viernes, 27 de junio de 2008

Mi canción del verano 2008

El año pasado ya comenté que, por estas fechas, suelo elegir mi propia canción del verano, evitando las que la Industria nos impone a base de bombardeo mediático. En 2007, la que sonaba en mi MP3 mientras iba a la playa era El Culebrón de Radio Malanga, en detrimento de la oficial veraniega, aquel esperpento llamado Los Micrófonos, tema que debería penarse con no menos de 80 años de cárcel para los DJs que lo pincharon, además de la depilación a la cera de salvas sean sus partes.

Aún es pronto para decidir cual será mi canción del verano 2008, pero el tema I'm Yours de Jason Mraz está haciendo muchos méritos. Creo que descubrí a Mraz a través de Last.Fm, que me lo recomendó a partir de algunos grupos que suelo escuchar: Blues Traveler, Barenaked Ladies o Sister Hazel. Así que los que conozcáis algunos de ellos ya sabéis por donde van los tiros: un pop fresco, muy groovy, con influencias del funk, el reggae e incluso el rap. Jason Mraz empezó con el típico sonido de cantautor, pero en su último disco, We Sing, We Dance, We Steal Things, se decanta hacia ritmos más elaborados y cálidos. Y he de decir que no sólo I'm Yours es un gran tema, sino que todo el álbum es una delicia que no para de sonar en mi reproductor de MP3.

Así que, ahí va I'm Yours que, aunque algo frívolo y pegadizo (o precisamente por eso), me parece ideal para acompañar el veranito que recién empieza, mientras me tomo un champú (cerveza con limonada) en el chiringuito de l'Arrabassada (playa tarraconense). A ver si gusta.





PD: Igual estoy hablando de Jason Mraz como el que descubre la sopa de ajo. Lo último que leí de él fue que sólo era popular en Estados Unidos y Japón. Pero ahora quizás leéis esto y pensáis: ¿pero que dice el chalao éste? ¡si Mraz es el número 1 de los 40 Principales y suena a todas horas! En fin, son los inconvenientes de no escuchar radiofórmula...

miércoles, 18 de junio de 2008

Paradojas fotográficas

Leí en algún sitio que una de las grandes paradojas de la fotografía es intentar meter la grandeza de un paisaje en un papel de 10x15 cm (supongo que la versión actualizada diría en una pantalla de 17 pulgadas, pero la idea es la misma). Otra de las paradojas debe ser en la que incurro yo cuando salgo de viaje: me encanta pararme y disfrutar de los músicos callejeros o danzas folclóricas que encuentro por las ciudades, empaparme de los sonidos y bailes que añadirán a mi recuerdo del lugar un componente musical. Y entonces, desenfundo mi cámara digital y fotografío el espectáculo, confiando capturar el momento.

No lo consigo, claro. Revisando mis fotografías meses después, la evidencia me golpea: soy incapaz de recordar la música que sonaba cuando tomé cada instantánea. Pero bueno, al menos la imagen perdura, y ya es algo. Os dejo algunos mis infructuosos intentos: el primero tomado en mi ciudad natal, y el resto allende los mares.


Batucada en el Fiesta de la Solidaridad de Intermón Oxfam (Tarragona, 2008)


Folklore en las calles de Lima (Perú, 2004)


Músico en el desierto de Wadi Rum (Jordania, 2004)


Desfile en el barrio chino de Bangkok (Tailandia, 2005)


Capoeira en la plaza de Pelourinho, Salvador de Bahía (Brasil, 2006)


Mariachis en Playa del Carmen (Méjico, 2006)

viernes, 13 de junio de 2008

Bellrays: el día después

Bueno, lo prometido es deuda. Ahí va una pequeña crónica de lo que vivimos con Almond ayer por la noche, en la presentación del Hard, Sweet and Sticky de los Bellrays en la sala Apolo de Barcelona.

