Un buen comeback
Cuanto tiempo.
Ya no recordaba la sensación de sentarme delante de una pantalla para explicar cosas.
Ya casi ni me acordaba de porqué empezamos todo esto. Sí que me acuerdo de porqué lo dejé.
Me fui de esta calle hace mucho, abrumado por la falta de tiempo, por tener que escribir a deshoras y de cualquier manera, cansado. Me pareció un buen motivo. Pero con el paso de los meses, me he dado cuenta de que no era el principal.
La verdad es que estaba borracho. Harto, hastiado de música, pero sin darme cuenta de ello. Ya nada me satisfacía. Buscaba en la electrónica y en el indie las sensaciones que mi amado rock ya no me ofrecía. Y volvía no sólo insatisfecho, sino además jodido por no ser cool, por no disfrutar con todas aquellas bandas maravillosas a las que las masas idolatran, y que a mí no es que no me gustaran, es que incluso me molestaban.
A ello se mezcló la certeza de que escribir sobre música no tenía sentido para mi. Que a nadie iba a interesarle lo que yo dijera, y que además la saturación del fenómeno blog había propiciado que una miríada de sitios habláramos de forma cansina, cuasi usando los mismos clichés, de lo fantástica que es tal banda y lo bueno que es tal disco, contínuamente. Me sentí desmotivado.
Y mientras, seguí saltando de disco en disco en una búsqueda imposible de la melodía definitiva, de la progresión de acordes que me harían flipar como cuando alucinaba de verdad con la música. Cuanto hacía que no había vuelto a tener aquella sensación. Y me metía entre oreja y oreja 3 ó 4 discos por día, y los cambiaba cada semana, en una quimera sin fin.
Y entonces me dí cuenta que ese era precisamente el problema. Vi con claridad que, si de verdad quería sentir como antes, debía hacer dos cosas: empaparme de verdad de aquellos discos que lo merecieran, no saltar como un mono de uno a otro sin darles oportunidad de madurar, y ante todo, descansar.
Descansar musicalmente. Lo descubrí un día cuando, no recuerdo el porqué, llevaba varios días sin escuchar nada, probablemente por algún viaje al extranjero. Y caminando por la calle, me puse los auriculares y sonó "Song of Yesterday", de la burrada de disco que los Black Country Communion han tenido los santos huevos de parir este año.
Y me pasó. Podría haberme pasado con alguna otra. Podría incluso haber tenido la mala suerte de haberme pasado con algún bodrio inconfesable, y probablemente entonces no hubiera vuelto aquí para contarlo, pero me pasó con esa maravilla de 8 minutos y medio (que ese largo minutaje no os lleve a confusión: esto no tiene nada de rock progresivo, y no le sobra ni un jodido segundo).
Y noté como cogía aire y la cabeza se me oxigenaba. Y vi como se me erizaba el pelo de los brazos, y tuve aquellas súbitas ganas de subirme a un escenario de nuevo... aquella sensación de que el mundo, en su desorden y su dureza, hacía una pausa para darme un respiro. Y me di cuenta de que, si estás atento y has dejado descansar tu mente gastada, la música vuelve a sonar como antes, en cuanto se dan las condiciones.
Se han dado las condiciones. Todos estos meses he disfrutado con cada uno de los post de Rafa, como si estuviéramos comentando esos discos con unas cervezas en la mano. Me he dado cuenta de que estaba equivocado, que no se lee un blog para tener una opinión de autor. Para eso ya están los portales especializados y las revistas con las que uno puede modelarse según una tendencia. Se lee un blog porque quieres compartir un trocito de vida de esa persona. En nuestro caso, un trocito musical, pero un trocito al fin y al cabo. Quieres saber más de las opiniones personales de alguien como tu, con el que probablemente tengas mucha afinidad musical. Y eso vale la pena.
Sigo sin tener ni un pizca de tiempo. Me apasioné por demasiadas cosas mucho antes de darme cuenta que las cosas importantes cuesta mucho hacerlas bien. Pero Rafa me ha pedido que no deje esta casa abandonada durante su ausencia. Así que al menos, pienso pasar por esta, vuestra calle, hasta que mi compinche vuelva de su aventura nómada, aunque sea tarde y no tan a menudo como me gustaría.
Me voy a dormir la mona un rato. Otro día os hablo de verdad de este discazo de los Communion.
2 comentarios:
me ha gustado, mucho, muchísimo, este post.
Me ha llegado profundo, gracias.
Yo también he tenido esa sensación de hartazgo alguna vez, aunque por lo que veo no tan profunda como la tuya. En mi caso, con un par de dias de ayuno musical me valia para cargar las pilas de nuevo y volver a castigar las orejas otra vez de esa musica que tantas alegrias me ha dado a traves de los tiempos....
Por cierto muy buen post amigo, y esperamos esa crónica de ese pedazo de álbum de Black Country Communion.....Un saludo
Publicar un comentario