sábado, 30 de julio de 2016

Brasil

Estos días se cumplen ¡diez años! de mi regreso del que fue uno de los viajes de mi vida: Brasil. Todo empezó hojeando un libro de esos de 100 lugares que hay que visitar antes de morir, o algo así. Hablaba del Amazonas, y un pequeño recuadro comentaba la experiencia de remontarlo en un viejo barco oxidado. Así que me pedí una excedencia de 2 meses en el trabajo, me colgué la mochila al hombro, y me planté en Belém, en la desembocadura del mayor río del mundo, donde compré un billete hasta Manaus en uno de los mentados barcos. Hay que decir que, efectivamente, el viaje fue toda una experiencia: 5 días durmiendo en hamaca, rodeado de decenas de otras hamacas (cada noche te despertabas varias veces por un manotazo o patada de un vecino), insectos por doquier (mejor dormir con la boca cerrada)... Pero también disfrutando del paisaje, de la compañía y conversaciones con los otros pasajeros (la gran mayoría indígenas), haciendo excursiones por afluentes del Amazonas desde Santarem, comiendo arroz con frijoles, bebiendo cerveza y dejando la vida pasar. Probablemente no la repetiría, pero la aventura valió la pena.
Después fui moviéndome por Brasil, sobre todo en autobús, y descubrí un país alucinante, con infinitas maravillas que ofrecer: el Pantanal en Mato Grosso, los paisajes y grutas de Bonito, la arquitectura de Brasilia, las cascadas y montañas de la Chapada Diamantina, la música y los colores de Salvador de Bahía (donde asistí a una inquietante ceremonia de Candomblé), los pueblecitos costeros (Pipa, Jericoacoara...), los edicifios coloniales de Olinda... Y, sobre todo, la gente, con su alegría por la vida, su pasión por la música y el baile, y la sensación de encontrar unos primos cercanos culturamente hablando, con los que no compartes lengua pero que se esfuerzan y con los que te esfuerzas para inventar un idioma nuevo y común: el portuñol.
 
En dos meses recorrí miles de kilómetros, pero en un país tan inmenso siempre queda la sensación de que te dejas mucho por ver. De hecho hay lugares como Río o Santa Catarina que me hubiera encantado visitar, y que quedaron para otra ocasión, u otra vida. Diez años pues, y la saudade perdura.

1 comentario:

Almond dijo...

Ya hace diez años??? y mira que nos enseñaste pocas fotos eh? (ya te vale :) Tampoco es que se puede decir que durante estos 10 años hayas parado mucho en casa... en fin. Envidia de la sana. Pero envidia, al fin y al cabo.