La cosa empezó bien, llegamos pronto y pudimos comer algo en una cervecería que está muy cerca. En la misma, unas mesas más allá, los 4 componentes del grupo y su técnico de escenario se tomaban tranquilamente unas birras, sin que nadie les molestara en ningún momento. De hecho, el bajista y el baterista saludaron a unos cuantos parroquianos que claramente iban a asistir al concierto, sin que nadie les hiciera demasiado caso. Supongo que es lo que tiene tocar en una banda casi desconocida para la mayoría de los amantes de la música. Pero probablemente James Hetfield no hubiera podido cenar tan tranquilamente....

Una hora más tarde ya estábamos en el interior de la sala principal del Club Apolo, y para los que no la conozcáis... vaya sala, vaya ambiente: suelo de madera, iluminación curradísima, mesas laterales en pequeños reservados, y un escenario muy, muy cercano al público.

Un ambiente ideal para unos Bellrays que se hicieron esperar lo justo. Sobre las 11 de la noche aparecían en escena los 4 fantásticos, negro sobre blanco, soul sobre punk impecable, y dejaron claro en los 4 primeros temas que son una banda con una energia de directo muy importante. Puro rock'n'roll de alto voltaje, durante el cual pudimos apreciar la primera sorpresa: ya no está el guitarrista habitual y, en su lugar, el bajista está a las 6 cuerdas haciendo un trabajo más que digno. Un nuevo bajista, que no paró de sonreir y bailar durante todo el set, y un batería ataviado con la misma cinta con la que Matts Wilander no consiguió pasar de cuartos en Winbledon se encargaron de una base rítmica sólida y potente.

Pero todo esto era de esperar. Lo que da un toque estratosférico al grupo es la presencia en escena y la garganta de Lisa, que no desfalleció ni un instante, y que, una hora y media más tarde, dio fín al concierto dedicándolo al gran Bo Diddley, que falleció a los 71 años, hace unos días.

Por cierto, de fotos, nada de nada. Nuestra cámara estaba a unos kilómetros de distancia. Pero lo que vimos es muy similar a esto, extraído de aquí.


¡ Maximum Rock'n'Soul !

miércoles, 11 de junio de 2008

Bellrays en directo!

Mañana jueves 12 The Bellrays actúan en la sala Apolo de Barcelona, en un concierto que no podemos perdernos, y que supone una oportunidad única para ver a la enérgica banda de Los Angeles en nuestro país. The Bellrays, a los que hemos alabado alguna vez, tienen nuevo disco en el mercado desde hace pocos meses. Hard, Sweet and Sticky es una clara continuación del magnífico Have a Little Faith, donde se podía apreciar una clara combinación de punk ramoniano con las influencias soul que impregnaban la increíble voz de Lisa Kekaula.

En este caso, seguimos la línea Maximum Rock'n'Soul, pero en este Hard, Sweet and Sticky las canciones rápidas y potentes son quizás más comerciales, y parece que el resultado conjunto es más harmónico.

Algunos les critican que se han alejado de la crudeza sónica de sus inicios, pero para la mayoría, es un placer ver como un grupo que tiene ya unos cuantos años de historia es capaz de facturar trabajos de esta calidad.

Y para nosotros, poder verlos en directo, cerca, va a ser grande. De momento, ya tenemos las entradas.

Ya hablaremos.

domingo, 8 de junio de 2008

Capacidad de síntesis

Tras el estupendo último post de David, supongo que todos habréis confirmado lo que ya hacía tiempo que sospechabais: cual de los dos autores de este blog sabe de verdad sobre música (él) y cual no tiene ni pajolera idea (servidor). Pero bueno, continuaré con mis fútiles elucubraciones, que si bien no os descubrirán nuevos discos ni artistas, al menos me sirven para pasar esta tarde de domingo.

Acabo de terminar La elegancia del erizo, de la escritora francesa Muriel Barbery, que no está mal (me refiero al libro, malpensados...). Me ha parecido curioso que haga alusión (como muchas otras novelas, entre ellas Firmin) a una de las frases míticas de la literatura universal: Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia desdichada lo es a su manera, con la que comienza Ana Karenina de Tolstoi. Maravilloso inicio, a fe mía.

