martes, 16 de marzo de 2010

Quim Vila en La Vaque

La Vaqueria (Tarragona), 10 de marzo de 2010. Noche de miércoles. Champions en la tele. Cero grados en la calle. Con estos avatares, poco más de una veintena de feligreses nos dimos cita en La Vaque para disfrutar de Quina merda tot, el nuevo espectáculo de Quim Vila. Esto le pasa a Springsteen y abandona el escenario haciendo pucheros, claro. Pero en esto se diferencian los grandes de los aficionados: en no dejarse amedrentar y crecerse ante las dificultades.

Además, en el oficio de cantautor, hacer llorar es fácil: hablas de una madre a la que se le ha muerto el hijo por escorbuto, peste bubónica, paperas y sobredosis de Petazetas, y todo el público acaba con lágrimas en los ojos. Y si no lo hace, es que todos son una panda de insensibles que no tienen ni corazón ni entrañas. Pero hacer reír es mucho más difícil. Y encima, si no lo consigues, la culpa es tuya, que no tienes ni pizca de gracia.

Pero Quim es un maestro en el noble arte del cachondeo, y a los pocos minutos, gracias a una mordacidad y una desfachatez irresistibles, ya tenía al respetable en el bolsillo (no hacía falta demasiado espacio, todo sea dicho). El estar en familia le hizo sentirse muy suelto (sin malinterpretaciones), y ofreció un show delirante, en el que el descojone fue el principal protagonista. Este atípico cantautor combina larguísimas peroratas con temas de sus tres álbumes, mezcla ragtime con rumba y blues con rancheras, interrumpe al pianista (el sufrido y mal pagado Abel Boquera, cobre lo que cobre), maldice por los codos, se acuerda de lo más sagrado, y se ríe del mort i del qui el vetlla, como decimos en Cataluña.

Así que, en total, y para grata sorpresa del que suscribe (que se temía una duración reducida), más de dos horas de música, barbaridades, risas y cachondeo. Y al final, homenaje al gran Joan Capri, vítores, aplausos, y a dormir con agujetas en las abdominales, de tanto desternillarse. Si alguno de los paseantes de esta calle del Bourbon está de bajón y Quim Vila toca cerca de su casa, que no lo dude: que use los antidepresivos para abonar las plantas (que verá qué hermosas se le ponen) y que vaya al concierto. Satisfaction Guaranteed.


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