viernes, 7 de diciembre de 2012

Australia

Me parece increíble que hayan pasado ya diez años desde que un día solicitara una excedencia en el trabajo, pidiera prestada una mochila, y me fuera 3 meses a recorrer Australia. Ni hace falta decir que fue uno de los viajes de mi vida. Pese a la década transcurrida, aun recuerdo con sorprendente nitidez muchos de los paisajes que disfruté, muchos de los albergues en los que pernocté, y sobre todo mucha de la maravillosa gente que allí conocí. A la mayoría de ellos les he perdido la pista, con algunos he seguido manteniendo contacto e incluso nos hemos visitado en nuestros respectivos países, y a otros los he vuelto a localizar recientemente, como a Mirella, con la que viajé durante 3 semanas y a quien he reencontrado hace unos días gracias a Facebook, ya con dos hijos y viajando ahora por tierras neozelandesas.

 Muchas son las anécdotas de aquel viaje, empezando por el temor al llegar de si 3 meses solo se me harían largos y querría volverme antes, o la pena justo antes de regresar a casa de no poder extender la excedencia 3 meses más. Pero éste es un blog de música, y mis experiencias musicales en el país austral fueron escasas: la sorpresa de la primera canción que escuché al llegar (¡el Aserejé!), un concierto de southern en medio del outback, el perderme un bolo gratuito de Bon Jovi del cual pasé a pocas calles y del que me enteré una hora después de que terminara, y poco más. Así que me limitaré a relatar una anécdota que, believe it or not, es totalmente cierta:

Estábamos en el pueblo costero de Byron Bay, tras terminar un curso de surf de una semana. Nos preparábamos para ir a cenar cuando alguien nos avisó que Sean, uno de los profesores del curso, de casi 2 metros de alto y con una espalda como un armario ropero, iba a mostrar cómo se tomaba el tequila al estilo australiano, asegurándonos que nunca habíamos visto nada igual. Bajamos a la zona común del albergue, donde encontramos a Sean con un chupito de tequila en una mano, una raya de sal en la otra, y medio limón sobre la mesa.

Pues vaya con el australian way -pensé-, es el mismo que el del resto del mundo. 

Cuando ya eramos unos cuantos los congregados, el surfista hizo su demostración: con tres movimientos rápidos, se bebió el tequila de un trago, esnifó la raya de sal del dorso de la mano, y se exprimió el limón sobre sus ojos. Todos estallamos en un grito unánime, mientras Sean se retorcía de dolor, tosiendo y llorando a moco tendido.

Efectivamente, nunca habíamos visto a nadie tomar el tequila así.

3 comentarios:

günner dijo...

Qué grande Sean!!!
Por cierto, con la Mirella corramos un tupido velo, no??? jeje

sammy tylerose dijo...

Mucha nena en ese cursillo de surf! Te lo debiste pasar en grande, tío.
Un colega mió residió recientemente 6 meses en Byron Bay y tb se lo pasó en grande.

Rafa dijo...

Günner, no hace falta correr tupido velo, Mirella ya tenía pareja... lamentablemente :)

Sammy, efectivamente: mucha nena, mucha cerveza y mucho sol... ¿Qué más se le puede pedir a la vida? Cómo envidio a tu primo...

¡Un abrazo a ambos!