Eso me ha llevado a pensar en otras grandes frases de la historia de la literatura, el cine y la música, con una capacidad de definición y síntesis que me cautivan. Me refiero a frases que, con unas pocas palabras, plasman más acertadamente a los protagonistas que párrafos y párrafos de descripciones. Me viene a la cabeza la novela El carrer estret, de Josep Pla, donde se refiere a una pareja de vecinos con la magnífica frase A pesar de estar casados, se querían.

Incontables ejemplos hay también en el cine, aunque quizás mis preferidos son dos de la película American Beauty. Aquí me tienen, cascándomela en la ducha. Para mí, el mejor momento del día. A partir de aquí, todo va a peor, dice la voz en off de Kevin Spacey, y me parece que dibuja perfectamente la anodina vida del protagonista. Y segundos más tarde, mientras aparece Annette Bening en pantalla repasando los setos del jardín, la misma voz pronuncia la otra perla: Ésta es mi esposa, Caroline. ¿Se han fijado que el mango de las tijeras de podar hace juego con los zuecos? No es por casualidad. Fantástica..

Por supuesto, algunas frases de canciones tienen la misma capacidad descriptiva y evocadora. Joaquín Sabina es uno de los maestros en este difícil arte, y personalmente me quedo con el comienzo del tema Pero qué hermosas eran, del disco 19 días y 500 noches: Mi primera mujer era una arpía, pero muchacho, el punto del gazpacho, joder si lo tenía, que define a la mujer pero sobre todo al narrador y a su escala de valores. También Los Secretos tienen frases acertadísimas, como aquella en la que Enrique Urquijo se autodefine con Cojo todo lo que ofrecen pero siempre quiero más. Aunque hoy me quiero quedar con una joyita que descubrí este año, en el tema K.O. Boy de Luis Ramiro, que condensa lo que siente sobre la soltería en sólo 9 palabras, y que me parece tremenda: Me despierto en el sofá, ¿era esto la libertad?

En fin, como alguien que intenta escribir cosas como este post (con más pena que gloria, dicho sea de paso), siempre me han fascinado evocadores ejemplos como éstos. Os dejo con el vídeo de K.O. Boy, cuya letra (no sólo la frase citada anteriormente, si no toda ella) me encanta. Feliz semana.



miércoles, 4 de junio de 2008

GIBSO#1 - The Allman Bros - At Fillmore East

Hay un tema mítico de los Allman Brothers Band, Mountain Jam, contenido en su Eat a Peach (1972), que es una lírica improvisación de tan solo 33 (!) minutos de duración, que nunca he podido escuchar entera (nótese el sacrilegio) y que, según un conocido mío fanático de los Allman, es una pieza imprescindible en sus viajes en coche de casa al curro, que duran exactamente poco más de media hora. Todo hay que decirlo, esos viajes los empezó haciendo con varios acompañantes, que fueron dejando el vehículo progresivamente hace meses, a partir del momento en que compró el Eat a Peach y empezó a deleitarlos con la jam de la montaña, día sí y el otro también.

Y es que como decía Neil Young sobre su música, no todas las canciones son para todos los públicos, ni para todos los momentos. Y eso no las hace menos geniales. Pero cada estado de ánimo, cada mood, para cada pasaje de nuestras vidas, hay una banda sonora diferente.

Posiblemente nos costará decidir en qué momento escuchar un disco que contiene canciones que superan los 15 minutos de duración (unos 77 minutos de disco con solo 7 temas). Ya te esperas interminables solos y largos desarrollos instrumentales con destino incierto.

Pero si piensas así, quizás debas escuchar el directo At Fillmore East y muy probablemente reconsiderarás tu opinión. Tan sólo unos minutos de You Don't Love Me te harán redescubrir el blues o, mejor, soñar en como lo reescribieron estos genios peludos hace ya 37 años. Pero espera al final del tema, y verás lo que es controlar el tempo, y tocar en combo, como una auténtica banda que se escucha y crea conjunta y dinámicamente.


