Poison Boys en el Mojo Club
Mojo Club (Tarragona), jueves, 16 de febrero de 2023. El punk-rock
no es mi estilo favorito, y raramente lo escucho en casa, pero sí lo
disfruto en directo. Así que cuando vi que un grupo de Chicago llamado
Poison Boys, con clara estética "ramonera", tocaban en el Mojo
Club, decidí dejarme caer por ahí, arrastrando conmigo a David, que sí
es más punk-lover que yo. Tampoco el rockabilly es un
género que me vuelva loco, y lo pasé teta en el concierto de MFC Chicken
hace tres meses en la misma sala, así que esperaba repetir
experiencia.
Lamentablemente, no fue así. Los Poison Boys hicieron su show,
fieles a su estilo y a sus influencias. Pero se les vio con prisas y no
demasiado motivados: Empezaron pronto. Pusieron sus poses y sus caras de chicos
malos. Dispararon sus canciones cortas y directas, sin duda
contundentes, aunque a mi parecer muy parecidas entre sí. Dijeron 4
palabras en todo el bolo. Terminaron a la hora justa de empezar,
versionando un tema de los Ramones cuyo nombre no recuerdo. Y dejaron al
respetable bastante indiferente (no hubo bises, tampoco nadie los
pidió).
Pero el gran problema del evento fue el volumen
insoportablemente atronador al que tocaron. ¿De verdad hacía falta
reventar los tímpanos de los asistentes para convencerlos de lo duros y punkis que
eran? Como bien apuntó Tano, sabes que te estás haciendo mayor cuando
el volumen del concierto te parece demasiado alto. Quizás ahí está el
meollo de la cuestión, que ya no tenemos 15 años para alucinar porque
los altavoces escupen decibelios que hacen temblar el local. Pero en
realidad los chicos venenosos se estaban haciendo un flaco favor a ellos
mismos ya que, además obligar al público a soportar
el estruendo, eclipsaron riffs y solos (sobre todo del guitarrista)
que, a juzgar por el movimiento de los dedos, hubieran sonado de lujo si
la maraña sónica no se los hubiera zampado.
Pese a todo, el ambiente, la compañía, las cervezas y las conversaciones
post-concierto fueron fantásticas, como siempre en el Mojo. Y como yo
digo siempre, es mejor una mala noche de rock'n'roll que una buena noche viendo Sálvame Deluxe (o lo que demonios echen por la tele un jueves por la noche).