Septiembre es traidor
Han pasado casi dos meses, y todavía me duele la muerte de Javier Krahe. Decía Sabina en una entrevista de hace un par de años que Krahe
era un lujo que España no merecía, y mucho me temo que estaba en lo cierto.
Creo que no se le ha hecho, ni se le hará, suficiente justicia, a tenor de la
escasa repercusión mediática y de las de momento inexistentes reediciones de
sus discos, libros o compilaciones de sus letras, quizás por la fecha de su
fallecimiento, más cercana a las vacaciones de agosto que a un habitual periodo
de publicación de novedades editoriales y discográficas.
Así que, como el que intenta curarse la resaca bebiéndose un cubata de
whisky, o el que para superar la pérdida de una exnovia se acuesta con ella,
llevo todo el verano repasando algunos de sus discos. Y uno de los temas que
más he escuchado es este Navalagamella, con una letra ocurrente y muy acertada
para las fechas en las que estamos: una canción sobre amores estivales,
cuernos, despechos, y el traidor septiembre poniendo fin a la aventura. Una gozada lírica que da muestra, por si cabía alguna duda, de la maestría de Krahe en el dominio del lenguaje y de los dobles sentidos.
Navalagamella
Cuando fui infiel,
lo fui noblemente, de hotel en hotel;
cuando lo fue ella
lo fue por sorpresa en Navalagamella.
Jesús, qué trajín
Un tío en la sierra le hacía tilín,
un cuerpo serrano,
un novio perpetuo durante el verano.
Amor veraniego con casa y jardín.
tomillo y espliego,
romero y jazmín...
aromas sin fin.
Cuando fui infiel
lo fui por la miel de las lunas de miel
cuando lo fue ella
bebían sangría y comían paella.
Sin un buen arroz,
no entraba en materia su lobo feroz,
antes de ir al grano
al grano ir quería su cuerpo serrano.
Y aquí una gambita,
y aquí un mejillón,
la vida es bonita
y es dulce el melón,
pásame el porrón.
Cuando fui infiel
lo fui por pasar de una piel a otra piel
cuando lo fue ella
lo fue, qué egoísmo, por verse aún más bella.
Y, claro, es mejor
lucir el palmito cuando hace calor,
mostrarle al verano
su cuerpo desnudo y más que serrano.
Así, hasta que un día
se fue la calor,
su cuerpo se enfría,
se enfría su amor,
Septiembre es traidor.
Cuando fui infiel
fui fiel a mí mismo, fiel a mi papel,
cuando lo fue ella
en mi alma, tan dura quería hacer mella.
Y a mí me da igual
que use mis pañuelos, que hoy esté fatal
un cuerpo serrano
muy desmejorado, de tanto ir al grano.
Su amor veraniego
añora el festín,
tomillo y espliego,
romero y jazmín...
pues mira, a mí, plin.
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