Últimos coletazos del verano 2016, un verano que prometía
y que, al final, ha resultado bastante funesto. Me explico: a mediados
de julio, una irritación de garganta aparentemente inocente se
transformó en una infección. La infección se complicó, derivó en una inflamación
del oído interno y, tras quizás la peor noche de mi vida, provocó una perforación del tímpano. Así que han sido dos meses
de visitas al otorrino, molestias, dolores, secreciones por la oreja,
ingesta de antiinflamatorios, antibióticos y otras delicatessen, y
aspiraciones de cortisona. Además de obligarme a cancelar un viaje que
me hacía especial ilusión, lo cual ha sido de las cosas que más me ha
fastidiado.
Otro de los daños colaterales ha sido el no
escuchar música durante semanas. Ha sido una sensación extraña el no
tener ganas de oir ningún tipo de música, el viajar en coche con el
radiocassette (¿todavía se llama así?) apagado, el tener el
iPod con
varias novedades discográficas y ni siquiera atreverme a ponerme un
auricular en la oreja sana. La hinchazón y el embotamiento han sido tales
que he rehuido cualquier sonido innecesario, y he cambiado de bar o
plaza cuando detectaba que algún músico se disponía a tocar. Lo único
bueno del asunto es que he tenido algo más de tiempo para leer, y lo he
pasado en grande con
Pureza (2016), la última novela de Jonathan Franzen.
Por
suerte, la inflamación y la infección han remitido, y ya vuelvo a
atreverme a escuchar algo de música, aunque he empezado con cosas suaves
(menos mal que no soy muy de
nu-metal). El tímpano sigue
perforado, y ahora toca esperar que cicatrice solo o, en última
instancia, pasar por quirófano para reconstruirlo.
En definitiva, parafrasenado a Groucho Marx, "he pasado un verano maravilloso. Pero no ha sido éste."
1 comentario:
Vaya fastidio Rafa. Espero que acabes de sanar pronto y que vuelvas a estar a tope!
Chema
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