martes, 29 de noviembre de 2011

De viaje con Juan Perro

Rythm&Blues, ragtime, swing, jazz, blues del Delta, blues de Chicago, folklore, son cubano, soul, ecos de África, espirituales negras, dixieland, country, sonidos sureños...

Todo esto y mucho más cabe en Río negro (2011), el último disco de Juan Perro, y su primer trabajo desde aquel glorioso Cantares de vela de 2002. Y sin embargo, a pesar de haberse publicado a principios de año, no ha sido hasta hace escasos días que me he enterado de su existencia.

¿Por qué motivo tan magna obra me había pasado desapercibida? ¿Es culpa de la Industria, o de lo que queda de ella, por no hacer la suficiente promoción? ¿Del propio Juan Perro, por no haberse prodigado más por los medios? ¿De los medios, por no disponer de espacios dedicados a la música? ¿De la audiencia, por no demandar programas de este tipo? ¿Culpa mía, por mirar más al otro lado del Atlántico que a lo que se hace por nuestros lares?

Sea como fuere, es una lástima que se nos puedan pasar joyas como ésta: un auténtico viaje por el mapa sonoro de los albores de la música afroamericana, cuando la polirritmia africana se fusionó con las melodías e instrumentos de los primeros europeos que llegaron al centro y norte de América. Un ejercicio de experimentación honesto, cautivador e imprescindible a cargo de uno de los mejores músicos de la escena nacional. Una gozada este Río negro, que merece la pena ser navegado, de arriba a abajo, de abajo a arriba, una y otra vez.
 

martes, 22 de noviembre de 2011

Los 40 (6 de 8)

Al mal tiempo buena cara. Seguimos con el repaso a 40 discos de rock que marcaron una época: mis años de juventud.


Mr. Big, Mr. Big (1989): Creo que Mr. Big fue el primer supergrupo del que oí hablar. Me encantaron sus primeros discos, aunque he de reconocer que solían empezar con canciones grandiosas, pero iban decayendo y terminaban de manera algo floja. De todos modos, temas como el Addicted to That Rush que abría esta su ópera prima merecerían un post entero.


Platero y Tú, Hay poco rock & roll (1994): Antes que Fito se volcara con los Fitipaldis, lideró a los ya míticos Platero, que facturaban una gozada de rock'n'roll de alto octanaje. Los vi en directo, y tengo una imagen grabada en la memoria: al entrar en el escenario, el guitarrista, Iñaki "Uoho" Antón, deja una botella de bourbon llena sobre un ampli, a la que va dando tientos entre canción y canción. Al terminar el concierto, la botella está completamente vacía (y el tío sigue tocando como una bestia, claro).


Poison, Open Up and Say... Ahh! (1988): Buf, qué decir de Poison y de este su segundo trabajo. Probablemente es el disco de glam-rock que más he escuchado en mi vida, y uno de los culpables que vistiera chupas de cuero y botas camperas a finales de los 80. Aunque hay quien discrepa, para mí es el mejor disco de la banda.


Quireboys, A Bit of What You Fancy (1990): Otro discazo que escuché hasta saberme cada acorde, cada riff de guitarra, cada golpe de tecla de piano, cada oh yeah de su cantante Spike. Si con Poison pueden haber discusión sobre cuál es su mejor disco, con Quireboys no caben las dudas. Este A Bit of Whay You Fancy es un clásico que sigue sonando fantásticamente bien 21 años después.

Red Hot Chili Peppers, Blood Sugar Sex Magik (1991): Otro disco que consagró a sus autores y gracias al cuál siguen en esto de la música dos décadas después. Los RHCP crearon escuela con su crossover tan especial, y dejaron algunas canciones para la historia, como Give it Away o Under the Bridge. Recuerdo que luego salieron tropecientas bandas que se inspiraban en los californianos, y cuando les preguntabas qué tipo de música tocaban, incapaces de etiquetarla te contestaban "pues... como la de los Red Hot Chili Peppers").

