Miguel Ríos en la TAP
Tarraco Arena Plaça (Tarragona), 27 de noviembre de 2021. Ya he contado varias veces en este blog que mi primer concierto fue en 1983, cuando fui a ver a Miguel Ríos en su gira El Rock de una Noche de Verano,
que contaba con Leño como teloneros, y con el debut en los escenarios
de una joven promesa: Luz Casal. Todo eso fue en la Plaza de Toros de
Tarragona, un lugar enorme a los ojos de un niño de 11 años, y el show era
para la época un despliegue espectacular de sonido y luz, incluyendo
unos escasos segundos de "rayos láser", tal como anunciaba el cartel
promocional. Así que no es difícil adivinar la impresión que me causó el evento.
Desde entonces no había
vuelto a ver al granadino en directo, pese a que había recalado alguna
vez más en mi ciudad. Pero, desoyendo a Sabina, que canta aquello de "al lugar donde has sido feliz / no debieras tratar de volver",
cuando me enteré que actuaría en Tarragona, y en la misma
plaza (ahora rebautizada como Tarraco Arena Plaza), decidí que volvería a
verlo, casi 39 años después.
Además, estos últimos meses he estado escuchando bastante su último trabajo, Un largo tiempo (2021), y la verdad es que está muy bien: un disco que bebe mucho del blues, del southern, y de lo que ahora llaman americana,
con una producción bastante espartana, y alejada de la fanfarria que
caracterizaba algunos de sus últimos álbumes, como el que se suponía que
tenía que ser su disco de despedida, Bye Bye Ríos (2010).
En lugar de ser un concierto de rock al uso, los Black Betty Trio (que en realidad son cuatro) y Miguel ofrecieron un bolo que recordó a los unplugged de los 90, sin batería ni bajo, con mucha cuerda (guitarras acústicas, mandolina, banjo, violín, steel guitar...)
y el piano encargándose de la mayor parte de la sección rítmica. Ríos,
pese a sus 77 años, se mantiene en forma (no diré "en plena forma"
porque se pasa casi todo el tiempo medio sentado en un taburete), y
conserva la voz tan potente como antaño. Y el repertorio y la
producción, muy fieles al espíritu de este Un largo tiempo,
del que sonaron casi todos sus temas, más los clásicos imprescindibles
en el repertorio del cantante, arreglados en formato
acústico: Bienvenidos, Rock'n'roll Boomerang, Año 2000, No estás sola, El blues del autobús, Santa Lucía, y por supuesto, el Himno a la Alegría, que interpretó alternando castellano, catalán e inglés.
Además, seis décadas en la carretera le dan
la experiencia para meterse al respetable en el bolsillo desde el minuto
uno, aunque la honestidad de la que siempre hace gala también ayuda
mucho. Hubieron proclamas en contra de la violencia machista, la
prostitución, la ultraderecha, las fronteras donde se trata a los
inmigrantes como animales... y
también momentos emotivos: hacía unos horas había fallecido Almudena
Grandes, y Miguel, gran amigo de la escritora, quiso dedicarle
el concierto.