jueves, 12 de enero de 2017

Los beneficios de la filosofía zen

 Mi amigo Rolando está pasando por una etapa zen. Ha decidido librarse de objetos superfluos, y optar por una visión minimalista de la vida. Hace bien. Una vez leí (creo que en un anuncio de gafas de sol) una frase que comparto: The lighter you travel, the further you go. Así que la opción de Rolo me parece de lo más acertada. Cuanto menos equipaje lleves, más lejos llegarás.

Por otro lado, y como ya comenté en un post, el equipo de música de mi actual coche es bastante vintage: no tiene entrada de audio, ni de iPod, ni mucho menos Bluetooth. O sea, que tiene radio, reproductor de CD, y punto pelota. Lo cual no me parece mal, ya que esto me ha dado pie a recuperar viejos compacts que tenía sepultados en cajas desde la última mudanza. Pero claro, tras varios centenares de kilómetros, y dado que mi colección de CDs la tenía más que trillada ya antes que el MP3 apareciera en mi vida, echaba de menos nueva música que llevarme a las orejas durante mis desplazamientos.

Y aquí es donde convergen las dos historias: hace unas semanas quedé con unos amigos para cenar, y Rolando trajo una bolsa repleta de compactos para regalarlos entre los asistentes. Y es que la verdad, existiendo Spotify y similares, hay que reconocer que los soportes físicos son, como mínimo, prescindibles.  Yo tampoco soy demasiado de acumular objetos, pero dadas las circunstancias, la ocasión la pintaban calva. Así que me hice con unos cuantos discos que, desde entonces, amenizan mis viajes en coche. Hete aquí las joyitas que me llevé a casa, o mejor dicho, a la guantera:

  • Bat Out of Hell (1977), de Meat Loaf
  • Californication (1999), de Red Hot Chili Peppers
  • Dookie (1994), de Green Day
  • Finn (1995), de Finn Brothers
  • Mother's Milk (1989), de Red Hot Chili Peppers
  • New Miserable Experience (1992), de Gin Blossoms
  • Strange Brew: The Very Best of Cream (1983), de Cream
  • The Greatest Songs of Woody Guthrie, Vol. I (1972), de Woody Guthrie 
 
 
Como se puede ver, discos con solera (no hay nada de este siglo), y que estoy disfrutando de lo lindo. Algunos (como el de Gin Blossomos), porque no los había oído nunca. Y otros, como mi amado Bat Out of Hell, porque nunca, nunca, me cansaré de escucharlos.
¡Gracias, Rolo!


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