jueves, 25 de febrero de 2010

La revolución de Miranda


Hace unas semanas de entregaron los premios Grammy 2010 y, en el apartado de mejor álbum de country, el galardón se lo llevó la casta, pura y cristianísima Taylor Swift por su segundo disco, Fearless. Así que le eché una oreja, y mira, no está mal. Muy country-pop, muy easy-listening, muy predecible... y poco más. Y la verdad, si lo que quería el jurado era otorgarle el premio a una jovencita rubia y mona, perdieron la oportunidad de dárselo a Miranda Lambert y su flamante Revolution.

Llevo días disfrutando de este el tercer trabajo de la tejana, aunque crítica y público reconocieron más el segundo, Crazy Ex-Girlfriend (2007). Pero yo me quedo con Revolution (2009), que me parece más honesto y arriesgado que su predecesor. En teoría, su canción estrella es Dead Flowers, una baladita más o menos interesante que estuvo nominada a mejor interpretación country femenina, premio que al final se llevó, ¡ay!, también Taylor Swift. Pero, para mí, las joyitas del álbum son los medios tiempos (Airstream Song, Only Prettier, Time to Get a Gun...) y los temas más rockabilly, como White Liar (el segundo single, y del cual dejo abajo el enlace al vídeo) o Somewhere Trouble Don't Go. Todas éstas, más algún rock'n'roll (That's The Way The World Goes 'Round) y las inefables sad songs afectadas, propias de cualquier cow-girl que se precie, configuran los 15 temas de Revolution, un disco que vale la pena escuchar. Con, o sin estatuilla en forma de gramófono.


Miranda Lambert - White Liar

domingo, 14 de febrero de 2010

De excedencia

Como algunos de los habituales que pasáis por aquí ya habréis notado, David está de excedencia (temporal, confío) en la coautoría de Bourbon Street Online para poder dedicarse a otros menesteres, dejándome a mí al timón del barco fantasma que es este blog, que a veces aparece, a veces desaparece, y siempre va a la deriva. Entre los muchos y variopintos proyectos que le ocupan se encuentra su grupo de folk-rock, Cercavins.

Durante los últimos meses, los Cercavins (en castellano Buscavinos, lo que da una idea de las etílicas debilidades de la banda) han estado adecentando su local de ensayo, y preparando los temas del que será su tercer disco. Con un presupuesto exacto de 0 euros han grabado este vídeo, donde se muestra parte del proceso de insonorización del habitáculo, mientras suena la maqueta de uno de los temas que compondrán su nuevo trabajo. La edición del clip está muy currada, y la canción está muy bien, aunque lo que más gracia me ha hecho ha sido ver la rasca que debía pegar durante la grabación, a juzgar por la catalítica y los atuendos de los participantes: "zorros" polares, guantes, gorros y algún que otro anorak. Y es que las temperaturas en la Terra Ferma son inclementes, y la música calienta el espíritu, pero no hace milagros...

A disfrutar el vídeo, mucha suerte para Cercavins, y a esperar la publicación del CD. Seguiremos informando.

martes, 9 de febrero de 2010

Fito on the rocks

Viernes, 29 de enero de 2010. Pavelló Olímpic de Reus. Media hora después de La Cabra Mecánica, a las 22.00, empiezan a tocar los protagonistas de la noche. Fito & Fitipaldis arranca fuerte, con el primer single y tema que da título a su último álbum, Antes de que cuente diez. Le siguen Un buen castigo para continuar con Por la boca vive el pez. Y sólo entonces, tras casi 15 minutos desde que empezó el bolo, Fito se dirige al público y saluda. Releyendo mi crónica del concierto de hace 3 años, constato que la banda adolece del mismo mal que entonces: la escasa comunicación verbal con el respetable. Los músicos tocan de miedo y el sonido es impresionante, pero se continúa echando de menos complicidad con la gente, que espera algo más que canciones magistralmente interpretadas. Pero así son los Fitipaldis: enormes a los instrumentos, flojos con las relaciones públicas.

Siguen con la potente Viene y va, Me equivocaría otra vez (con una intro muy melódica, que recuerda a las de los directos de Dire Straits), el rock'n'roll Como pollo sin cabeza, el medio tiempo Me acordé de ti, la increíble versión acelerada del Todo a cien de La Cabra Mecánica, la balada Catorce vidas son dos gatos... Y hete aquí otro de los (pocos) errores que cometió la banda, sobretodo en la primera mitad del concierto: intercalar incesantemente temas rápidos con lentos, con lo que cualquier explosión de rock se apagaba al momento con un ritmo más sosegado. Y así, después de la rocanroleada Quiero beber hasta perder el control de Los Secretos tocaban la lenta Barra americana (con la innecesaria colaboración del Lichis, que hubiera pegado más en Todo a Cien), haciendo dudar al respetable entre si arrancarse a bailar o sacar los mecheros.