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Si se llamara Louis

Hay gente con suerte. Naces al otro lado del Atlántico, escribes, cantas y tocas tus propias canciones, te llamas Ryan Adams, Jack Johnson o Ryan Bingham, y te etiquetan como blues, folk o americana, te comparan con Tom Waits, Bob Dylan o Bruce Springsteen, eres respetado, y todos tan contentos. En cambio, tu madre da a luz dentro de las lindes de la piel de toro, te llamas Rafa Pons, Dani Flaco o Quim Vila, y poco importan tus influencias o el estilo musical que hagas: te cuelgan el sambenito de cantautor, y quedas encasillado en el grupo de Serrat y Patxi Andión. Siempre te queda el subterfugio de hacerte llamar Jarabe de Palo, o Fito & Fitipaldis, o Extremoduro, claro. Pero si decides no renunciar a tu nombre, ten por seguro que mucha gente no te hará ni caso por estar en la camarilla de Ismael Serrano, aunque ni tus letras ni tu música tengan un ápice en común con las de él.
Rompo esta lanza a favor de ciertos artistas para que los que defenestran un disco justo después de etiquetarlo como música de autor rompan sus prejuicios, y den una oportunidad a El mundo por delante (2011), el tercer trabajo del madrileño Luis Ramiro.


Todas mis ex son del Madrid / y yo soy del Atleti... Los acordes que abren el disco parecen vaticinar que sí, que nos encontramos ante el típico cantante lánguido y narcótico. Métafora perfecta para describir / que en esta puta vida hemos venido a sufrir, arranca de repente con un potente riff, para cambiar de registro e irse por sendas springsteenianas. A El rey de la pista, que así se llama el tema de apertura, le sigue el folk de Jorge I, y luego Un amor sin estrenar (el vídeo que acompaña este post), con sabor a country-rock. Y así, música de raíces anglosajonas durante casi todo el disco: bluesgrass y rockabilly en Vagabundo millonario, pop beatle en Campos de fresa (evidentemente), y rock'n'roll en la irresistible Mañana nos casamos en Las Vegas. De todos modos, Luis Ramiro no puede ni quiere olvidar sus orígenes (sus dos primeros discos sí tienen más de canción de autor que este último), y también da cabida a tres cortes más intimistas: Pandora, Aviones de papel y Elemento inestable. Pero en general, El mundo por delante es un fantástico homenaje a la música inglesa y sobre todo americana. Un trabajo inspiradísimo, bien compuesto, bien tocado, bien arreglado, y que gozaría de más aceptación si Luís se llamara Louis, y hubiera nacido en California, Minessota o New Jersey.


jueves, 10 de noviembre de 2011

La fiesta de la democracia

Ya falta menos. Dentro de 10 días llega el momento de votar, las elecciones generales, la fiesta de la democracia. Ufanos y contentos iremos al colegio electoral a depositar la papeleta en la urna, embargados por una emoción no siempre fácil de contener. Y elegiremos entre uno de los dos partidos que pueden gobernar durante los próximos cuatro años.

¿Sólo dos?, preguntaría un inmigrante despistado que, huyendo de un régimen despótico y una tierra sin libertades, acabara de llegar a nuestras costas en pos de un país donde el pueblo sea soberano.

Pues sí, sólo dos, responderíamos con afán pedagógico. En realidad hay más, pero no cuentan. No hay que confundir a la gente, dándole demasiadas opciones. Por eso los debates electorales son a dos bandas, como el fútbol. Equipo azul contra equipo colorado. Por eso se dictó una nueva ley que impidió a partidos pequeños presentarse si no habían recogido previamente un determinado número de firmas. Por eso no se limita el gasto publicitario en campaña, ni siquiera en tiempos de crisis: lo importante es que los carteles de las dos alternativas reales inunden las ciudades, para que quede clarito clarinete a quién se debe votar. Los que se pueden anunciar poco es porque importan poco. Por eso en Cataluña los minutos que puede dedicar TV3 a cada acto de campaña se regulan por la representación parlamentaria de cada partido, y no por criterios estrictamente informativos. Los presentadores lo denuncian en cada emisión, y no firman el reportaje en señal de protesta, pero bueno, qué sabran ellos, también son ganas de buscarle tres pies al gato.



