jueves, 27 de agosto de 2015

Canciones de amor a quemarropa

Durante un parón en su gira internacional, un cantante de rock de éxito vuelve a pasar unos días en su lugar de origen, una pequeña población del estado de Wisconsin. Con este sencillo planteamiento se inicia Canciones de amor a quemarropa, y de hecho nos encontramos con una novela sencilla, cotidiana, sin grandes conflictos ni dramas. La verdad, por el título esperaba que la música tendría más peso en el argumento. Pero no: si el autor hubiera elegido un reputado pintor o un escritor famoso como protagonista, el resultado hubiera sido más o menos el mismo. Hay alguna referencia a Bob Dylan o a Neil Young, pero muy de soslayo, y la vida que interesa del cantante es la alejada de los escenarios, la que vive cuando es una persona “normal”.

Aun así, la historia está bastante bien, es una interesante reflexión sobre el hogar y la amistad. Aunque la gran baza del novelista es su capacidad para evocar los encantos de la América rural: los pueblos donde todo el mundo se conoce, los bares desvencijados con una jukebox donde pinchar American Pie, los campos de trigo extendiéndose por las llanuras, los silos de grano recortando el horizonte, las puestas de sol que duelen a los ojos... En eso, Nickolas Butler se descubre como un maestro: tanto que te hace rememorar y añorar esos lugares aunque, como es mi caso, nunca hayas estado allí.

Recomendable.

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