lunes, 7 de julio de 2008

Recuerdos

Mi madre cuenta que, a los 3 años, yo era un auténtico terremoto, un diablo de Tasmania en miniatura que no podía estarse quieto un segundo: corriendo de lado a lado del comedor, poniéndolo todo patas arriba, subiéndome por los muebles, metiendo los dedos en los enchufes... Vamos, lo que ahora se denomina un hiperactivo, aunque hace 33 años se conocía como un insoportable cabroncete.

Por aquel entonces entró en casa el primer reproductor de cassette, un Sanyo portátil, con funda de plástico negro y un solo altavoz. Y ese día me senté en el sofá, puse el reproductor sobre mis piernecitas, y empecé a escuchar un puñado de cintas que mi abuela nos dejó. Ponía una cinta, le daba al play, escuchaba un trozo de canción, daba al stop, rebobinaba, volvía a escuchar el trozo, volvía a parar, rebobinaba, cambiaba de cinta, le daba al play... y así horas y horas. Cuando mi padre llegó de trabajar y vio la tortura a la que estaba sometiendo al pobre aparato, propuso a mi madre quitármelo, o con tanto trajín lo iba a romper.

-¡De eso nada! -atajó mi madre. - Es la primera vez que el niño está más de cinco minutos quieto y sin destrozar nada, así que nadie le va a quitar el cassette si no es por encima de mi cadáver. Y si lo rompe, ¡le compraremos otro!

Y así fue como pasé interminables horas en ese sofá marrón, trasteando ese Sanyo, escuchando cintas de mi abuela (de hecho, iba a hablar de una de ellas al empezar este post, pero me he dejado llevar por los recuerdos), pulsando el play, al stop, rebobinando y dándole otra vez al play. Creo que esa es una de las imágenes más antiguas que tengo de mi infancia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Homeee,

Ya se lo estás pidiendo a tu madre! sí, el Sanyo. Para quién? para ese que te da cocos. Las cintas? de éstas todavía me quedan (con AC/DC en la cara A y Deep Purple en la B)

Muy amable, gràcies.

Ana dijo...

.....dónde demonios habré puesto mis cintas?....Aquí están!.

Que sean dos!!

;-)

Anónimo dijo...

Me dibujas esa sonrisa entre la morriña y el pudor. También yo tuve cintas, claro. Aunque nunca originales. Mi padre era de comprarme vinilos y luego grabármelos a una cinta para que no los estropeara. (Mientras escribo este comentario, miro de reojo y veo algunos de ellos)

Luego, en los viajes que hacíamos para ver a mis abuelos (Dios y señora), ponía las cintas una y otra vez mientras intentaba cantar encima. Cuando era en español, no resultaba demasiado difícil. El problema se mostraba con los Beatles o Elvis.

Nunca he entendido cómo soportaron aquellos viajes con aquel prehistórico karaoke. Quizá deba darles las gracias, la próxima vez que les vea, por no asesinarme y dejarme escondida entre la maleza de una curva.

Un beso grande

Santi dijo...

Pues yo ese Sanyo no puedo recordarlo como es evidente, pero lo que sí recuerdo como si fuera ayer y recordaré toda mi vida es aquella primera vez que mi primo Rafa me enseñó un videojuego (¡Oohh, ¿qué será eso?!) en el PC de su habitación (ni idea la edad que tendría yo) y vi como un tal Guybrush Threepwood hablaba con un vigía miope en un acantilado. Aquello era el "The Secret of Monkey Island" y fue la primera vez en mi vida que vi un videojuego y me dejó tan fascinado que aún hoy en día no me lo puedo sacar de la cabeza, tengo esa imágen fija grabada a fuego en mi mente. Luego lo busqué desesperado y me hice con él, y se ha convertido sin duda en uno de mis videojuegos favoritos de todos los tiempos.

No recuerdo la primera vez que me aficioné a la música, pero el primer contacto que tuve con un videojuego no lo olvidaré nunca, y ese vigía confundiendo el nombre de Guybrush será algo que me acompañará siempre...

¡Un abrazo!

Jo mateixa dijo...

Quins records més tendres.
És genial recordar-los. Ja t'imagino allà assegut al sofà amb la maquineta i escolatant música amb els ulls oberts i bocabadat.
A mi em va passar igual amb el "comediscos" de les meves germanes. Posava els discos petits de 45 rpm una vegada, i un altre, i un altre....