Rafa Pons en la Sala Zero
Sala Zero (Tarragona), 24 de abril de 2015. Tres felices acontecimientos han tenido lugar en los últimos meses en torno a la figura de Rafa Pons, uno de mis músicos favoritos del panorama nacional actual. El primero, la publicación de su primer libro, A cuento de nada (2014), que leí en un pispás las pasadas navidades. El segundo, el lanzamiento de su cuarto álbum en estudio, Disimula (2015): un disco brillante, que ha alumbrado algunos de los mejores temas de su carrera, y que ya desgranaron fantásticamente los amigos de Necesito un rock'n'roll en este post.
Y por último, su regreso a Tarragona tras varios años sin tocar por estos lares: una cita a la que, por supuesto, no podía ni quería faltar. En el concierto, poco concurrido como ya es habitual, el cantautor barcelonés interpretó casi todos los cortes de Disimula, además de repasar algunas de sus canciones más emblemáticas (Julia Roberts, La mosso...) . No parece fácil caldear el ambiente cuando no hay más de 30 personas en el local (mientras los bares donde pinchan Shakira están a rebosar), pero mi tocayo no se amilanó, y salió un bolo estupendo, con buena música, cachondeo, improvisaciones, confesiones, y la siempre agradecida colaboración de Santi Noriega a la guitarra en alguna de las piezas. Así que los cuatro gatos que nos dimos cita en la Sala Zero lo pasamos en grande. Y a veces me da por pensar: ¿qué pasaría si Rafa Pons fuera un cantante de masas, como lo son Sabina o Fito? Pues que los pabellones, o los estadios, o donde fuera que tocara, estarían mucho más concurridos, y quizás llevaría una banda de lujo, y una escenografía espectacular. Pero seguro que también serían más predecibles, más impersonales, y no se establecería la complicidad que se crea ahora entre Pons y el respetable. Él ganaría mucha más pasta, claro. Pero para los feligreses que le seguimos desde su primer disco, conciertos como el del pasado viernes no tienen precio.