Breaking Bad y The Silver Seas
Veo poco la tele. Y lo echo de menos. Echo de menos esa sensación de tranquilidad, ese sentarse después de un día caótico (¿qué días no lo son en estos tiempos?), ese abandonarse en el sofá para poner la mente en modo automático, y disfrutar de no hacer nada.
La realidad es que ver la tele no es no hacer nada. No hacer nada es no hacer nada. Nada en absoluto. Si se está uno quieto, sin hacer nada, pero nada de nada, durante un rato, pueden pasar dos cosas: aparecerá una calma maravillosa, amplia, que nos hará desear volver a ese espacio interior recién descubierto más a menudo; o por lo contrario, nos podremos como un flan y tendremos que hacer algo para relajarnos, como ver la tele. Pero es este otro tema, que ya me voy....
Últimamente sigo sin ver la tele, pero en cambio cada noche hemos podido Almond y yo robar un ratito al reloj para usarla como pantalla, y regalarnos cada día un capítulo de una serie que, recomendad por mi hermano, empezó despertando nuestra curiosidad y a la que hemos acabado enganchadísimos, Breaking Bad.
Breaking Bad cuenta la historia de Walter White, un profesor de química en el instituto, al que se le diagnostica un cáncer de pulmón, justo cuando está a punto de sufrir el peor caso de crisis de mediana edad que la historia haya podido conocer jamás. Decide entonces usar sus conocimientos de química para dedicarse a la fabricación de metanfetamina, para así hacer el dinero suficiente para pagarse el tratamiento. En esta carrera criminal de pacotilla cuenta con la inestimable aportación de un ex-alumno suyo, Jesse Pinkman, que lo ayuda no solo en la estrategia de comercialización, sino en meterse en todo tipo de líos y situaciones extremas.
Un reparto formidable (los actores no es que sean conocidos, es que son buenísimos), un guión curradísimo que trabaja la tensión de manera magistral, unas pequeñas pinceladas de ciencia y un halo de surrealismo permanente han conseguido que, después de haber visto las 3 primeras temporadas de un tirón, estemos en ascuas esperando la cuarta, que se anunció para febrero del 2011, y que lamentablemente ha sido retrasada hasta julio. Cada capítulo tiene un presupuesto de 3 millones de dolares, ahí es nada, pero la verdad es que se nota la calidad en cada minuto.
Mención especial la merece la música, excelentemente escogida, y no siempre evidente o de grupos archiconocidos (problema que para mi tienen otras producciones, que son muy previsibles en este sentido).
En un capítulo de la primera temporada, empezó a sonar en la escena final un tema maravilloso, pero completamente desconocido para mi. Arranqué Shazam en el iphone, porque necesitaba saber qué era aquello. Segundos más tarde tenía mi respuesta: Catch Yer Own Train, de The Silver Seas [spotify link].
Thanks to Spotify, al día siguiente ya estaba disfrutando del disco entero, High Society [spotify link] muy recomendable. Se trata de un pop setentero de mucha calidad (algunos le llamaran rock, pero esto a mi me parece pop). No están en la misma liga ni se parecen excesivamente, pero las melodías vocales en ocasiones me recuerdan a Crosby, Stills, Nash and Young y su inspirado Déjà Vu.
The Silver Seas son un quinteto de Nashville, y parece ser que este High Society es una de aquellas joyas que pasaron desapercibidas cuando fué publicado, en el 2007. Inexplicable conteniendo temas como el ya mencionado Catch Yer Own Train, High Society y Country Life, que abre el disco como clarísima declaración de intenciones. Acaban de publicar Chateau Revenge!, nuevo disco para este 2010, y alegría para un servidor, que ya tiene banda sonora para la semana que viene.
Si no los conocíais, ya tardáis: Breaking Bad y The Silver Seas, no os arrepentiréis.
Nos vemos las calvas.