martes, 28 de febrero de 2023

Poison Boys en el Mojo Club

 

Mojo Club (Tarragona), jueves, 16 de febrero de 2023. El punk-rock no es mi estilo favorito, y raramente lo escucho en casa, pero sí lo disfruto en directo. Así que cuando vi que un grupo de Chicago llamado Poison Boys, con clara estética  "ramonera", tocaban en el Mojo Club, decidí dejarme caer por ahí, arrastrando conmigo a David, que sí es más punk-lover que yo. Tampoco el rockabilly es un género que me vuelva loco, y lo pasé teta en el concierto de MFC Chicken hace tres meses en la misma sala, así que esperaba repetir experiencia.

Lamentablemente, no fue así. Los Poison Boys hicieron su show, fieles a su estilo y a sus influencias. Pero se les vio con prisas y no demasiado motivados: Empezaron pronto. Pusieron sus poses y sus caras de chicos malos. Dispararon sus canciones cortas y directas, sin duda contundentes, aunque a mi parecer muy parecidas entre sí. Dijeron 4 palabras en todo el bolo. Terminaron a la hora justa de empezar, versionando un tema de los Ramones cuyo nombre no recuerdo. Y dejaron al respetable bastante indiferente (no hubo bises, tampoco nadie los pidió).

Pero el gran problema del evento fue el volumen insoportablemente atronador al que tocaron. ¿De verdad hacía falta reventar los tímpanos de los asistentes para convencerlos de lo duros y punkis que eran? Como bien apuntó Tano, sabes que te estás haciendo mayor cuando el volumen del concierto te parece demasiado alto. Quizás ahí está el meollo de la cuestión, que ya no tenemos 15 años para alucinar porque los altavoces escupen decibelios que hacen temblar el local. Pero en realidad los chicos venenosos se estaban haciendo un flaco favor a ellos mismos ya que, además obligar al público a soportar el estruendo, eclipsaron riffs y solos (sobre todo del guitarrista) que, a juzgar por el movimiento de los dedos, hubieran sonado de lujo si la maraña sónica no se los hubiera zampado.

Pese a todo, el ambiente, la compañía, las cervezas y las conversaciones post-concierto fueron fantásticas, como siempre en el Mojo. Y como yo digo siempre, es mejor una mala noche de rock'n'roll que una buena noche viendo Sálvame Deluxe (o lo que demonios echen por la tele un jueves por la noche).