viernes, 13 de junio de 2014

...y Nueva York

Hace unos meses descubrí algo que, ignorante de mí, y a pesar de llevar lustros tomando vuelos intercontinentales, no sabía: si entre el origen y el destino tienes que hacer transbordo, el billete te va a costar lo mismo estés un par de horas en la ciudad de enlace, o varios días. Creo que no todas las compañías aéreas lo permiten, pero Delta Airlines, con la que volábamos desde Vancouver a Barcelona, sí. Así que aprovechamos nuestro regreso de Canadá para pasar 4 días y 3 noches en la ciudad del transbordo: Nueva York.

Ha sido mi cuarta vez en la Gran Manzana, y es que es un lugar al que siempre me gusta volver, pese a ser caótica, ruidosa, insoportablemente calurosa en verano e insoportablemente gélida en invierno. Pero de un modo u otro, siempre te sorprende, y más cuando vienes de un país tan organizado, limpio y ordenado como Canadá para aterrizar en las calles bulliciosas y medio en obras de Chinatown y Little Italy, donde estaba el apartamento que nos habían dejado.

Tras instalarnos, lo primero que hicimos fue ir a desayunar a una cafetería de Soho que nos habían recomendado, llamada Cafe Select, y allí nos encontramos ni más ni menos que a Björk: discretísima ella, con un vestido amarillo fosforescente, y hablando en islandés (supongo) con una amiga, a tan solo un par de mesas de nosotros. Lástima que no sea yo muy seguidor de su música (nada, de hecho), porque si hubiera sido Stevie Nicks o Norah Jones, fijo que le pido un selfie.


Los cuatro días pasaron rápido, y como viajábamos con la peque, no tuvimos ocasión de ir a ningún club de jazz o similar, como en algunas de las visitas anteriores. Así que disfrutamos de sus lugares más emblemáticos, pero en Nueva York tengo esa sensación de que lo que te pierdes es mucho más de lo que ves: los barrios menos conocidos, los garitos de música en directo, los bares alternativos donde se mezclan razas y culturas de todas partes del mundo... Siempre he pensado que vivir o pasar una temporada larga allí tiene que ser una pasada, pero los viajes como turista dan para lo que dan. En fin, que nos quiten lo bailao, y en otra vida será.

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