viernes, 22 de junio de 2007

Patti y mis pecados

Mientras escucho el último trabajo Patti Smith, compuesto de versiones de clásicos del rock, me doy cuenta de que hoy se cumplen ya 8 años de un viaje a Amsterdam que supuso un antes y un después en mi vida. Como a menudo suele pasar en discusiones de pareja, estas tienen un feo don de la oportunidad, y surgen siempre antes de hacer algo planeado juntos. Algo bonito, como un viaje, o algo en común con amigos y familia. Y allí estáis los dos, aguantando el tipo ante los demás, con mal sabor de boca, porque el cabreo tiene un sabor agrio, el jodido. Y cuando se mezcla con orgullo, aún sabe peor, y sienta mal seguro. Como la porquería que se bebió Rafa el otro día.

Algo así nos pasó a Almond y a mi el día antes del viaje, una pelea absurda, y llegamos a Amsterdam un pelín raros. Y yo me empeciné en probar las sustancias locales. Y a los pocos días, aún estaba más raro. Y me sentí lejos, separado de ella, atrapado en un viaje al que aún le quedaban tres o cuatro días para acabar, una eternidad para mi paciencia. Y me volví otro, sin darme cuenta de que si la hubiera perdido en aquel momento, nunca jamás hubiera sido ya el mismo.

Y pasamos tristes las horas, con la sensación de estar echando por la borda un viaje que podría haber sido maravilloso.

Y llegó el viernes, y vimos el cartel del concierto de Patti Smith y, sin haberla escuchado nunca, compramos las entradas y fuimos a verla.

Almond me cogió de la mano al entrar en la iglesia, donde los acólitos de la religión del rock, la paz y la hierba estaban expectantes, minutos antes de que saliera su musa al escenario. Y cuando empezaron los versos de uno de sus poemas, se me erizó el vello en la nuca, porque la sensación de autenticidad de lo que estabamos viviendo era muy potente, y todos la estabamos compartiendo. Y sonaron las guitarras, viejas como ella, como los acordes crujientes y cálidos de los amplis al rojo vivo, a punto de estallar.

Y Patti entonó el "Jesus died for somebody's sins but not mine" y en pocos segundos llegó la Gloria.

Y me di cuenta, en aquel momento, de que estaba haciendo el idiota de verdad hacía muchos días, y que necesitaba tirar esa bolsa de hierba en el retrete, dejarme de porquerías y pedirme una cerveza de verdad y darle un beso suave a Almond en la frente, porque entonces ella sabría que había vuelto, y quizás podría perdonarme. Y que debería aprender de esta historia, y currar para salir del abismo una y otra vez, hasta que llegara el día en que el abismo me pareciera un pequeño charco.

Y sigo currando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ei David, me ha parecido precioso el texto. No puedo decir mucho sobre Patty porque la he escuchado poco, pero lo de Almond me ha echo saltar una lagrimita y a la vez una sonrisa, por saber que aún existen hombres en el mundo con corazoncito (te lo dice una desengañada del amor...) Y creo que aunque el concierto hubiera sido de otro grupo hubieras reaccionado igual...

Un besazo a los dos, que sois estupendos!!

Ro.

Ana dijo...

Joder! estaba buscando un post que escribiste tú para poner un link en uno de los míos y cómo no se el título, ni la fecha aproximada en que lo escribiste, ni cómo demónios se busca sin ir uno por uno .....
me estaba flagelando en el rincón de mi ignorancia. Pero ahora...

Que gusto no saber todo eso y haberme encontrado con esta maravilla, David.

Subscribo a Ro en lo de que sois estupendos. Un besazo.