miércoles, 19 de marzo de 2008

Barceloning

El pasado viernes fui a Barcelona con mi amiga Sabrina, para hacerle de cicerone por algunos de los lugares más emblemáticos de la Gran Capital. El primer punto donde aterrizamos fue el Parc Güell, y si un viernes de marzo el parque estaba así, no quiero ni pensar como estará un domingo de julio. Vistas las hordas de turistas que deambulaban por allí, sinceramente creo que la ciudad se está convirtiendo en un monstruo que acabará por devorarse a sí mismo. La obsesión del ayuntamiento por proyectar una imagen de ciudad turística imprescindible, acompañada por los vuelos de bajo coste que la unen con cualquier punto de Europa por cuatro euros, hacen que Barcelona se esté convirtiendo en una especie de Port Aventura, con todo por y para el turista. Las tiendas del centro, los bares, los restaurantes, todo está pensado para el visitante ocasional, al cual se le pueden sablear 30 euros por una paella precocinada y sin mostrar más amabilidad que la requerida para que el cliente se vaya pronto y entre otro a ocupar su lugar. Muchos apartamentos ya no se alquilan por años, sino por fines de semana y a grupos de 8 o 10 turistas que invaden el piso para montar fiestas y llegar cantando a las seis de la mañana, para desgracia e insomnio de los vecinos del inmueble. Algunas voces, aunque tímidas, se están empezando a levantar contra tal avalancha (desde el propio Parc Güell se podía leer hace un par de meses una pancarta que rezaba Why do they call it tourist season, if we cannot shoot them?, y que ya han retirado), pero lo cierto es que la capital catalana es un imán que atrae cada vez a más visitantes.

En esas cavilaciones andaba yo, sentado en los bancos de trencadís, cuando un sonido celestial llegó a mis oídos. A mi lado, un trompetista (cubano, me pareció) empezó a interpretar Summertime. El mundo se paró, los turistas desaparecieron, y sólo quedamos Gershwin, Sabrina y yo, mecidos por las notas y acariciados por el sol de invierno. Le siguieron Moon River, el tema principal de El Padrino, y la maravillosa Manhã de Carnaval. Y entonces no tuve más remedio que admitir que, si el parque no estuviera repleto de guiris, ese músico no estaría allí, ni el malabarista que lanzaba el diábolo hasta las nubes, ni la pareja que hacían pompas de jabón del tamaño de un elefante... Así que, después de todo, algo bueno tenía la invasión foránea.

Aunque luego me clavaron 5,30 euros por una caña en un bar de las Ramblas, y el hechizo se rompió.

6 comentarios:

Félix Amador dijo...

Barcelona es increíble. El cartel también. ¿Por qué lo habrán retirado?

Jo mateixa dijo...

Crec que tothom hauria de reservar-se unes vacances i fer turisme per Barna. Es una gran, gran ciutat.

(i com totes, té coses bones i no tan bones)

Anónimo dijo...

Todo no puede ser.
Por ejemplo, no se puede pretender tener un equipo de futbol con super estrellas, que generan cantidades impresionantes de dinero, y mantener los orines de los hooligans apartados de sus estatuas.

Barcelona es bona, si la "bufeta" sona

noe dijo...

bé aqui una que és de barcelona a vegades es sent una turísta en la seva propia ciutat(preus, anonimat, sorpreses, art classificat...). Però aixó és el que tenen les ciutats grans no? Però com tot: tot té el seu ying i yang, el pol positiu i negatiu...
Bé le turisme és un tema llarg, amb molts ets i uts.
Però tot indret té la seva màgia

Anónimo dijo...

Que curioso,
Hace 2/3 semanas me ocurrio que paseando el domingo por el Parc Güell, nos tropezamos con el trompetista de la foto.
Si, creo que es cubano.
Mi hijo se quedo alucinado con el musico y se enrollaron a charlar los dos, al final le dedico un tema al "enano".

Recuerdo que le dijo...Si te gusta la musica tienes que saber leerla y escribirla, y despues conocer muy bien el instrumento que mas te guste.

Un saludo,
Wasichu.
http://lamusicadelafactoriawasichu.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Sóc de Barcelona i cada vegada suporto menys estar aqui a l'estiu. No veig la part bona del turisme per enlloc, ni ha millorat la nostra qualitat de vida, ni ens fa pagar menys impostos, ni ens portarà un contracte fixe o una hipoteca millor. A nosaltres no, només al grup de desvergonyits que s'estan dedicant a construir hotels a mansalva que després s'han d'omplir amb el que sigui.
He viscut molt temps fora, a diferents països, per feina i Barcelona sí s'ha convertit en un Port Aventura gegant.
Nosaltres també hem de tenir una actitud clara amb el turista borratxo que està orinant o vomitant, cridant a les 5 del matí d'un dimarts qualsevol.
WHY DO THEY CALL IT TOURIST SEASON IF WE CAN’T SHOOT THEM?