La historia es más o menos así: tarde-noche de sábado, hace unos dos meses, fiesta de celebración de la boda de Jordi y Núria. Empiezo con cerveza y continúo con cerveza, cerveza, cerveza, vino tinto, vino blanco, vino tinto, vino tinto, vino tinto, cava, carajillo de Marie Brizard, cubata de Four con Ginger, chupito de color azul, cerveza, cerveza, cubata de Four con Ginger, chupito de color rosa, cerveza, chupito de color de Fairy y que huele a Fairy y que probablemente es Fairy, cerveza, cerveza... Sobre las 5 de la mañana, en La Vaqueria suena un tema que no reconozco pero que me gusta. Es un hip hop flamenqueado (o un flamenco hip hopeado, a esas horas ya no sé), una mezcla entre La Shica y Mala Rodríguez. Me arrastro hasta la cabina del pincha y, farfullando, le pregunto quién canta esa canción. Me responde por encima del cristal, y entiendo algo así como "La Puerca", aunque entre el volumen atronador y el embotamiento de mis sentidos, bien podría ser la Huerta, Tuerta, Muerta o Esternocleidomastoideo.
Semanas después, cuando la resaca empieza a remitir, busco Puerca en Google. Me lista diversas entradas sobre mujeres de moral distraída e/o higiene exigua. Así que intento afinar más: Música Puerca. Tras saltarme algunas entradas sobre excreciones sonoras del cuerpo humano, encuentro un grupo llamado La Vela Puerca. Quién sabe, quizás la flamenca rapera que busco es la vocalista de una banda con tan esperpéntico nombre. Cosas más raras se han visto. Así que me hago con su último disco, El Impulso (2007), a ver si es.
No lo es, claro. Aun así, la sorpresa es mayúscula. La Vela Puerca resulta ser una fantástica banda uruguaya, con 4 discos ya en el mercado, que hacen un rock adictivo, un post-punk que me recuerda a The Strokes, pero cantado en español y sin pasar la voz por un teléfono del Todo-a-100 como hacen los neoyorquinos. Creo que sobretodo son conocidos en su país de origen y en Argentina, aunque tocaron en la sala Razzmatazz de Barcelona el pasado abril (maldición). Y El Impulso es un trabajo redondo, con buenas guitarras, cambios de ritmo acertadísimos e interesantes letras. A destacar temazos como Frágil, Clones o El Señor (del cual cuelgo el vídeo más abajo).
En fin, todo un descubrimiento que me está alegrando las orejas durante las últimas semanas. Para que luego digan que el alcohol es perjudicial. Eso sí, nunca supe de quién era la voz flamenca-rapera que buscaba. ¿Alguna idea?
Tenía pensado desde hace tiempo escribir un post titulado El blues de los Traveler, explicando el auge y caída del que para mí fue uno de los grupos más importantes de los 90: los Blues Traveler. Pero nunca encontraba el momento ni la inspiración, básicamente por dos razones. La primera: como de un tiempo a esta parte estoy de un positivo y de un buen rollo que me doy hasta rabia a mi mismo, no me apetecía ponerme a dramatizar sobre la trayectoria de una banda que me había regalado tan gratos momentos. Y la segunda: que, a diferencia de algunos críticos que se empeñan en enterrar a los BT, personalmente no creo que estén acabados, sino resurgiendo (poco a poco, eso sí) de una periodo caótico para en el futuro volver a ofrecernos grandes discos.
Los Blues Traveler se dieron a conocer con un álbum (Blues Traveler, 1990) fresco y con un cierto aire neo-hippie, heredero de bandas como Grateful Dead o Jefferson Airplane. Un debut fantástico de esta jamband de músicos increíbles liderados por la potentísima armónica de su alma y frontman, John Popper. Le siguieron un par de discos algo más irregulares (Travelers & Thieves, 1991 y Save His Soul, 1993) aunque con temas que apuntaban maneras. Pero el estrellato llegó en 1995, con el lanzamiento como single de la irresistible Run-Around (cuelgo abajo el vídeo), extraído de su cuarto disco (Four, 1994). La canción convirtió en superventas este magnífico álbum, que hizo que los BT desbancaran a otras jambands del momento, como Phish o Spin Doctors, gracias a unir fabulosamente una psicodelia energizante con melodías pegadizas y temas "pinchables" en las radios (baza en la que las otras bandas flaqueaban).
Tras el obligado disco en directo (Live from the Fall, 1996), donde dejaban claro que lo suyo era improvisar temas interminables con mucha instrumentación, volvieron al estudio con Straight on Till Morning (1997), para mí un disco espectacular, más country-rock que sus predecesores, pero tan maravilloso como Four, aunque algunos críticos los tacharon de demasiado comercial. Aun así, el disco se vendió muy bien, y llevó de gira a la banda por toda la geografía estadounidense e incluso allende sus mares.
