domingo, 1 de junio de 2008

Etéreo

Aunque llevaba meses intentándolo, alcanzar el nirvana fue toda una sorpresa. A pesar de mantener los ojos cerrados, sabía que esta vez la experiencia iba más allá de la simple levitación: asistía a la supremacía del alma y a la desintegración del cuerpo, que se fundía con el aire de la estancia.

Notaba el suelo disiparse, liberándome de la esclavitud de la gravedad. Sentía aligerarse el peso ínfimo de la ropa que me cubría, hasta dejar de percibir cualquier indicio. El tacto desapareció, ignorando todas las partes mi ser: no sentía el cabello, ni las extremidades, ni la piel que me envolvía. La sensación de temperatura se anuló. Cualquier movimiento íntimo, desde los latidos del corazón hasta el fluir de las venas, se ralentizó hasta detenerse. Y como las partículas que flotan en los rayos de sol, cada uno de mis átomos me abandonó y se elevó para confundirse con la niebla que bañaba la habitación.

Mi nuevo estado me ofrecía una sensibilidad extraordinaria. Mil sentidos nacían para percibir el entorno, con una intensidad que nunca hubiera imaginado. Cada color que me rodeaba, cada sonido minúsculo, cada onda danzando en el aire eran recogidos con placer por una recién surgida consciencia. El mundo se transformaba en un paraíso sensacional, deseoso de ser explorado.

Con un movimiento de la mente, mi espíritu se elevó. Volé a dos metros del suelo, gozando de la nueva perspectiva que me ofrecía mi estado etéreo. Me encandilaba con mis propias cosas, vislumbradas desde un nuevo punto de vista, y deambulaba juguetón de lado a lado, deslizándome entre muebles y cortinajes.

Pronto el espacio escaso de la habitación me aburrió y se ampliaron mis inquietudes viajeras. Me dirigí resuelto hacia la ventana abierta. Desde la altura de mi piso, la calle era una raya de plata, donde personas y coches eran poco más que revoltosas salpicaduras de colores. Me asomé al exterior. Pero tan pronto crucé el alféizar, mi naturaleza corpórea regresó. El peso reapareció, la gravedad volvió a actuar, y mi cuerpo se desplomó, incontrolado, hacia la inclemente acera, muchos metros abajo.

Noviembre de 2001
Basado en la canción Aire de Mecano

1 comentario:

Jo mateixa dijo...

Abans de llegir el final ja anava jo pensant que la banda sonora d'aquest escrit podia ser, precisament, la cançó Aire de la que n'has tret la idea. La qual cosa vol dir que has expressat perfectament el que pretenies.
Segueix escrivint.

L.