No en vano, no es sino Duane Allman quien está al cargo de una de las guitarras, pocos meses antes del fatal accidente que acabaría con su vida, chocando en moto contra un camión. A la otra guitarra, ni más ni menos que Dickey Betts (sí, sí, el mismo que actuó hace unos días en Barcelona, y al que no vimos. ¡Penitenciagite!). Si la formación actual de los Allman, con Warren Haynes y Derek Trucks, nos parece importante, a la original que suena en el Fillmore solo podemos catalogarla de mágica. Como bien he leído no sé donde, el trabajo de Gregg Allman a los teclados lo convertiría por sí solo en la estrella de la banda, pero es que el resto del equipo está incluso por encima.

Si a esto le sumamos la atmósfera de inmediatez y el permanente estado de gracia de estos músicos que transmiten pasión en cada nota, en cada silencio, en cada giro improvisatorio, al espíritu de jazz que desprende esta música, estamos delante quizás del mejor directo de rock sureño de la historia, y probablemente uno de los mejores de la historia del rock (pero antes de decidir escuchad esta otra joya).

Creo que hemos dado motivos suficientes para que entendáis porqué, para nosotros, este disco abre la serie de Grabaciones Imprescindibles de Bourbon Street Online (GIBSO, uff, casi tenemos problemas de copyright con un pequeño fabricante de guitarras), una lista irregular e incompleta de discos que consideramos esenciales, de cabecera para nosotros. Este no es el mejor, pero sí el primero que debéis buscar y escuchar.

¿No queréis hacerlo? Ah, vale, es que ya lo tenéis.

domingo, 1 de junio de 2008

Etéreo

Aunque llevaba meses intentándolo, alcanzar el nirvana fue toda una sorpresa. A pesar de mantener los ojos cerrados, sabía que esta vez la experiencia iba más allá de la simple levitación: asistía a la supremacía del alma y a la desintegración del cuerpo, que se fundía con el aire de la estancia.

Notaba el suelo disiparse, liberándome de la esclavitud de la gravedad. Sentía aligerarse el peso ínfimo de la ropa que me cubría, hasta dejar de percibir cualquier indicio. El tacto desapareció, ignorando todas las partes mi ser: no sentía el cabello, ni las extremidades, ni la piel que me envolvía. La sensación de temperatura se anuló. Cualquier movimiento íntimo, desde los latidos del corazón hasta el fluir de las venas, se ralentizó hasta detenerse. Y como las partículas que flotan en los rayos de sol, cada uno de mis átomos me abandonó y se elevó para confundirse con la niebla que bañaba la habitación.

Mi nuevo estado me ofrecía una sensibilidad extraordinaria. Mil sentidos nacían para percibir el entorno, con una intensidad que nunca hubiera imaginado. Cada color que me rodeaba, cada sonido minúsculo, cada onda danzando en el aire eran recogidos con placer por una recién surgida consciencia. El mundo se transformaba en un paraíso sensacional, deseoso de ser explorado.

Con un movimiento de la mente, mi espíritu se elevó. Volé a dos metros del suelo, gozando de la nueva perspectiva que me ofrecía mi estado etéreo. Me encandilaba con mis propias cosas, vislumbradas desde un nuevo punto de vista, y deambulaba juguetón de lado a lado, deslizándome entre muebles y cortinajes.

Pronto el espacio escaso de la habitación me aburrió y se ampliaron mis inquietudes viajeras. Me dirigí resuelto hacia la ventana abierta. Desde la altura de mi piso, la calle era una raya de plata, donde personas y coches eran poco más que revoltosas salpicaduras de colores. Me asomé al exterior. Pero tan pronto crucé el alféizar, mi naturaleza corpórea regresó. El peso reapareció, la gravedad volvió a actuar, y mi cuerpo se desplomó, incontrolado, hacia la inclemente acera, muchos metros abajo.

Noviembre de 2001
Basado en la canción Aire de Mecano