lunes, 13 de abril de 2020

Flaco tributo a Sabina

Si hace 20 años se hubiera publicado un homenaje a Joaquín Sabina, muy probablemente lo hubiera comprado, dado que en esa época me interesaban este tipo de productos, y además aparecieron algunos la mar de interesantes (por ejemplo, el disco tributo a Antonio Vega, a Enrique Urquijo o el primer volumen de los dos que se dedicaron a Serrat). Pero el elenco artístico que copa el panorama nacional, y porque no decirlo, también mis gustos, han cambiado sustancialmente desde entonces. Y ahora, en 2020, he de reconocer que este tipo de producciones despiertan en mí poco interés.
 
Ojo, que nadie se equivoque: con permiso de Cervantes, sigo considerando al de Úbeda el genio más grande que ha parido España, y es precisamente por esta razón por la que repudio obras como ésta que hoy nos ocupa: hay que tener muy poco arte para no emocionar cantando letras de Sabina. Pero eso es lo que ocurre en este Ni tan joven, ni tan viejo (2019): las interpretaciones, empapadas en ese "triunfismo" imperante desde que el concurso de marras canonizó cómo tenían que ser las versiones para llegar a la masa, son ñoñerías carentes de honestidad, de garra, y se convierten en coplas edulcoradas, sin chicha ni limoná, "sin carne ni pecado", que diría Joaquín. Las revisiones a cargo de Alejandro Sanz, de Melendi, de Leyva y un largo etcétera así lo demuestran, y en algunos casos incluso llegan al patetismo. ¡Que desastrosos Estopa perpetrando Pacto entre caballeros, que despropósito Mikel Erentxun convirtiendo Lo niego todo en un esperpento indie!

Por suerte, 3 o 4 temas se libran de la quema (de los 25 que recoge el disco). Robe traslada con éxito Calle Melancolía a su nuevo sonido post-Extremoduro. Ismael Serrano y Funambulista abordan con solvencia Eclipse de mar. Y me ha sorprendido una tal Vanesa Martín, una chica que creo que es famosilla pero que nunca había escuchado, y que se marca una meritoria versión de Yo también sé jugarme la boca.

Pero la joya del redondo va a cargo de una tal Travis Birds, con letra de Benjamín Prado, poeta, escritor y coautor de muchos de los últimos temas del homenajeado. 19 días y 500 noches después es una acertada continuación de la famosa canción, en este caso desde el punto de vista de la protagonista femenina. Una pequeña maravilla llena de guiños al universo Sabina y con una frescura irresistible, tanto en lo musical como en lo lírico.
 
 
Así pues, aviso para sabineros: si buscáis este Tributo a Sabina en Spotify o en otra plataforma de streaming, dadle un escucha rápida a los temas, haced una playlist con los 4 o 5 que no os chirríen demasiado, y desterrad al resto "donde habita el olvido".

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