La Vaqueria (Tarragona), 14 de mayo de 2010. Tan sólo seis meses después de su primera visita a Tarragona, Javier Krahe vuelve a actuar en La Vaque. Y claro, un servidor, repitió. Repertorio y espectáculo muy parecidos a los de hace medio año, más público, y la salud del gran maestro más frágil, con algún que otro ataque de tos que no empañó la magnificencia del evento. Así que, otra vez inmenso, la crónica del concierto anterior bien podría servir para este último.
Curiosamente, unos días después leí una noticia que me dejó alucinado: un juzgado de Colmenar Viejo ha abierto juicio oral contra Javier Krahe y la productora del programa Lo + Plus, y ha solicitado el pago de las correspondientes fianzas: 144.000 euros a la productora, y 192.000 a Krahe. Todo por una entrevista al cantautor en el mencionado programa, donde se emitieron imágenes del corto 10 comentarios, realizado por Javier Krahe y Enrique Seseña en 1978. En el fragmento del corto se muestra, humorísticamente, como cocinar un Cristo al horno.
Se nota que en España la justicia va viento en popa: se tramitan las denuncias con celeridad, se resuelven los juicios en pocos días y se condena a los culpables años antes que el crimen prescriba. Sólo así se entiende que los jueces, aburridos en sus despachos, hartos de sacar brillo al martillo y alisarse las puñetas, decidan dedicarse a tales memeces. Qué país...
Hace unos días me topé con este vídeo, grabado en la Universidad Politécnica de Barcelona el día de Sant Jordi, y me pareció realmente impresionante. Se trata de más de 350 personas del personal de administración y servicios de la UPC haciendo un lipdub del tema Hot'n'Cold de Kate Perry y una coreografía curradísima.
Por supuesto, los comentarios del vídeo están a rebosar de indignados que critican a los funcionarios, por dedicar una jornada laboral a tales menesteres. Además, el momento de publicación del vídeo prácticamente ha coincidido en el tiempo con el anuncio del recorte de un 5% del sueldo a los empleados públicos en 2010, y la congelación salarial en 2011, lo que ha dado alas a los críticos.
Personalmente, no considero la realización del vídeo un escándalo y una malversación de dinero público. Muchas empresas privadas organizan congresos, estancias en spas o paint-ball para ejecutivos, todo en aras de crear buen rollo y motivación, y nadie se rasga las vestiduras. Así que si las horas dedicadas a grabar la perfomance han servido para mejorar el ambiente de trabajo entre el PAS de la UPC, pues bien invertidas son.
En relación al recorte del salario de los funcionarios, tampoco me parece dramático, pese a ser parte directamente afectada. Mucho peor es lo que les pasa a los trabajadores castigados por una ERE, que se quedan de patitas en la calle y en muchos casos con una familia que alimentar. Y también me preocupan el resto de recortes, los que se refieren a pensiones y asuntos sociales. Eso sí, considero una aberración que se estén tomando medidas de este tipo para sufragar ciertos gastos, como las ayudas millonarias a la banca, el exceso de administraciones, el coste de eliminar la publicidad en todos los canales de TVE, o la manutención de una monarquía anacrónica y cada vez más extensa.
Lo que también me ha molestado son los críticos exacerbados, los que se regodean con el recorte salarial. Son los que acusan a los funcionarios de ir a desayunar y de trabajar lo que marca su horario, cuando lo que deberían hacer es criticar a las empresas que no permiten parar ni para tomarse un café y obligan a hacer jornadas laborales de más de 10 horas. Los que catalogan a cualquier trabajador público de improductivo, como si las clases se impartieran solas, los enfermos sanaran por gracia divina, y los ladrones se metieran en la cárcel por su propio pie. A los que les molesta sobremanera que una persona tenga el lugar de trabajo asegurado, y que no pueda ser despedida por un empresario a la mínima que los beneficios no son tan boyantes como en años anteriores.
Supongo que hay algunos funcionarios que no dan palo al agua, y otros que se hacen un hartón de trabajar. Como en cualquier empresa privada, vaya. Tengo que decir que, en la administración pública a la que pertenezco, la mayoría de la gente hace muy bien su trabajo, y me sería muy difícil encontrar a más de uno que no cumpla con sus obligaciones. La idea del funcionario como un parásito que va a la oficina a leer el periódico es un prejuicio obsoleto y sin fundamento. Otra cosa es que, a causa de una mala gestión principalmente política, existan demasiados mandos intermedios, cargos colocados a dedos, y departamentos sobredimensionados. Pero eso ya es otra guerra...
