Fito se hace pajas
Después de la crítica del concierto de Fito hecha por David, aquí va la mía...
Móviles y cámaras en alto en las primeras filas, y treintañeros en la retaguardia y las gradas del Pabelló Olímpic de Reus (16/03/2007). Llenazo total para Fito y sus Fitipaldis a sueldo. El concierto empieza con Un Buen Castigo, con un sonido contundente aunque algo espeso. Los recién subidos al carro del bilbaíno no conocen los temas de discos que no sean el último, y el ambiente empieza un poco frío. Pese a llevar lustros en esto, Fito no es un showman, y prefiere tocar a intentar embolsillarse al público con gracias y chascarrillos. Así que empiezan a sonar temas de Por la boca vive el pez, y los más jóvenes estallan y se desgañitan coreando las letras. Las pistas se van ecualizando, y el sonido va mejorando con cada tema, hasta ser súblime: simplemente perfecto. Bajo, saxo, batería, guitarra y teclados: los cinco mercenarios suenan increíbles, con un virtuosismo y una compenetración que inundan el pabellón de rock’n’roll.
Uno tras otro, van cayendo los grandes singles de los dos últimos discos. Fito lo pasa en grande, y los chavales también. Entonces llega el momento de los treintañeros. Los instrumentos se desenchufan y la banda interpreta temas de su primer disco, A puerta cerrada, sentados en sillas como si en un garito estuvieran. Suenan Rojitas las orejas, ¡Qué divertido!, El funeral e incluso el estribillo del Mari Madalenas de Platero y Tú. Los acólitos de toda la vida agradecen el guiño, e incluso corean el Fito se hace pajas que se oía en los conciertos del grupo original del bilbaíno. Y es que esto es precisamente lo que se hace Fito: una gran paja, oyéndose, gozando a rabiar de su grandes canciones y de lo tremendamente buenos que son sus músicos, alcanzando el éxtasis de una manera egoísta, casi sin establecer contacto verbal con el público. Pero al respetable le da igual, porqué la música que sale por los amplificadores es tan buena, TAN BUENA, que le perdonan el onanismo y cualquier otro pecado que pueda cometer, sea venial o capital. Otra vez electrificado, el rock continúa sacudiendo la velada y los presentes, saltando y disfrutando como locos, tienen la sensación que podrían quedarse escuchando a estos Fitipaldis hasta el fin de los tiempos.
Pero todo lo bueno se acaba, y tras dos horas y medias de conciertazo, los músicos saludan, las luces se encienden, y todos a dormir con una gran sonrisa en los labios. De acuerdo, la comunión con el público no ha sido demasiado personal. Pero Fito y los suyos suenan como nadie lo hace en este país, y eso lo compensa todo. En el concierto de la próxima gira, la mayoría de los asistentes repetirá.
3 comentarios:
Aquí tengo otra cara de ese concierto, tanto que al final, pese a no convencerme demasiado Fito, voy a acabar sintiendo la envidia de no haber ido y no haber podido escribir estos post.
mi mujer no caga con el fito este i le estoy cogiendo cariño
A mi me da un poco de pena que cuando se le coree lo de fito se hace pajas ya no responda como antes. Sigue siendo sublime, pero supongo que son exigencias del guión...
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