tema, pero si queda alguien que no, que se agarre al sillón, que le dé al play, y que flipe con este gran Whammer Jammer.
 

 
Otras canciones de otros veranos: