Los amigos invisibles
Estas navidades, algunas familias (la mía, por ejemplo) han decidido
sustituir los tradicionales Reyes Magos (un regalo para cada
padre/madre, hermano/a, tío/a, etc. ), por el formato del amigo
invisible: se reparten los papelitos entre los miembros participantes, y
cada uno compra únicamente un regalo a quien le haya tocado. Esta
fórmula permite ahorrar un pastón en presentes, además de reducir
considerablemente la difícil tarea de qué comprar, ya que,
paradójicamente, pese a los tiempos de vacas flacas que corren, todos
tenemos de todo.
Otra métafora de esta crisis que monopoliza nuestra existencia, son los dos últimos álbumes de un grupo que, precisamente, se llama así: Los Amigos Invisibles.


Igual que le ha pasado al grupo venezolano, parece que son momentos de apretarse el cinturón, de evitar grandes producciones y centrarse en trabajos menos ambiciosos. Eso sí, que los objetivos sean de menor envergadura no significa que deba resentirse la calidad. Volviendo a los regalos navideños, yo estoy más que satisfecho con el nuevo formato que hemos adoptado en casa: me han regalado menos cosas, pero el acierto ha sido pleno. Y he tenido que rascarme menos el bolsillo, que con la que se avecina (aumento de impuestos, congelaciones salariales...), y con el año de cambios que me espera, nunca está de más.
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