Ernest y Sol Lagarto
La amistad es una relación misteriosa que siempre me ha fascinado. Siempre me he preguntado como es posible que alguien con el que has sido verdaderamente amigo, pasen unos cuantos años y, cuando os volvéis a encontrar, todo haya cambiado, y haya un abismo entre los dos. Supongo que empiezo a tener una cierta edad para que esto ya me ocurra, y los últimos casos que me ha tocado vivir me han dejado un mal sabor de boca.
Pero, a la vez que esto me pasa, hay 4 ó 5 personas a las que veo muy poco, mucho menos de lo que me gustaría, y en cambio cada vez que las veo me doy cuenta de que nada ha cambiado (bueno, excepto mi barriga y mi calva, que siguen imparables su camino para encontrarse) y de que tengo delante alguien a quien quiero, y creo que no me equivocaría si os dijera que el sentimiento es recíproco. Que motiva la diferencia entre las dos relaciones sigue siendo una incógnita para mi.
Ernest es uno de estos amigos. Nos hemos visto 3 veces en los últimos 10 años. Antes habíamos pasado miles de horas hablando de rock'n'roll, de blues, de guitarras, de actitud en un escenario, de válvulas al rojo vivo, de vidas dedicadas por entero a una pasión y de quién paga la próxima ronda, porque como sabréis los auténticos acólitos, este tema de conversación da una sed terrible.
Ernest es el cantante de la banda barcelonesa Sol Lagarto, unos auténticos currantes de la carretera con un directo demoledor. Lo suyo es el rock'n'roll setentero de alto octanaje, que sabiamente mezclan con toques de funk y de blues. Acaban de fichar por Warner y el próximo 28 de Agosto publican su Mundo Circo en una versión ampliada, que incluirá 3 temas más y un vídeo. Son un muy buen ejemplo de que se puede hacer buena música en este país, a pesar de los medios, y de que aún quedan bandas con convicción y actitud a las que seguir la pista muy de cerca. Desnuda al Sol, que los Lagarto han rescatado de una antigua banda de Ernest, La Vidatabala, es un temazo que me merece la pena escuchar.
Este fin de semana pasado nos hemos vuelto a encontrar con Ernest y con Pere, y suerte que han sido sólo dos días, porque la jarana ha sido tal que nos ha dejado a Ernest sin voz y a mi sin Almax. Pere ha aguantado la embestida con su pose resignada, corredor de fondo de la noche, sabedor de que aún quedan muchas batallas que librar, y muchas botellas de Ron que desprecintar.
Ya queda menos para el próximo encuentro. Keep on rockin', my friends. Seguid ahí.
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