Cinco primeras veces
¡Ay, las primeras veces! Tienen la mala
costumbre de hacer honor a su nombre y pillarnos sin experiencia, con
los efectos secundarios tan desagradables que esto suele provocar. Pero en general, nos
alegramos de haberlas tenido, y casi siempre, por el mero hecho de ser
eso, la primera vez, les tenemos un cariño especial y se convierten en
inolvidables. Que no cunda el pánico: no me voy a poner a hablar aquí de
mi vida sentimental ni sexual. Pero sí voy a repasar cinco de mis
primeras veces en el terreno melomaníaco. Hételas aquí.
Mi primera cinta: Mecano (1982), de Mecano. Entre mis muchos pecados musicales se encuentra la primera cinta que compré, o pedí que me regalaran por mi cumpleaños, no recuerdo. Los grandes triunfadores del verano de 1982 fueron un trío de jovenzuelos llamados Mecano y su disco de debut, cargado de temas pegadizos como Maquillaje y Me colé en una fiesta. En mi defensa tengo que decir que, a parte de durante esa locura transitoria, nunca más los pude soportar. Pero claro, lo raro hubiera sido que, a punto de cumplir 11 añitos, me hubiera dado por Nebraska de Bruce Springsteen.
Mi primer CD: Native Tongue (1993), de Poison. También antes de tener reproductor de CD compré el que se convirtió en mi primer compact, esperando que la banda de Brett Michaels volvieran a repetir un Open Up and Say ...Ahh! (1988). Pero exceptuando algún tema muy puntual, el álbum me decepcionó, y seguro que hace más de una década que no lo escucho. A ver si algún día lo vuelvo a poner y me llevo una sorpresa: quizás es como el buen vino, que mejora con los años. Pero mucho me temo que, que Poison no se comieran un torrao en los 90, se lo ganaron a pulso, y no pueden culpar a Kurt Cobain y al grunge.