lunes, 23 de marzo de 2020

Mucho emoji y pocas nueces

Según mi humilde parecer, lo único positivo que ha traído el p**o virus de los p***s c*j*nes son los miniconciertos de media hora de duración que muchos artistas están ofreciendo en streaming estos días, sobre todo a través de Instagram. Hasta la fecha he disfrutado de las actuaciones de Tano Mozzafiato, Luis Ramiro, y esta noche me dispongo a ver a la cantante de fados Ana Moura.

Cambio de asunto ahora para contar una propuesta que oí lanzar al gurú del software libre Richard Stallman en una conferencia hace más de una década: que las plataformas de música en streaming incluyeran en sus aplicaciones un botón donde el oyente pudiera donar al intérprete una cantidad de dinero. Estás escuchando un tema que te encanta, y decides aportar lo que sea: 5 céntimos, 10 céntimos, 1 euro... Multiplica estas ínfimas cantidades por miles de potenciales donantes, y los músicos cobrarían un "sueldo" justo y no la miseria que les pagan dichas plataformas. ¿Cuántas de ellas han implantado esta funcionalidad? A fecha de hoy, que yo sepa, ninguna.


Y ahora enlazo los dos temas: con este aislamiento forzoso que nos está tocando vivir, los artistas han tenido que cancelar sine die la que era su principal fuente de ingresos: los conciertos. ¿No sería ahora el momento de implantar este botón en Instagram, por ejemplo? Disfrutas de una actuación en directo, y además de pulsar el botón de los corazoncitos y las manitas saludando, pulsas la opción de hacer una donación voluntaria: 50 céntimos, 1 euro, 5 euros... Instagram (o la red social que sea) podría quedarse un pequeño porcentaje (pongamos un 1%, que supondrían unos pingües beneficios si tenemos en cuenta los millones de aportaciones que se harían), y el resto iría para el músico protagonista, que recibiría algo más que emojis que, al menos que yo sepa, todavía no se pueden comer.
Pues ya está la propuesta lanzada, y a ver si Zuckerberg se sienta al teclado de su ordenador y la implementa. Porque si esto del maldito coronavirus se alarga mucho (y parece que va para largo), puede ser la estocada definitiva para los muchos artistas que ya hacían filigranas para vivir de la música, y que les va a ser imposible seguir haciéndolo.

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