viernes, 21 de abril de 2017

Aurora & The Betrayers en la Sala Zero


Sala Zero (Tarragona), sábado, 8 de abril de 2017. Llegué al concierto de Aurora & The Betrayers con nulas expectativas: había dado tres o cuatro escuchas a su segundo y último disco, Vudú (2017), pero no me acababa de convencer. Soul-rock con buenas intenciones, pero que no me transmitía demasiado. Pero, ay, amigos, ¡los mismos temas en directo son otra cosa! Las primeras pistas las dieron el escenario, a rebosar de instrumentos (entre ellos, 4 teclados) y las pintas setenteras de los 6 músicos que lo coparon, que parecían salidos de las primeras portadas de Lynyrd Skynyrd. Y entonces apareció Aurora, un pedazo de mujer, enfundada en negro y con un torrente de voz que sacudió la Sala Zero hasta los cimientos.

Definitivamente, Aurora & The Betrayers es un grupazo que hay que disfrutar en vivo. Se nota que los músicos están bragados en mil batallas de la escena musical madrileña (especial mención al batería, que lleva el peso de la sección rítmica con una energía desbordante). Las ambientaciones creadas con órganos suenan de maravilla, rememorando la sicodelia de los 70. Los arreglos de vientos son tan ricos como oportunos. Guitarra y bajo aportan el toque funk a la mezcolanza de estilos. Y Aurora, poderosa Afrodita, es la líder perfecta de esta bestia de siete cabezas, con una actitud desenvuelta a la par que chulesca (en el sentido "rockero" de la palabra), y con esa garganta prodigiosa que le han otorgado los dioses. Así que, casi dos horas de subidón y soul setentero, y una velada que me dejó encandilado y, efectos colaterales de colocarse en las primeras filas, con las canciones de Aurora & The Betrayers resonando en mi cabeza todo el domingo.

Por cierto, fantástico también el público, muy entregado a la causa, y que mereció los elogios de Aurora y los aplausos de toda la banda. Y felicitaciones de mi parte al sector femenino, que no paró de bailar y corear los temas: hay que reconocer que, en los conciertos de blues-rock, donde el 90% de los asistentes somos hombres, cuesta más animar el sarao. Pero así de burros somos los tíos, que nos parece que queda de poco macho entregarse a la música.

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