Viejos secretos (1 de 3): El primer cruce
Entre sus primeros discos y maquetas, con un pop muy a lo The Knack, y su etapa más melódica, iniciada con La Calle del Olvido (1988) y que perdura hasta hoy, Los Secretos tuvieron una época con un estilo y unas influencias del country y el southern que,
vista con la perspectiva de los años, me parecen la mejor de una banda
que, para mí, fue y es de culto. Mientras hoy muchos se esfuerzan
porque les cuelguen la etiqueta de Americana, hace más de cinco
lustros el grupo madrileño parió tres discos (dos en estudio y uno en
directo) que son una referencia en la música de tintes americanos Made in Spain. Nos ocuparemos de estos trabajos: hoy del primero, y en futuros posts de los otros dos.
El primer cruce (1986) fue la primera grabación que hicieron Los Secretos para el entonces nuevo sello independiente Twins. Se trata de un mini-LP de sólo seis canciones... ¡pero vaya seis canciones! La primera cara se abre con No me falles, una canción que empieza con un aire pop, pero que va creciendo y orientándose a sonidos más sureños gracias a la mano de Ramón Arroyo, para mí uno de los mejores guitarristas de este país. Además, la letra es marca de la casa: las frecuentes bajadas de Enrique Urquijo a los infiernos de la droga, sus historias de desamor, y su incapacidad para hallar una estabilidad emocional, protagonizan esta canción, y el resto, con esa habilidad que tenía el malogrado cantante para estrujarte el corazón.
El siguiente tema ya abraza de lleno la música americana: ritmos rockabillies para Cerrar los bares, otra historia de desamor donde destaca la batería de Steve Jordan en el corte más acelerado del disco. Y para cerrar la cara A, Sin dirección, el que fue primer sencillo, y que me llevó de cabeza a la tienda a comprar el disco en cuanto la escuché unas cuantas veces por la radio (¿cuándo fue la última vez me pasó eso?)
La cara B no puede empezar mejor: puro rock'n'roll en el tema que da título al álbum, El primer cruce, con una instrumentación impecable (muy bueno el bajo de Nacho Lles aquí) y ese amor imposible a lo Romeo y Julieta. Y luego, un clásico no ya sólo de Los Secretos, sinó de todo el pop-rock español. Una ranchera capaz de estremecer las entrañas al más pintado, y que miles de jóvenes de mi generación hicimos nuestra cuando la chica de turno nos dejó (¿Te suena, Pep?): Quiero beber hasta perder el control.
Y como guinda del pastel, San José, un pedazo de instrumental donde Ramón Arroyo y Álvaro Urquijo vuelven a salirse con guitarras a dos voces, y con una cadencia que te transporta a tierras fronterizas. Eran tiempos de sonidos a lo Mark Knopfler y sus Dire Straits, y los madrileños supieron estar a la altura.
Una delicia de trabajo, pues, que como mini-LP se publicó sólo en vinilo, ya que en sus posteriores ediciones digitales se añadió como bonus al Continuará (1987), del cual nos ocuparemos en breve.
El primer cruce (1986) fue la primera grabación que hicieron Los Secretos para el entonces nuevo sello independiente Twins. Se trata de un mini-LP de sólo seis canciones... ¡pero vaya seis canciones! La primera cara se abre con No me falles, una canción que empieza con un aire pop, pero que va creciendo y orientándose a sonidos más sureños gracias a la mano de Ramón Arroyo, para mí uno de los mejores guitarristas de este país. Además, la letra es marca de la casa: las frecuentes bajadas de Enrique Urquijo a los infiernos de la droga, sus historias de desamor, y su incapacidad para hallar una estabilidad emocional, protagonizan esta canción, y el resto, con esa habilidad que tenía el malogrado cantante para estrujarte el corazón.
El siguiente tema ya abraza de lleno la música americana: ritmos rockabillies para Cerrar los bares, otra historia de desamor donde destaca la batería de Steve Jordan en el corte más acelerado del disco. Y para cerrar la cara A, Sin dirección, el que fue primer sencillo, y que me llevó de cabeza a la tienda a comprar el disco en cuanto la escuché unas cuantas veces por la radio (¿cuándo fue la última vez me pasó eso?)
La cara B no puede empezar mejor: puro rock'n'roll en el tema que da título al álbum, El primer cruce, con una instrumentación impecable (muy bueno el bajo de Nacho Lles aquí) y ese amor imposible a lo Romeo y Julieta. Y luego, un clásico no ya sólo de Los Secretos, sinó de todo el pop-rock español. Una ranchera capaz de estremecer las entrañas al más pintado, y que miles de jóvenes de mi generación hicimos nuestra cuando la chica de turno nos dejó (¿Te suena, Pep?): Quiero beber hasta perder el control.
Y como guinda del pastel, San José, un pedazo de instrumental donde Ramón Arroyo y Álvaro Urquijo vuelven a salirse con guitarras a dos voces, y con una cadencia que te transporta a tierras fronterizas. Eran tiempos de sonidos a lo Mark Knopfler y sus Dire Straits, y los madrileños supieron estar a la altura.
Una delicia de trabajo, pues, que como mini-LP se publicó sólo en vinilo, ya que en sus posteriores ediciones digitales se añadió como bonus al Continuará (1987), del cual nos ocuparemos en breve.
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