Punk's not dead
Sala Zero (Tarragona), viernes, 25 de mayo de 2018. Unas horas antes de entrar al concierto de Mamá Ladilla, estuve escuchando uno de sus discos y preguntándome "¿Por qué disfruté tanto la primera vez que los vi, hace 5 años, si el punk no es ni de lejos mi estilo preferido?". Mis dudas se disiparon a los pocos minutos de esta segunda ocasión: la energía que transmite este power trío es tan apabullante que lo único que puedes hacer es dejarte llevar por el torrente de decibelios y locura que derrochan desde los primeros compases. El flemático pero divertido Juan Abarca capitanea la banda con gancho, tablas, y un más que notable dominio de la guitarra. Pero es Sergio González quien, a las cuatro cuerdas, imprime de forma magistral el frenesí melódico de las canciones, haciendo que los más osados se lanzaran desde el minuto 1 a un pogo interminable. A la batería, Abel del Fresno no le va la zaga, así que el estallido de punk-rock sacudió la sala y al centenar de personas que gozamos del espectáculo. El humor tan particular de las letras y la banda hizo el resto, y la velada se convirtió en una apoteosis que hace echar de menos tiempos pretéritos, cuando grupos como Kortatu, Cicatriz o La Polla Records subvertían las conciencias de los jóvenes de la Transición española. Con lo podrido que está el panorama político actual, buena falta nos haría que el punk volviera a la palestra.
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