Noches de jazz en Cracovia
Bajo los edificios neoclásicos de Rynek Glówny, la plaza principal de Cracovia, se encuentran unas estructuras de varios siglos de antigüedad. Se trata de sótanos que datan de la época medieval, y que por aquel entonces se usaban como almacenes, establos, e incluso mazmorras. Hoy, muchos de ellos alojan restaurantes, discotecas o, como en el caso que nos ocupa, locales de jazz.
En las entrañas del número 28 está el Harris Piano Jazz Bar, un garito con paredes de piedra desnuda que se ha convertido en uno de los lugares de referencia en la escena musical de la antigua capital de Polonia. Nos dejamos caer por allí un par de noches, y en ambas pudimos disfrutar de un concierto espectacular y de una jam session que no le iba a la zaga.
El lunes, 23 de agosto, una banda de veteranos dirigida por el trombón de varas (¿quizás el tal Harris?) tocaba clásicos de diversos palos: dixieland, swing, hard-bop... Impresionantes los solos del pianista, los duelos entre metales, el savoir-faire del batería, y sobre todo el virtuosismo del contrabajo, que además de llevar el peso de todos los acompañamientos, de vez en cuando regalaba unos fraseos que dejaban al respetable sin habla.
Luego del conciertazo, unos jóvenes tomaron el relevo y certificaron que la escena jazzística cracoviana tiene mecha para años. También orquestadas por el mencionado trombón de varas, las nuevas promesas ofrecieron una jam arrolladora, donde saxos (uno masculino y uno femenino), armónica, contrabajista, guitarra y clarinete iban turnándose para descargar tremendos solos a menudo impropios de tan tiernas edades.
El miércoles volvimos al Harris, pero lamentablemente lo hicimos tarde, y sólo pudimos disfrutar de los últimos temas de una banda de jazz latino. Cuando llegamos, una voluptuosa negra atrapada en un escueto vestido rojo interpretaba Chan Chan, el clásico del son cubano, mientras su compañero empequeñecía el escenario danzando a un ritmo endiablado. Luego, otra tanda de músicos ocuparon la tarima para volver a ofrecer otra jam, esta vez más experimental que la de dos noches atrás.
Por último, hacer notar que, ambas noches, la entrada era gratuita. Y que una cerveza de medio litro (en Polonia, por menos de eso ya no ensucian un vaso) costaba 6 zlóti, que al cambio vienen a ser un euro y medio. ¿Alguien da más?
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