En la carretera con The Allman Brothers Band
Un domingo de invierno cualquiera. Las
nueve de la noche. Tengo que conducir 100 kms. a solas, en un coche
sin entrada para el iPod, pero sí con reproductor de CD. Rebusco en
mi vieja colección de discos y elijo A Decade of Hits:
1969-1979, de The Allman Brothers Band,
que hace años que no escucho. Pulso el botón de reproducción
aleatoria, y me pongo en marcha.
Empieza sonando Revival, que me
contagia su irresistible optimismo hippie. Buen comienzo.
Activo el Night panel, que minimiza las luces del salpicadero,
y me dejo llevar. Perforo la noche cerrada saboreando el slide
de Duane Allman, los punteos de Dickey Betts, las baterías
hermanadas de Butch Trucks y Jaimoe, el bajo de Berry Oakley, los
teclados y la voz cavernosa de Gregg Allman, el piano tan honky
tonk de Chuck Leavell... Van cayendo el country de
Ramblin' Man, y luego el jazz de In Memory of Elizabeth
Reed, el blues de Trouble No More, el rock'n'roll de
Southbound... Etiquetar a los Allman Brothers como rock sureño
es como describir a Messi como “un buen chutador de faltas”.
Floto sobre la carretera en compañía
de Jessica, de Liz Reed, de Little Martha, de Melissa. Disfruto de
cada matiz, de cada virtuosismo, de cada imperfección, de cada
canción que había escuchado decenas de veces pero que se me
presenta como si hoy fuera la primera. El coche devora la línea
discontinua y el tiempo pasa como una ensoñación. Una hora de
éxtasis. Un viaje sublime.
La mañana siguiente entro en eBay y
encargo el libro One Way Out: The Inside History of The Allman
Brothers Band (2014), de Alan Paul.
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