Amores eternos
Ayer fue 15 de septiembre, y eso significa que han pasado once años (¡once!) desde que nos dijimos adiós.
Nos conocimos en un país exótico, el verano de 1996, y pronto tendimos un hilo invisible que nos unió durante todo el viaje. Empezamos buscándonos poco a poco, trenzando nuestras miradas en los museos, coincidiendo en los asientos de los autocares, rezagándonos en las excursiones.
Luego vencimos nuestros miedos y nos agarramos con fuerza el uno al otro. Nos perdíamos por los zocos, nos besábamos entre mezquitas, nos encontrábamos en las habitaciones de los hoteles... Así nos íbamos explorando, descubriendo y conociendo, exprimiendo ese summer romance que nos parecía interminable. Mientras, en el radio-cassette sonaba, una y otra vez, Only a Woman's Heart, la canción que había pertenecido a Eleanor McEvoy, pero que ahora era sólo nuestra. Si al llegar al infierno el diablo me permitiera revivir algún periodo de mi vida, creo que elegiría esos días.
Pero todo viaje tiene un final, y la vuelta a casa nos golpeó con la evidencia que nuestras realidades eran muy distintas. La diferencia de edad, el vivir en diferentes ciudades, las metas de uno y otro, tan alejadas. Todo construía una selva tan espesa que, tras mirarla desde todos los puntos de vista posibles, se nos antojó infranqueable. Cada uno debía perseguir sus propios sueños, y los caminos seguían direcciones opuestas. Bañados en un mar de lágrimas , un 15 de septiembre nos dijimos adiós. Nunca volvimos a vernos, y quiero suponer que tomamos la decisión más acertada.
Por terceros me enteré, hace ya años, que se había casado y tenía un hijo, lo cual me alegró enormemente. Uno de sus más anhelados deseos se había cumplido, y brindé por ello en mi complaciente soledad . Por mi parte, yo cumplí algunos de los míos, aunque sigo persiguiendo los más esquivos. Así que creo que hoy, once años después y pesé a lo que dolió (y... ¡joder, cómo dolió!), ambos estaríamos de acuerdo en que no nos equivocamos.
Ayer, como cada 15 de septiembre, me acordé de Dolors y también, como cada 15 de septiembre, de aquella canción de Joaquín Sabina que reza:
Con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.
8 comentarios:
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Con un trago amargo en la garganta, de esos que hasta gustan de puro sadomasoquismo.
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Com diu la dita: "no ploris per que ja s'ha acabat, alegrat per que ha passat." Pensa quina vida més trista tenen els que no han sofert mai ni un sol batec del cor més fort que els altres.
Que emotivos recuerdos Rafa. Me ha gustado tu reflexión. :)
Por cierto Rafa, qué tal lo nuevo de Gertrudis?
Sabías que tengo las firmas de los cabezas visibles de Gertrudis? y que uno de ellos en la dedicatoria que me hizo en el libreto del anterior disco me llamó " Para el enmascarado del jergón..."¿, jeje, era lector del blog, o bueno!, puede que lo siga siendo. :)
Burdon, ando escuchando el último de Gertrudis, y está muy bien. Por cierto, también estoy empezando a oir a tu Cathy Claret. Ya te contaré...
et felicito per ser capaç d'expressar tot el que aquesta persona t'ha evocat en el temps compartit.
Un gran regal per ella, per tu i pels lectors als quals ens has fet partíceps
perdona, proyectocaptura: sóc la noe. Tot i que aquesta blog és oberta a tothom i inclús convido a jo mateixa, doncs les seves captures de rodes de cotxe i café son ideals.
Si vols, jo mateixa i altres que tinguin captures, us paso la contrasenya per mail.
Perdona Rafa per utilitzar això com espai de comunicació i aquesta setmana prometo escriure comentari al tema d'avui 7/10/2007; però ara els ulls se'm tanquen
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