El Niño de Elche en la Sala Zero
Sala Zero (Tarragona), sábado, 18 de marzo de 2023. Llegué al concierto tal como me habían aconsejado los amigos que me habían animado a ir: virgen. Nunca había oído canción alguna de El Niño de Elche, ni escuché nada antes de asistir al evento. Me habían dicho que era una propuesta muy vanguardista, que mezclaba flamenco con sonidos de lo más variopintos (como por ejemplo, rebuznos de burro), y que los puristas del género renegaban de él, lo que le había hecho autoetiquetarse como "ex-cantaor". Así que llegué al evento con mucha curiosidad, aunque también con el comprensible recelo.
Lo primero que me sorprendió fue lo llenísima que estaba la Sala Zero, que si no colgó el cartel de entradas agotadas, poco le faltó. Lo segundo, que encontré ahí a varios amigos y conocidos que nunca había visto (ni había esperado ver) en concierto alguno. Y lo tercero, claro, la estética del Niño: traje blanco, una de las mangas desgarradas y por la que asomaba parte de la hombrera, sin camisa, y los pies descalzos.
Saludaron el Niño y los dos músicos que le acompañan, y ahí empezaron mis problemas para disfrutar del bolo: los tres se sentaron en las sillas de madera que había en el escenario, con lo que entre las cabezas de la gente lo único que alcanzaba a ver era la frente del cantaor y la calva de uno de los guitarristas. Será que me he malacostumbrado a conciertos en los que somos dos docenas de personas y puedes ponerte en primera fila, pero conectar con la música sin ver al cantante cantar ni a los músicos tocar, me cuesta.
Pero lo peor fue lo otro: la alergia primaveral, que ya hacía días que me rondaba, se presentó en todo su esplendor en pleno espectáculo. Los ojos y la garganta me picaban, la nariz moqueaba, y varios ataques me obligaron a refugiarme en el baño para dar rienda suelta a mis estornudos. Así que apenas pude gozar de esos pedazos de guitarristas y de la voz del ilicitano. Su música no me pareció tan arriesgada como había imaginado, aunque sí se apartaba de los cánones del flamenco más tradicional. Pero me gustaba, y me está gustando ahora que está sonando en mi Spotify su último disco. Una lástima que las adversidades no me permitieron disfrutarla como seguramente merece. A ver si a la próxima.