miércoles, 4 de enero de 2017

Lo que 2016 se llevó


Bowie, Cohen, Lemmy, Prince... 2016 pasó como una exhalación, y en su estampida se llevó por delante a varias leyendas de la música. Aunque mi mitomanía se vio más afectada el año anterior, ya que en 2015 la Parca se anotó, entre otros, a B.B. King, Javier Krahe y a Natalie Cole, el 31 de diciembre. La de esta última, por cierto y en mi opinión, una desaparición que no tuvo la repercusión que merecía. Pero es lo que tiene morirse ese día, que la gente está más por el vestido de la Pedroche que por la pérdida de una de las grandes divas del soul.

Otra muerte sonada este 2016 ha sido la de George Michael, curiosamente el Día de Navidad, dándole un nuevo y macabro significado al título de uno de sus hits: Last Christmas. Nunca fui un gran seguidor de Jorge Miguel, pero reconozco que le tenía cierta simpatía. En primer lugar, por el escándalo que hubo en 1998 cuando fue arrestado por tener relaciones sexuales con un tío en un lavabo público: me pareció anacrónico, algo más propio de la época victoriana en que vivió Oscar Wilde que de los últimos coletazos del Siglo XX. En segundo lugar, porque pienso que era un artista que , tras el exitazo de su primer disco en solitario (Faith, 1987), podía haberse instalado en el lado fácil (y rentable) de la música,y dedicarse a facturar pop para adolescentes como han hecho muchos de sus compañeros de profesión. Y sin embargo, optó por discos más arriesgados y personales, como el Listen without Prejudices (1990) que siguió al Faith, y que no vendió ni de lejos lo que su predecesor.

Y por último, y aquí es donde quería llegar, porque Georgios Kyriacos Panayiotou, que ese era su verdadero nombre, dejó en su haber una de las grandes canciones de los 80. Un tema incluido en el mentado Faith, una canción que es puro jazz, una balada que he escuchado decenas de veces, y que todavía hoy me parece soberbia. Hacía meses que la quería colgar y no encontraba excusa. Desgraciadamente, me la ha tenido que proporcionar la muerte de su autor, a la temprana edad de 53 años. Descanse en paz.
 
 

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