jueves, 8 de enero de 2015

500 noches con Sabina

Palau Sant Jordi (Barcelona), 23 de diciembre de 2014. Pocos artistas nacionales se pueden vanagloriar de poder llenar el Palau Sant Jordi dos noches consecutivas. Joaquín Sabina realizó la proeza, y sin despeinarse, o lo que es lo mismo, sin tener que sacar nuevo disco: la gira 500 noches para una crisis era un ejercicio de revival cuya excusa era conmemorar el 15 aniversario de la publicación del 19 días y 500 noches (1999), su mejor trabajo para muchos, entre los que me incluyo.

El ubetense espantó dudas y fantasmas recientes con un espectáculo intachable, desenfadado y lleno de sorpresas, capaces de convencer al más escéptico, si alguno había entre la legión de incondicionales que llenábamos el Palau. Un concierto de Sabina es de todo menos previsible, y así fue el que se fraguó la noche del 23 de diciembre, que fue al que yo asistí: viejas canciones con nuevos arreglos; letras cambiadas o añadidas a historias conocidas (el tema Pero que hermosas eran, que relata las vicisitudes del protagonista con sus tres mujeres, se extendió con versos sobre su cuarta mujer, en la que todos reconocimos a la actual pareja del autor); canciones interpretadas por los miembros de la banda, mientras el flaco se tomaba un respiro (o lo que sea que se toman los artistas por la nariz); una versión de Bob Dylan... Y como colofón, la aparición en escena de Joan Manuel Serrat (“antes mi maestro, luego mi primo, ahora mi hermano”), para interpretar Paraules de amor y terminar el show con La canción de los buenos borrachos.

En total, dos horas y medias de gloria, de revisión del mentado 19 días y 500 noches (cayeron 11 de sus 13 canciones), de clásicos inolvidables, de algún que otro tema inesperado, de momentos álgidos y de momentos estratosféricos, como el Princesa coreado por doce mil voces. Una noche que valió por quinientas. Enorme Sabina.

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