De vuelta del País Vasco
Como miles de españoles arrastrados por la película Ocho
apellidos vascos (aunque en nuestra defensa cabe decir que decidimos el
destino antes de haberla visto), este verano hemos ido de vacaciones al País
Vasco. Nunca lo había visitado, y las expectativas eran altas, ya que todo el
mundo habla maravillas. Pero he de reconocer que se han cumplido con creces.
El campo base ha sido un pueblo llamado Soraluze, también conocido con el más belicoso nombre de Placencia de las Armas, por las fábricas
que albergó cuando la industria armamentística era la principal actividad económica
del lugar. Hoy en día las mentadas fábricas están en desuso y en su mayor parte
abandonadas, pero el pueblo goza de su propio encanto, además de estar muy bien
comunicado, a menos de ¾ de hora de cualquiera de las capitales de provincia,
lo cual nos ha dado mucho juego.
Así que han sido unos días de mucha visita cultural, por los
pueblos y ciudades de la zona (Bergara, Elorrio, Oñate, Durango, Vitoria,
Bilbao…), todos ellos realmente interesantes. Y también de alguna buena
experiencia gastronómica, aunque menos de las esperadas: en agosto, la mayoría
de establecimientos de los pueblos, restaurantes incluidos, cierran por vacaciones,
y en más de una ocasión nos hemos quedado a las puertas de alguna sidrería o
asador recomendados, leyendo con cara de bobos el cartel de “cerrado hasta el 1
de septiembre” (aunque también puede ser que pusiera “volvemos en 1 hora”, ya que nuestro
conocimiento del vasco es parejo al del klingon).
Pero bueno, pese a ello, estupenda experiencia por tierras
norteñas, y con ganas de volver para descubrir lo que ha quedado en el
tintero tras los 10 días de viaje.
Y ahora, un chiste de Ocho
apellidos vascos, cuando el sevillano protagonista está en la herriko taberna:
Camarero: ¿Oye, te pongo una de Kortatu?
Rafa: No, con unas aceitunas ya va bien…
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