Pero bueno, aparte de eso, los Fitipaldis siempre sublimes. Carlos Raya (que cada día se parece más a Rosendo) es la estrella de esta banda de mercenarios, aunque todos merecen mención especial, desde el virtuoso batería hasta el teclados y su Hammond (por cierto, ¿hay algún otro grupo en España que lleve un Hammond en directo?). Cayeron canciones de todos los discos, e incluso, para los nostálgicos de Platero y Tú, sonó Al Cantar, del penúltimo trabajo de la ex-banda de Fito, mientras viejas imágenes del grupo se proyectaban en el fondo del escenario. Aparte de eso, pocas sorpresas: Abrazado a la tristeza, Corazón oxidado... y los obligados bises, a cargo de Qué necesario es el rock'n'roll y Acabo de llegar. Dos horas y media exactas de instrumentación sublime, y algo de frialdad escénica. ¿Repetiremos? Qui lo sa...

Set List
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- Antes de que cuente diez
- Un buen castigo
- Por la boca vive el pez
- Viene y va
- Me equivocaría otra vez
- Como pollo sin cabeza
- Me acordé de ti
- Todo a cien
- Catorce vidas son dos gatos
- La cuisine de Bernard
- Quiero beber hasta perder el control
- Barra americana
- Que me arrastre el viento
- Whisky barato
- Deltoya
- Tarde o temprano
- La casa por el tejado
- Soldadito marinero
- Al cantar
- Abrazado a la tristeza
- Corazón oxidado
- Qué necesario es el rock'n'roll
- Acabo de llegar

martes, 2 de febrero de 2010

Adiós a La Cabra

Viernes, 29 de enero de 2010. Pavelló Olímpic de Reus. Con puntualidad suiza y hora telonera, a las 20.30 suenan los primeros acordes de Felicidad, con la que La Cabra Mecánica empieza su concierto de esta su gira de despedida. Me apena un poco que el grupo, en los que serán sus últimos bolos como tal, tenga el papel de secundario. Pero parece que Miguel Ángel Hernando, Lichis, ha querido terminar así la historia de su banda, con humildad y sin hacer demasiado ruido. Desconozco las razones por las que el cantante madrileño ha decidido matar a La Cabra, pero sospecho que se resistía a terminar cantando siempre las mismas canciones que le hicieron más o menos famoso (La lista de la compra, No me llames iluso...) y tener que ir sacando discos para poder girar y volver a repetir los sobados temas que quizás ya debe odiar. Pero en fin, sean cuales sean los motivos, confío en que vuelva como Lichis, como Miguel Ángel, o como quiera, y continúe haciéndonos disfrutar de su música y, sobretodo, de sus letras.


Bueno, a lo que íbamos. Breve, brevísimo concierto, muy a mi pesar, donde la banda repasó temas de todos sus discos: sonaron Arroz con ajo, Reina de la mantequilla, Fábula del hombre lobo y la mujer pantera ("es la falta de amor / la que llena los bares"), La lista de la compra (que dedicó, como siempre, a María Jiménez), ¡Ay! poetas, Pinocho, La novia del marinero ("cuando arrecie el temporal / antes de darme por muerto / búscame en el bar")... También hubo tiempo para las últimas novedades, las tres canciones inéditas que incorpora su último disco recopilatorio: Valientes, Yayo yaya ("Podría estar en Benidorm / tomando el fresco a la sombra de una guadaña") y Carne de canción ("Derroché mis mejores ripios / por no despertar solo otra mañana / y me di al primer corazón / para el que no tuve palabras"), que da título al álbum. La música, y quizás ese ha sido uno de los pecados de La Cabra, de lo más variada: pop, rock, country-rock, rumba, flamenco, tangos, pasodobles... Tanto cambio despista, ya sea en directo como en disco, y quizá una elección musical más homogénea hubiera dado a la carrera del grupo una consistencia que le hubiera procurado más éxitos. Pero que a nadie le ocurra que los árboles no le dejan ver el bosque, porque lo bueno de LCM, lo que importa en realidad, son las letras, siempre soberbias, esa poesía cotidiana, esas cavilaciones de parada de autobús, esa filosofía de bar de tapas de Lavapiés...

Y así, entre ritmos de lo más variado y rimas ocurrentes, fue transcurriendo el evento. Entre canción y canción, el Lichis iba lanzando agradecimientos a los involucrados en sus quince años de carrera, empezando por la banda, pasando por los técnicos, y terminando por el público. De todos modos, he de reconocer que le esperaba más locuaz, que hiciera gala de su buena lírica para presentar los temas y conquistar al personal. Pero se le veía algo cansado, tal vez por la cantidad de conciertos a las espaldas, tal vez por tener ganas ya de acabar con su grupo de siempre y empezar una nueva aventura musical. Así que, tras una hora exacta, el show concluyó para dar paso a las estrellas de la noche, Fito & Fitipaldis, y dejándome con una cierta melancolía, una morriña prematura por esta Cabra Mecánica que no podré volver a disfrutar en directo.