jueves, 14 de marzo de 2019

Rafa Pons en La Cantonada

La Cantonada (Tarragona), viernes, 8 de marzo de 2019. Lo peor de los conciertos de Rafa Pons es que se terminan. Una hora y media da para lo que da, y la ya pingüe discografía del barcelonés hace que inevitablemente se queden en el tintero canciones que un servidor daría un brazo por que las incluyera en el repertorio. Me faltaron Bobo, El último pedazo del pastel o Atento, entre otras. Pero quedémonos con las alegrías: Pons, guitarra en ristre y culo en taburete, coronó un show prácticamente redondo con la ranchera El Gallito, acompañado por los jaleos y risas del respetable, con el que había establecido la complicidad habitual. Y es que las bromas marca de la casa y las letras siempre ácidas de mi tocayo son una combinación infalible. Antes nos había deleitado con algunos de sus temas ya clásicos: En ti, No te jode, La mosso, la inevitable Julia Roberts..., y había lucido lo mejorcito de su nuevo álbum La guerra del sexo (2018): Estúpido, Capullo Tonic, Como un hombre, Los reyes del mundo e Imposible, canción con la que empezó el bolo en una Cantonada que había registrado una entrada muy digna, con todas las localidades (léase sillas) ocupadas. Aunque sin aglomeraciones ni gente que tuviera que quedarse de pie, que ya se sabe que en este país la canción de autor no goza del favor de los medios ni arrastra las masas como el flamenco-trap de Rosalía.

Y hasta aquí, esta crónica del concierto de mi admirado Rafa Pons, al cual he visto en varias (aunque siempre insuficientes) ocasiones y he hablado tantas veces de él en este blog, que hoy me ha dado por hacer la crónica a la inversa, osease, del final al principio del espectáculo. Ya sabéis que nunca me canso de reivindicar a Pons, del derecho y del revés.


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