martes, 26 de enero de 2010

Repóquer de jetas

Como ya avancé en el post anterior, hoy toca hacer un repaso a los discos más jetas, macarras y desvergonzados de mi iPod. El primero, de unos mitos, una de las mejores bandas que parieron los 80. Y el resto, cuatro álbumes relativamente nuevos, que demuestran que, 30 años después, el género del sleazy rock sigue vivito y coleando.

Girls Girls Girls (1987), de Mötley Crüe. Un clásico que siempre me apetece recuperar. No sé si Vince Neil y los suyos fueros los precursores del rock macarra y hedonista, pero sí uno de sus máximos exponentes en la edad de oro del hair metal. El título del disco, el cuarto de su carrera, lo decía todo: chicas de largas piernas y labios color borgoña, eso era lo único necesario para ser feliz en el Los Angeles de los 80. Las canciones son monotemáticas, pero increíblemente potentes. Y la guinda, el último tema, grabado en directo: la versión arrolladora y desmesurada del Jailhouse Rock de Elvis Presley. Una gozada.

Motherload (2008), de Big Cock. Los Big Cock (literalmente, Polla Gorda) suenan a AC/DC, a Mötley Crüe y a Skid Row, y sus letras hablan de sexo, de sexo y de sexo. Temas con títulos tan descriptivos como Get A Load of Me, Bump and Grind o M.I.L.F. dejan poco margen a la imaginación, pero son el acompañamiento ideal para sonar a todo trapo en el coche una noche de fiesta. Big Cock no pretenden inventar la sopa de ajo, pero su Motherload garantiza 35 minutos de diversión explosiva e irreverente.

Welcome to the Hotel de la Muerte (2009), de Gypsy Pistoleros. Estos londinenses se autodefinen como los reyes del Flamenco Rock'n'Roll Glam Punk Sleaze, ahí es nada. Su primer EP lo componen 5 temas a cual más alocado y mestizo. Los dos primeros, Vivo con los Gitanos y Walk through the Shadows, son auténticos trallazos con influencias mexicanas y country-rock. Sangre de las Rosas es el tema "tranquilo", más de 8 minutos de medios tiempos con sabor fronterizo. The Hotel de la Muerte recuerda de forma descarada al Chiquilla de Seguridad Social, pero a lo bestia. Y Son Illusiones es una versión de, agárrense los machos, un tema de.. ¡Los Chichos! ¿Quién puede aburrirse con todo esto?

The Devil in Your Bones (2009), de American Sixgun. Todo en este disco tiene sabor añejo: la diabólica pin-up de la portada, los títulos de las canciones (Rockstars Never Die, Dirty Lovin...), y por supuesto la música, que parece sacada de cualquier disco de metal de los 80. Pero lo que hacen los American Sixgun en este The Devil in Your Bones, su ópera prima, lo hacen bien. Temas guitarreros y con buenas melodías, que nos parece haber escuchado cien mil veces antes, pero que a los nostálgicos nos encantan.

El Grande's Saloon (2009), de Los Bastardos Finlandeses. A pesar de su nombre en español, Los Bastardos Finlandeses son, efectivamente, finlandeses. Los más rápidos y salvajes de las 5 bandas que hoy nos ocupan, este grupo hace metal acelerado, al estilo Anthrax, pero con aires western y una voz carajillera que recuerda a los míticos D.A.D. All My Amigos, El Grande Rides Again o Another Tequila son algunos de los divertidísimos temas que configuran este El Grande's Saloon. Quién hubiera dicho que el Río Pecos pasaba tan cerca de Helsinki.

martes, 19 de enero de 2010

Repóquer de damas

Últimamente estoy escuchando algunas cantantes de aquellas que con un susurro te estremecen desde el vello de la piel hasta la médula de los huesos. Aquí van cinco recomendaciones, cinco discos fascinantes de cinco damas del jazz contemporáneo, cada una proveniente de un país diferente.

Dreamer (2004), de Eliane Elias. La veterena pianista brasileña en uno de sus discos más celebrados. Clásicos de la música de su país (Doralice, Samba de Verão, Vivo Sonhando...), norteamericana (That's All, Baubles,Bangles and Beads...) e incluso un par de temas propios (Time Alone, Movin' Me On) en un ejercicio de sensualidad y virtuosismo pianístico.


Picking Up The Pieces (2006), de Aga Zaryan. El segundo disco de esta polaca es una delicia que no hay que dejar pasar. Grabado en Los Ángeles y tan sólo acompañada de cuatro músicos (trompeta, guitarra, percusión y contrabajo), su principal virtud es la honestidad y desnudez de cada uno de los temas. La voz de Aga es sencillamente perfecta, y los solos suenan como si tuvieras al músico a tu lado.

Worrisome Heart (2006), de Melody Gardot. Aunque su flamante nuevo disco (Me and My Only Thrill, de 2009) está recibiendo el elogio unánime de crítica y público, yo me quedo con su ópera prima, menos recargada y más personal que su sucesora. Sólo dos años después de sufrir un gravísimo accidente que le dejó, entre otras secuelas, hipersensibilidad a la luz y al sonido, Melody grababa esta delicia de álbum, el primer paso de una carrera que se augura brillante.

Meet Me Around Midnight (2007), de Ida Sand. Maravilloso disco de debut de esta prodigiosa voz procedente de Suecia, donde pasa por el tamiz del jazz temas de Stevie Wonder (Feeding Off the Love of the Land, Higher Ground) o de Nancy Sinatra (Bang Bang), aunque mi preferida es la reinvención de Here Comes the Rain de Eurythmics. También incluye algunos temas propios, como Brutal Truth, donde aparca momentáneamente el jazz y ofrece una buena descarga de funk.

Voodoo (2007), de Térez Montcalm. Esta canadiense se define como una cantante de jazz con actitud de rockera. Y realmente lo demuestra, luciéndose con su voz, entre enérgica y susurrante. Otro álbum plagado de versiones sorprendentes, como la del tema How Sweet It Is (popularizado por Marvin Gaye) o la del Voodoo Child de Jimi Hendrix.

En fin, ya sé lo que estáis pensando: "este tío se está aburguesando, con tanto jazz y tanta cantante melódica". Probablemente tengáis razón, pero en mi defensa diré que, últimamente, en mi iPod también hay unas cuantas bandas de sleaze (rarito que es uno...). Otro día las comento, para compensar.

lunes, 11 de enero de 2010

Parecidos razonables

Estos días ando escuchando Open Road (2008), el debut del bluesman (bluesboy, mejor dicho) británico Oli Brown, y evidentemente, no puedo evitar la sensación de déjà vu.

Nacido en 1990, Oli Brown es un jovencísimo guitarrista que empezó a tocar a los 13 años. Muy pronto, a los 15, ya estaba girando por Estados Unidos, acompañando a una banda llamada Blinddog Smokin', y teloneando a bluesmen tan míticos como Buddy Guy, Taj Mahal, o Koko Taylor, además de hacer colaboraciones (en directo o en estudio) con artistas consagrados de la talla de Robben Ford, Joe Bonamassa y Devon Allman. De guitarra afilada y virtuosa, se reconoce influenciado por Albert Collins, B.B. King, Freddie King, Jimi Hendrix y, por supuesto, Stevie Ray Vaughan. Es alto, delgado, y de pelo largo y lacio. Hace algo más de un año publicó su ópera prima, que está cosechando un considerable éxito de crítica y ventas.

¿Os recuerda a alguien de trayectoria, estilo y físico casi idénticos?

















izquierda: Oli Brown, hoy
derecha:
Jonny Lang, en sus años mozos