Miércoles, 14 de abril de 2010. Palau de la Música Catalana de Barcelona. Cuando el humo envolvió el escenario, los músicos empezaron con música fantasmal, entre étnica e hipnótica, y la protagonista de la noche se tendió sobre el piano abierto para arañar las cuerdas, todo el Palau se dio cuenta que no iba a ser un concierto de jazz al uso. Rubia platino, vestido negro corto y ceñido, tacones de vértigo, y bastón y gafas de sol por prescripción facultativa, Melody Gardot parecía Debbie Harry vestida para matar.
El espectáculo se inició con The Rain, extraída de su último disco, pero reinventada en una especie de jazz experimental. La banda (contrabajo, batería y saxo) improvisaba mientras la voz flotaba entre la polirritmia. Esa fue la tónica del resto de las canciones: reinterpretar cada tema, cambiándolo a un tempo diferente o convirtiéndolo a un nuevo estilo. Baby I'm a Fool sonó a Robert Johnson, If The Stars Were Mine a Joni Mitchell, Worrisome Heart a Dr. John..., y todas a Melody Gardot. La chica iba cambiando la formación a medida que se sucedían los temas, cantando con los tres músicos (inconmensurables, por cierto), con dos de ellos, a dúo con cada uno, e incluso interpretando a capella, con el único acompañamiento de sus taconazos para marcar el ritmo y el repicar de las cuentas de su pulsera.
Pero lo más impresionante, sin duda, fueron su presencia y actitud. Con sólo 25 años, y una historia personal terrible (ver la Wikipedia para más información), Miss Gardot se puso en el bolsillo al respetable gracias a una seguridad y una soltura arrolladoras, cantando desde lo más profundo de sus entrañas, pero también mostrándose con una frescura y un desparpajo irresistibles. Y al final, tras poco más de hora y media de música y savoir faire, un par de bises (entre los cuales, la increíble versión de Over The Rainbow) y la rendición generalizada a esta nueva femme fatale del jazz. Apabullante Melody.
PD: Gracias a Juanvi por las fotos y, sobre todo, a MJ por las entradas.
Mis últimos cuatro posts han sido las cuatro partes en las que he dividido Una vieja canción, un cuento que escribí en 2005. Ese año visité Camboya, y quedé impresionado por su terrible Historia reciente. Ya conocía algo de la masacre que cometieron Pol Pot y sus jemeres rojos entre los años 1975 y 1979, cuando murieron más de dos millones de personas en una matanza atroz (no se le puede llamar genocidio, ya que el móvil de los asesinatos no era xenófobo ni racial, simplemente ideológico). Pero visitar lugares como los campos de exterminio o la prisión de Tuol Sleng me conmocionó profundamente, y las visitas guiadas y las exposiciones en los recintos daban una idea cruelmente real del pasado de Camboya.
Precisamente en la prisión de Tuol Sleng proyectaban un documental en la que una mujer -niña cuando sucedieron los hechos-, relataba la triste historia de su familia. Una vieja canción es la interpretación de esa historia real. Al escribirla intenté ajustarme lo más posible al relato de la mujer, aunque las malas pasadas de la memoria seguro que me hicieron olvidar algunos elementos, y añadir otros que quizás había obtenido de alguna fotografía o guía de viajes. Lo que si recuerdo perfectamente era el motivo por el cual se llevaron y ejecutaron a su hermana adolescente: por tararear una canción infantil, más o menos popular durante el régimen anterior a la llegada al poder del ejército jemer.
Considero importantísimo para un país preservar su memoria histórica. No tanto para vengarse de los perpetradores como para no relegar al olvido a las víctimas de la sinrazón, y sobre todo para evitar que hechos tan lamentables se vuelvan a repetir. En estos tiempos aciagos para España, en que en un grupo falangista pretende inhabilitar y condenar a un juez (y lo que es peor, puede conseguirlo) por querer devolver a sus familias a los asesinados anónimos durante la dictadura, me ha parecido oportuno publicar aquí este relato. El fascismo sigue vivo, sea en Camboya, en Alemania o en España, y la única manera de advertir a las nuevas generaciones de sus intenciones y sus métodos es recordando lo que hicieron.