Pero en 1999, la muerte del bajista del grupo por sobredosis tiño de negro el buen momento de los Traveler. El duro golpe obligó a la banda a detener su carrera, y no fue hasta 2001 que publicaron un nuevo trabajo, Bridge: un disco correcto, más cercano a Four que a Straight On..., aunque sin la chispa de estos últimos: el álbum destilaba una cierta tristeza (el tema más largo, Pretty Angry, estaba dedicado al componente fallecido), y los temas más brillantes estaban excesivamente inspirados en lo que fueron los éxitos pretéritos de la banda. Algo parecido ocurría con su siguiente disco en estudio, Truth Be Told (2003): los temas más comerciales no aportaban nada nuevo, mientras se hacían más frecuentes las experimentaciones, intentando investigar en terrenos nuevos, no siempre acertadamente, a costa de las melodías y el easy-listening que les reportaron buena parte de su fama. Los críticos más alternativos estaban encantados, pero las ventas dejaban mucho que desear.
El punto álgido y más paradigmático de esta tendencia fue ¡Bastardos! (2005), un extrañísimo disco que AllMusic.com puntúa con 4,5* sobre 5 ("certainly the richest, most diverse album they've ever done, and quite arguably their best"), y que personalmente encuentro insoportable. Tras múltiples intentos, creo que nunca he sido capaz de escucharlo entero, y me sería imposible tararear uno solo de sus temas.
El poco éxito comercial de ¡Bastardos! hizo a la banda replantearse su futuro. ¿Valía la pena continuar con experimentaciones que tuvieran una ventas anecdóticas, o había que volver a la senda de los temas más "audibles", para intentar llegar al gran público y a las emisoras de radio otra vez? Los BT optaron por lo segundo, y lo hicieron saber publicando Cover Yourself (2007), un disco donde reversionaban sus grandes éxitos de antaño.
Y, tal como auguraba el disco de autoversiones, los Traveler han vuelto a los derroteros de sus primeros discos. En 2008 han publicado North Hollywood Shootout, un álbum sin excesos ni experimentaciones (excepto en el último tema, Free Willis). Las canciones vuelven a tener duraciones normales (unos 4 minutos), no hay estridencias musicales, y pueden ser emitidos en cualquier radio comercial.
Los de AllMusic se tiran de los pelos: "Is it worth alienating the faithful with a perfectly pleasant, rather forgettable set of AOR like this?". Buena pregunta. Efectivamente, North Hollywood Shootout es un disco discreto, demasiado calculado, demasiado "vamos a ver si gustamos a todo el mundo, en lugar de gustar a cuatro gatos". Abusa de los medios tiempos, los arreglos son de todo menos atrevidos, y se echan en falta los otrora devastadores interludios instrumentales de Popper y los suyos. Pero mira, a diferencia de ¡Bastardos!, al menos no te hace querer saltar por la ventana al segundo tema.
En fin, la apuesta está hecha. Ahora, el tiempo dirá si los Traveler han escogido la opción correcta. Si serán capaces de soltarse un poco y volver a hacer grandes discos, reconocidos por crítica y público. Personalmente, pienso que difícilmente nos volverán a ofrecer un Four o un Straight On Till Morning, pero si consiguen sacar partido de lo aprendido en 20 años de carrera, aun pueden dar alguna sorpresa. No será con este North Hollywood Shootout, pero crucemos los dedos para que no tarden demasiado.
Estos días ando revisando Caçadors de paraules, el fantástico programa de TV3 sobre la lengua catalana, donde rescatan viejas palabras y refranes, buscan su origen, investigan variantes dialectales por los diferentes lugares donde se habla el idioma..., todo de una manera sorprendentemente amena. Cada capítulo gira entorno a un tema central, y el cuarto de la primera temporada se centra en "el amor". En una de las secciones preguntan a la gente de la calle cuál es la canción de amor de su vida. Entre las respuestas se encuentran La del Titanic (sic), Delilah de Tom Jones, My Way de Frank Sinatra o Bésame Mucho, aunque las favoritas son, quizás por ser encuestas realizadas en Cataluña, Paraules d'amor de Joan Manuel Serrat y, sobretodo, Boig per tu de Sau.
A mí no me preguntaron, aunque si lo hubieran hecho, sin dudarlo un segundo hubiera dicho la que cuelgo aquí abajo.
Y si os hubieran preguntado a vosotros, ¿cuál es vuestra canción de amor?
Volver a ser un niño, Los Secretos
Con la inocencia más graciosa, que apaga el tono de la rosa, con ese brillo que te vuelve un niño, llegaste como si tal cosa.
Después de andar a la deriva, por mares turbios de bebida, como un chiquillo falto de cariño, de pronto es todo tan sencillo, sencillo.
Volver a ser un niño, volver a ser un niño, volver a ser un niño, volver a ser un niño.
Después del tiempo que he perdido, en aventuras sin sentido, me siento solo y a la vez perdido, solo porque me has sonreído y pido....
volver a ser un niño, volver a ser un niño, volver a ser un niño, volver a ser un niño.
Con la inocencia tan graciosa, que cambia el nombre de las cosas, con ese brillo que te quita el frío, cuando las noches son lluviosas
Volver a ser un niño volver a ser un niño, volver a ser un niño, volver a ser un niño