Bipartidismo, que es lo mejor para el país. Primero gobernaron los colorados 14 años, luego los azulones 2 legislaturas, luego otra vez los colorados, también 2 legislaturas. Ahora les toca a los de azul, claro. Eso es bueno para la democracia, alternancia, pero sólo entre dos participantes. Como en Estados Unidos, donde los de la derecha y los de más a la derecha se reparten el pastel. Pues aquí igual, que para eso los States son el modelo a seguir.

Ante tan categóricas e indiscutibles afirmaciones, el inmigrante quedaría satisfecho y encantado de haber llegado a un país tan justo y democrático. Pero, ¡ay!, por esos avatares del destino, quizás el inmigrante no es un iletrado, sino que tiene estudios universitarios, que también hay universidades por el Tercer Mundo. Estudios de economía, pongamos por ejemplo. Y nos pregunta, receloso: pero a mí, en clase me enseñaron que un oligopolio es igual o casi tan malo como un monopolio. ¿No pasará lo mismo en política, que una democracia bipartidista es casi o igual de mala que una en la que siempre gobiernan los mismos?

No, hombre, no, le responderíamos jocosos. ¿Es que no sabes que la política y los intereses económicos no tienen nada que ver?

 
 

viernes, 4 de noviembre de 2011

Los 40 (5 de 8)

Cruzamos el ecuador de la lista de 40 discos de rock y hard rock que marcaron mis años de juventud y lozanía:



Manowar, Fighting the World (1987): Carátulas con guerreros recortando un cielo de fuego, chalecos de cuero, melenas al viento, guitarras desgarradoras, sonidos de espadas chocando, canciones con títulos como Violence and Bloodshed... Imposible no impresionar a un adolescente fan de los comics de Conan el Bárbaro. Éste era y es mi disco preferido de Manowar, sobre todo por un temazo que aún hoy me parece perfecto: Carry On.



Meat Loaf, Bat Out of Hell (1977): Otro disco de épica portada, esta vez a cargo del aerógrafo del maestro Richard Corben. Llegué al primer Bat Out of Hell investigando tras comprarme el segundo volumen de la saga, y me pareció de lo mejorcito que había escuchado nunca. Toda una ópera rock, un disco histórico que marcó una era, una obra magna y magnífica que recupero de vez en cuando, y que siempre me parece única e irrepetible.



Megadeth, Youthanasia (1994): Nunca fuí una gran seguidor de la banda de Dave Mustaine, pero este álbum me atrapó. La linea de bajo de Family Tree me parece fabulosa, sobre todo sonando por los altavoces del coche hasta hacer temblar la carrocería. Pero en general todos los temas me parecen fantásticos: Addicted to Chaos, A Tout Le Monde, Elysian Fields... Me gustó tanto el disco que fui a verlos a Barcelona en directo, y me aburrí un poco al sólo conocer los temas del que entonces era su último trabajo.



Miguel Ríos, Rock & Ríos (1982): Si la vida fueran los gustos musicales de cada uno, la mía empezaría con este disco. O con estas cintas, mejor dicho, ya que lo tenía en dos cassettes que todavía conservo. Hasta los 10 años yo escuchaba lo que por aquel entonces escuchaban la mayoría de niños: Parchís, Enrique y Ana, y ese tipo de cosas. Y entonces llegó, no tengo ni idea de cómo, el Rock & Ríos a casa, y quedé completamente conmocionado. Lo ponía sin parar en un reproductor de cassette de un sólo altavoz, con una devoción como la que sólo un niño puede profesar. Miguel Ríos marcó un antes y un después en la historia de la música en España, y en la mía personal.



Mötley Crüe, Girls Girls Girls (1987): Ya hablé de este disco en un post ya lejano. Aunque me gustaban todos los discos de estos reyes del sleaze, he elegido éste de 1987 por ser el primero que escuché de ellos. Además, le daban título las tres cosas que más nos obsesionaban a los 15 años (y a los 16, y a los 17...).