Una vieja canción (4 de 4)
Esa misma noche, bien entrada la madrugada, un puntapié reventó la puerta. Los cuatro despertamos de golpe. Los militares entraron y uno de ellos fue directo al catre de mi hermana. La agarró por el cabello y la arrastró hacia la salida. El resto de soldados sujetaban a mis padres, que gritaban y forcejeaban para liberarla. Pero no había nada que hacer.
El capitán del asentamiento nos dijo que tenía malos hábitos, que cantaba canciones del antiguo régimen, y que ya no era posible recuperarla. Solo era una canción, una vieja canción de amor, de hacía unos años. Mi pobre hermana. Se la llevaron, y nunca la volvimos a ver.
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